Cesáreo Bernaldo de Quiros nace en Argentina, en la ciudad de Gualeguay, provincia de Entre Ríos, el 27 de mayo de 1881, y desde muy joven comienza su afición por la pintura.
A la edad de 13 años ingresa al taller del valenciano Nicolau Cotanda y tres años más tarde ingresa en la Academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes con la dirección de los maestros Ángel Della Valle y Reynaldo Giúdice.
Luego de recibir el Premio Roma y con sólo veinte años, el gobierno argentino lo beca para viajar a Italia. Allí se perfecciona y recibe incluso una mención en la Bienal de Venecia en 1901 con la obra “De vuelta de la pesca”, de grandes dimensiones. En 1905 viaja a España y se pone en contacto con Zuloaga y Sorolla, siguiendo luego a Paris, Florencia y Cerdeña.
Regresa a su país en 1906. Integra el grupo Nexus y obtiene el Gran Premio y Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Arte del Centenario (1910). Viaja nuevamente a Europa, donde se queda por cinco años y realiza algunas de sus más bellas obras, tanto en Florencia como en Mallorca. Regresa a Argentina para radicarse en su ciudad natal.
Quirós se convierte en la estrella del panorama plástico argentino y él se cuestiona la imagen europea de su pintura, por lo tanto decide internarse en Entre Ríos en su querida “Selva de Montiel” buscando sus raíces, y una de las primeras obras que realiza es “El río de mi pueblo” de 1918, y “Corral de Médanos” de 1919.
Durante ocho años trabajará en la más maravillosa serie jamás realizada por un artista argentino, “Los gauchos”. La misma la lleva a cabo en el pueblo Médanos, en la estancia de Justo Sáenz Valiente, y comprende treinta obras, una de las más importantes y que hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes es “Los jefes” realizada allí en 1925 que refleja a los guardias de Ramírez que consolidaron la Organización Nacional.
El crítico de arte André Maurois afirmó: “El pintor, como el escritor, se torna muy a menudo esclavo de su éxito, prisionero de su ‘manera’. Bernaldo de Quirós, después de triunfar en un primer aspecto, ha decidido continuar la lucha”.
Luego de mostrar las obras en Buenos Aires y ser considerado “el pintor de la Patria” por Leopoldo Lugones, durante siete años paseará su arte y estas maravillosas obras por las principales capitales culturales del mundo, alcanzando un renombre como pintor que lo colocaba en el primer lugar del arte contemporáneo internacional.
Son muchas de estas obras vastos lienzos en los que se pintan escenas y tipos del pasado entrerriano -gauchos, montoneros, patrones de estancia- con un espíritu grandilocuente y una visión convencionalmente idealizadora.
“Niego lo deshumanizador y creo en la evolución, mas no concibo el arte sin ese sagrado destino de continuidad, de superación basada en el legado de los grandes predecesores. Estimo que toda innovación debe arraigar en eso noble que se posee, y, desde allí, naturalmente, adaptarse a las nuevas exigencias de un nuevo ritmo, de una renovada fe, de un nuevo entendimiento (…)”.
Fue profesor en la Escuela Nacional de Artes Decorativas y presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.
En 1942 adquiere una gran extensión de tierra sobre las barrancas del río Paraná, cerca de la ciudad homónima, creando un museo con una vasta colección de armas, muebles, adornos y objetos de gran valor artístico.
Artista completo, abarcó todos los géneros: figuras, paisajes, naturalezas muertas, obras alegóricas.
Cinco años antes de morir en Vicente López, el 29 de mayo de 1968, Cesáreo Bernaldo de Quirós dona sus obras al Museo Nacional de Bellas Artes.
Fue un post-impresionista que trató todos los géneros de la pintura: figura, bodegones, paisajes, interiores, en fin, un artista completo. Nunca quiso vender su serie de “Los Gauchos” y en la década del 60, la donó a la Nación, con cargo de exhibición en el Museo Nacional de Bellas Artes, condición jamás cumplida. Hoy se exhiben cuatro de estas obras y las demás se encuentran en el depósito.