Que la historia del entrevistado es de película no es una mera exageración ni constituye una intención de atrapar a los lectores de Revista Random de entrada. Ni siquiera una calificación acertada sobre su historia, plasmada en su flamante libro “El Pacto”, editado por Planeta y disponible en todo el país.
Aún en las peores condiciones, de infantes somos proclives a los sueños, trasladándonos constantemente hacia el maravilloso continente de las ilusiones, desconociendo palabras adultas como apatía o imposible. Sin que exista moneda de cambio para utopía, esperanza, quimeras. Con los años vamos perdiendo esa fascinación y nos cargamos de necesidades de certezas. Hacemos eslogan del “ver para creer” y un uso corriente de los espejitos de colores que conseguimos en cuotas. Y así, vamos dejando en el camino esa posibilidad de trascendencia que anhelamos siendo bajitos.
El entrevistado, muy por el contrario, jamás relegó ese don otorgado a los humanos. No se dejó embadurnar por la realidad construida mediáticamente (a pesar de conocer y ejecutar de sobremanera el oficio) ni por los constantes obstáculos que tuvo que sortear. Primero creyó, después apostó y fue por mucho más, como un niño que idealiza con lo más inasequible y no se permite excusa mundana que lo resigne.
El libro arranca con la cita “la mente es la condena del espíritu” y eso vale para miles de instantes diarios donde racionalizamos todo, “Para tomar las decisiones más importantes de mi vida, no todas, las más trascendentes, me despojé del raciocinio”, me anticipa José y le comento que también es una acertada manera de encarar la lectura de su trabajo. “Al libro lo escribí desde el corazón, está buenísimo esto que vos sugerís de leerlo desde ese lugar, te digo más: Cuando escribía cada historia me sentía el `yo de ese momento`, no sé si me explico (asiento). A ver, por ejemplo: cuando relato el día que entraron los milicos a mi casa y se llevaron a mi vieja, después voy y me meto escondido en el centro de detención clandestina, en ese momento tenía 12 años. Cuando escribí esa historia lloraba frente al monitor y el que escribía la historia era ese pibe y no el adulto que tecleaba.
Cada historia es real, cada palabra tiene un peso específico, yo no escribí un libro, escribí una parte de mi historia para que la tengan mis hijos y los nietos, bisnietos y tataranietos que vayan a venir a este mundo cuando yo ya no esté, a ellos no les puedo mentir”.
-No es casual que remarques que no podés mentir, al ser una historia real, tanto para los escépticos como para los creyentes, tu testimonio es otra de las muestras plagada de certezas. Sin embargo, te habrá costado que te crean…
-La previa fue larguísima, durante mucho tiempo conté aisladamente las historias, sobre todo el mensaje de mi nonna, es muy esperanzador y le hizo bien a mucha gente que había perdido un familiar o estaba atravesando algún problema grave. Siempre aparecía algún “refutador” profesional que me realizaba algunas preguntas más exhaustivas, sé que muchos incrédulos se quedaron dudando, sobre todo por algunas otras cosas que no están en el libro. La vida me enseñó a hacer lo que quiero, decir lo que quiero y si bien es cierto que públicamente recién cuento la historia ahora, nunca me importó mucho la opinión de los demás, cuando estoy convencido de algo sigo adelante hasta el último aliento, uno no se arrepiente de lo que hace, se arrepiente de lo que NO hace. Trato de vivir mi vida sin arrepentimientos.
-Al comienzo contás que habías conocido a Dios a través de tu abuela, no quiero dejar pasar por alto que escribiste “a veces sentías que él hablaba en ella”…Esto me hace pensar que antes de estas señales te habían pasado muchas cosas extraordinarias, incluso con ella…
-Mi “nonna”, Colomba, pasó las dos guerras mundiales, fue humillada por los alemanes siendo una adolescente, además de las tragedias de la guerra vivió el dolor del desarraigo, de la inmigración, el hambre en todas sus dimensiones, en Europa y también en la Argentina. Perdió dos hijos. A pesar de toda esa historia tremenda ella era puro amor, todo su ser era angelical, no conocía la maldad. Era el perdón personificado. En lo personal, cuando tenía 19 años tuve un accidente de tránsito en el que me encontré con la muerte, literalmente la vi, pasaron por mi mente todas esas imágenes de lo que había vivido y hasta me vi en un ataúd. Finalmente no me pasó nada grave, pero a partir de ese momento comenzaron a sucederme cosas muy extrañas, predecir algunas cosas que iban a suceder (sin pensarlo, me venían imágenes o sensaciones) durante un tiempo largo podía encontrar cosas perdidas, saber cómo se iba solucionar tal o cual problema, “sentir” lo que una persona estaba ocultándome, saber con certeza quien me estaba mintiendo, etc. Pero creo que estas cosas nos pasan a todos, o al menos a muchos.
-Para los que sufrimos alguna pérdida significativa el libro es otro claro ejemplo esperanzador, en una entrevista contabas que antes de editarlo ya había ayudado a algunas personas, entiendo que ahora todo se multiplicará, ¿Pensás que en parte el libro se haya convertido en algo más?
-Siempre me consideré un tipo feliz, más bien muy feliz. Sin embargo una extraña sensación me asaltaba de vez en cuando, algo así como un saber que algo estaba faltando, sin saber que era. Era el libro, desde que comenzó su recorrido me siento en plenitud, es inexplicable, cuando yo pensaba que más feliz no se podía ser, aparece esta sensación extraordinaria. El libro, contar esta historia a todos los que se pueda, es mi meta ahora. Después de mi familia está el libro, si es necesario ir pueblo por pueblo a presentarlo lo haré, esa es la misión a la que te referís, y es real. Sobre las devoluciones de los lectores: solo en mi ciudad (Resistencia) por lo menos cuatro personas dejaron su trabajo después de leer “El pacto”. Una mujer decidió dejar a su esposo y terminar con una relación de absoluta mediocridad. Todas estas personas se comunicaron conmigo para contármelo, fue muy fuerte, pero lo más impactante fue que luego de leer mi libro una mujer logró recuperar su identidad (…) Marcela siempre sintió que su padre no era su padre, lo sentía en lo profundo de su ser, se lo decía su espíritu, su esencia, pero su mente le decía que estaba loca, que no podía pensar eso, sentir eso. Marcela luchó 40 años contra ese sentimiento hasta que después de leer el libro tomó coraje y enfrentó a su padre y a toda su familia. Su padre le terminó reconociendo que, efectivamente, él no era su padre biológico. Los hermanos de Marcela no podían creer lo que escuchaban. Terminó recuperando su identidad, encontrando a sus hermanos de parte de padre, se realizó un ADN y se cambió de apellido. Esto fue y será muy fuerte para mí, nunca lo hubiera imaginado.
-Vale remarcar los motivos que te llevaron a escribirlo, si bien lo utilizaste como una terapia, tu primer objetivo era dejar testimonio para tus hijos…
-Mi hermana, Paula, se suicidó en febrero del 2012. Mi esposa insistía en que yo debería ir a un psicólogo para que me ayude a superar el difícil momento (ella es licenciada en psicopedagogía), yo me negaba reiteradamente y cuando me pasaron el valor de las consultas mí “NO” fue terminante. Una noche del mes de agosto, a eso de las 23 Hs, me senté y escribí: “¿De qué puedo tener miedo, si sé que cuando te morís, no te morís?”. A partir de esa frase arrancó el libro, creo que lo terminé alrededor del 20 de octubre, escribía cada noche entre las once de la noche y las tres de la mañana. El libro está lleno de llantos, dolores, angustias, risas, alegría, esperanza y amor. Todo lo que sentía mientras lo escribía.
-En ocasiones contás sobre señales de Dios como las de tránsito que te van llegando o indicando hacer un camino por demás irracional. Como contabas recién, hasta te anticipabas a ciertos hechos…eras como el personaje de Michel Fox en Volver al Futuro…
-(Risas) Lo de volver al futuro es exageradísimo. Te puedo decir, sí, que fui una especie de peregrino de mi propia historia, recorro inversamente el camino que hicieron mis abuelos y mis tíos, de hecho cuando llego al final del viaje estoy parado, sin saberlo, en la puerta de la casa desde donde salieron ellos 70 años atrás, bajé del colectivo justo en ese lugar. No tengo dudas de que esas señales, poderosas que van directo al espíritu, al ser, a la esencia humana, vienen desde otro lugar, fuera de este mundo, desde otra dimensión, desde el “cielo” o cómo quieran llamarlo.
-Da la sensación que tu historia no tiene un final, que continúa y tenés mucho para contar ¿o me equivoco?
-No, no te equivocás, no tiene un final, podría seguir escribiendo una segunda y una tercera parte, pero lo que me sucede después es tan extraordinario que me daría cierta vergüenza contarlo en un libro, se lo dije a mi esposa varias veces: “si sigo escribiendo voy a tener que tener mucho cuidado en que no se parezca a una fanfarroneada”. (…) Por esto y más, sostengo que el mensaje de mi “nonna” convirtió mi vida en una aventura extraordinaria. Viví aventuras increíbles en las que el protagonista era yo y no un personaje de Hollywood, me puse del lado de adentro de las películas, del lado de adentro de la tele. Hice lo que soñé hacer y, lo más importante, sin dudas, encontré el amor, el más extraordinario destino al que debería arribar todo ser humano. Aprendí a no correr detrás del dinero para no alejarme de lo importante, de mi familia. Gracias a ese pacto estoy lleno de amor.
-El hecho que seas un reconocido periodista legitima, en cierto modo, lo que has escrito. ¿Te has puesto a pensar que por algo has sido elegido?
-Un amigo mío se murió y volvió a vivir, de no creer en Dios estuvo con Él y pasó a hablar con ÉL todos los días. Vino y me lo contó al aire, vivió unos años más, después se murió definitivamente. Jorge Diel, se llamaba, era periodista de radio y tv, además de médico. El impacto de su testimonio fue tremendo. Creo que sí, que el hecho de estar tanto tiempo en contacto con la gente te da un grado de credibilidad importante, pero te digo algo: saber lo que genera el libro hizo que no me importara nada más, ni siquiera la posibilidad de “rifar” toda esa credibilidad al contar una historia que para muchos puede sonar irreal. Viste que al final uno cree que tiene que hacer algo heroico en la vida, yo me juego con el libro.
-En una parte contás que comprendiste que tu abuela no sólo quería cumplir el pacto, sino ayudarte en la toma de decisiones… ¿Es más que un palito y un incentivo para los quedamos en un supuesto “confort”?
-La vida es movimiento, en cuanto te estancás, por el motivo que sea, los deseos se van diluyendo. Buscar, vivir, desear, moverse, capitalizarse, pero no de dinero sino de vivencias, creo que lo que nos llevaremos para el otro lado son las vivencias, además suponiendo que no haya nada más allá, está demostrado científicamente que los logros que se obtienen de estas búsquedas generan más felicidad que el dinero y las cosas materiales.
-Luego de tantas vueltas regresaste a una de las pasiones de tus inicios, ¿Cómo calificás tu presente en la radio?
-La radio está en mi sangre, mi viejo es locutor, mi vieja la primera mujer periodista del Chaco, mi padrino era jefe de la Agencia TELAM, crecí en un diario, jugando con el plomo de las linotipos. Hay cosas de las que no se puede salir, de hecho también terminé trabajando en una radio en Italia, en Costa Esmeralda, Cerdeña.
Mis objetivos son muy claros: seguir de cerca el crecimiento de mis hijos, continuar afianzando el extraordinario amor con ellos y Mariana (su mujer) y llevar “El Pacto” hasta el lugar más lejano, esperando la ayuda de quienes me la quieran brindar, como ustedes.
-Así como Comer, rezar y amar, tu libro tranquilamente podría tener una adaptación cinematográfica, te has puesto a pensar en eso….Con Revista Random conocemos a algunos productores pero con todos los viajes que diste tal vez necesitemos un socio de afuera…
-La gran mayoría de los lectores con los que pude hablar me dijeron lo mismo. Es para una película -la primera fue mi esposa- así que, amigos de Revista RANDOM…vamos para adelante con esos productores amigos suyos. Y, les aseguro, que estaré siempre agradecido por lo que hacen por mí, por la nota esta y si sale la película me vuelvo accionista de la Revista.
-Te tomo la palabra…
-Hecho (Risas).