Por Franco Colamarino/
Antes de cumplir un año, su papá (el también actor Edgardo) se enteró de que en la telenovela “Recordarás mi Nombre” necesitaban con urgencia un bebé para una escena y decidió prestarles a su hijo a los productores.
Es casi un actor desde la cuna, además toda la niñez de Julián estuvo vinculada a la actuación, siguiendo cada paso que daba su padre que dictaba. Ahí conoció todo el detrás de escena, desde las luces hasta las puestas y jugaba con los actores que pasaban por ahí. A sus siete años asistió a su primer taller y madrugaba todos los sábados y domingos para ir a la Escuela Distrital de Teatro Luis Enrique Osorio. Su abuelo lo acompañaba en esos comienzos hasta que a los once se “sentía grande” y quiso ir solo en colectivo (ignoraba el gesto de amor precavido de su abuelo que lo seguía sigilosamente en taxi hasta que lo veía entrar y luego se volvía para su casa). En esa época donde se movía por sus medios, ya había trabajado en cine para la película “Técnicas de Duelo”. Más tarde vinieron decenas de papeles en series, telenovelas y películas: “Francisco el –Matemático”, “Los reyes”, “Los Tres Caínes”, “Guajira”, “Golpe de Estadio”, “La semilla del silencio”, “Retratos en un mar de mentiras” y “Hasta que te conocí”. Por estos días se luce interpretando a Beto Pérez, el creador de Zumba que se estrenará en nuestro país el 20 de mayo por Telemundo Internacional (a las 17 hs).
Julián le pone el cuerpo a la biopic de Alberto Pérez, bailarín y coreógrafo colombiano que creó el programa de acondicionamiento físico llamado “Zumba” en el 2001 y con él que se hizo millonario por su práctica en todo el mundo. Si bien la empresa no reveló públicamente sus resultados financieros, se calcula que 15 millones de personas toman clases de Zumba cada semana en 185 países. En el papel de Beto en la edad adulta, Julián le pone el cuerpo a una persona amable, que da todo por Gloria, su mamá, que se siente responsable por el ser único hombre de la casa. A pesar de haber nacido con escasos recursos, disfruta la vida, y encuentra en el baile su pasión y su futuro. Es leal con sus amigos, es líder, y no se deja ahogar en los problemas.Tiene una capacidad innata para crear pasos, pero también la gran vocación por ayudar a los demás. En diálogo con REVISTA RANDOM, Román se mostró entusiasmado con el estreno y nos contó las claves para personificar a un personaje devenido de la realidad.
Sabemos que bajaste mucho de peso para el papel y trabajaste mucho las coreografías, ¿cómo lograste esa similitud física y sentir la pasión de Beto por el baile?
Cuando arrancamos el proyecto me bajé casi 16 kilos en un mes, porque se vería como raro que un tipo como Beto que en los 80 y en los 90 era súper flaquito, que yo no tuviera el peso indicado de un tipo que bailaba todos los días. Entre las coreografías con Richi Sánchez (coreógrafo de la serie) y mi afición por el ciclismo logré el propósito. Un gran amigo mío me dio una dieta de ciclista profesional. De hecho me levantaba todos los días a las cuatro de la mañana, montaba bicicletas, llegaba a mi casa, me bañaba y me iba a ensayar las coreografías y después a grabar. Así sí o sí bajé los 16 kilos en un mes y después los mantuvimos entre las coreografías y la bicicleta los 5 o 6 meses que duró la serie.
¿Encima te quedaba energía para bailar?
Con el tema de las coreografías se me complicaba un poco, porque cuando uno no está practicando las coreografías ya que por más que uno cree que baila, puede ser para una fiesta, pero cuando te dicen“tres tiempos acá”, “te tirás al piso y luego te levantás”, a mí me costaba mucho porque no tengo la cotidianidad del movimiento del bailarín. Afortunadamente Richi tenía paciencia y sabía hasta dónde debía insistir y qué cosas no debía forzar. Primero, para que no me desmotivara y segundo para no perder el tiempo, evidentemente nos dimos cuenta que el break dance, hacer zona, pararte de cabeza son cuestiones de años de práctica. Entonces había un chico de la escuela de Richi que me doblaba en esas escenas pero el resto lo alcanzamos a sacar con paciencia, las coreografías de brillantina, todas las coreografías de los bailes de Zumba, los concursos de salsa, la Lambada, fue muy interesante, muy bonito y agotador. Era una delicia porque al final del día, mirabas las coreografías en el monitor y se veían tan pro que me sentía orgulloso de ese esfuerzo.
De hacer más de 40 años de teatro hasta pasarte horas en dos ruedas, háblame de estas dos pasiones…
Mi papá que es actor era maestro de actuación de los alumnos de tercero y cuarto año de una escuelita del distrito muy conocida, que se llama escuela del Estado, y en ocasiones él me llevaba, primero porque no tenía donde dejarme (se ríe). Entonces de tanto acompañarlo comencé a enamorarme de los pasillos de la escuela, del teatro, de ver a los alumnos de mi papá maquillándose, cambiándose; era como la mascota de ellos porque me hacían calentar con ellos, me maquillaban, así no tuviera que entrara la obra. Ese fue el regalo más grande que me hizo mi papá, me escribió en esta misma escuela con los talleres artísticos. De ahí pasé a los juveniles,ahí me gradué y pasé a otra que era el Teatro Popular de Bogotá, que ya desapareció. El teatro ha sido mi motor. Hoy precisamente terminé mi trabajo de mi profesionalización con la Universidad de Antioquia para graduarme con el título de Maestro en Arte Dramático. Es como que siempre ha estado presente, siempre ha estado ahí.
¿Y la bicicleta?
Y lo de la bicicleta es una cosa muy bonita que apareció hace más de doce años en mi vida y me pasa con ella lo mismo que le pasa a la gente con el fútbol. Me conozco a los ciclistas, soy fan de ellos, tengo camisetas firmadas, soy amigo de Esteban Chávez, Edgar de Bernal, Oscar Sevilla. Por ejemplo, la dieta que te contaba para bajar de peso me la dio Esteban que estaba en pleno giro y me dio una dieta que prácticamente era comerse una harina al día; y con ese entrenamiento obviamente quedé peso pluma. Pero se me facilitaba porque la bicicleta es lo más cercano a la meditación que yo he encontrado. Lo explico muy sencillo: tú estás en la bicicleta en la ruta y te ponés a pensar si pagaste la boleta del gas y si me va a salir trabajo y etc, aparece un perrito y lo atropellas y de paso te caes y te partes el alma. Las dos o tres horas que uno está montado en la bicicleta está concentrado en la respiración, en cómo va la vía, si empezó a llover, si hay piedras, si hay un ferrocarril, entonces es una pasión que comparto con el teatro y la actuación.