Era vísperas de Navidad en el asentamiento de Remedios de Escalada de Córdoba. Una pareja de reporteros gráficos –ya veremos que son más que esa noble profesión- estaban invitados a un evento, se largó la lluvia y se suspendió por el peligro de las conexiones eléctricas. Una vecina de la barriada popular les dejó la inquietud -a esos fotógrafos- si podían hacer algo para esos niños en esa fecha tan especial. En un primer relevamiento los niños eran 250 y había cuatro días para organizar. Al día siguiente ya eran 350.
La pareja de reporteros –que también lo son en la vida marital- son Amalia Varela y Miguel Augusto Fierro, juntos crearon el colectivo artístico Fotógrafos Solidarios y visualizan acciones de caridad e inclusión. Seguimos con la historia. Como su tarea de cobertura social ya tenía algunos años y contaban con página de Facebook publicaron la idea de juntar regalos para esos niños. Para su asombro empezaron a llover regalos de toda la ciudad. “No sabemos porque habían llegado tantos regalos, la labor era ardua pero muy satisfactoria. Debíamos evaluar cada regalo porque también había muchos usados en buen estado pero que necesitaban un baño y reacondicionamiento, hicimos bolsitas con regalos equitativamente”, recuerda Amalia.
La noche anterior terminaron con 650 regalos, todos en sus bolsas y preparadas con mucho amor. Los regalos finalmente eran casi el doble de lo relevado, pero el día del evento aparecían niños de todos lados; de los pasillos salían ocho o nueve niños que no estaban contabilizados, por lo tanto terminaron entregando los 650 regalos con el corazón lleno de felicidad.
“Por algo nos llegaron tantos. Los angelitos estaban protegiendo a cada uno de esos niños que recibieron su obsequio”, dicen.
Las miradas de Amalia y Miguel son de personas dichosas, de gratitud, como si todas las escenas y gestos que captan magistralmente con sus cámaras primero se procesan en sus retinas y a partir de ahí se multiplican. Conocen la injusticia de los oprimidos, palpan en carne propia las desigualdades y la falta de oportunidades pero capturan la belleza de las almas de anónimos que con Fe, voluntad y acción procuran mejorar las realidades. Varela y Fierro hoy están acompañados en Fotógrafos Solidarios Córdoba por Marcos Ferreyra y Andrés Toledo. El primer evento que cubrieron fue la celebración del Día Internacional del Síndrome de Down. “El conocer, estar, entablar relaciones con esta maravillosa gente provocó en nosotros un sentimiento sin igual. Eso hizo que, luego del evento, nos juntásemos a tomar un café y allí decidiéramos que esto que habíamos sentido, este sentimiento que había nacido en nosotros, no podíamos no contarlo. Este sentir fue el que impulso que formáramos Fotógrafos Solidarios Córdoba”, dicen.
¿Qué tienen en cuenta a la hora de salir a realizar un reporte fotográfico?
Miguel: El aprendizaje. Cada vez que terminamos un encuentro siempre algo nuevo nos sorprende por el conocimiento y las acciones de las personas. La cámara solo transmite lo que ves o lo que sentís.
¿Cuál creen que ha sido la clave para sacar tan buenas fotos como las que consiguen? Ya que logran capturar la alegría y el amor sin interferir, ¿No?
Amalia: Cada uno tiene su forma e impronta al hacer una foto. Personalmente a mí me gusta dejar que las cosas fluyan. Y estar atenta a las miradas, las muestras de afecto, una caricia, miradas cómplices, carcajadas. Sin interferir. Simplemente disfrutando, empatizando y valorando tanto el amor como el esfuerzo que ponen diferentes organizaciones para realizar los eventos. Simplemente es dejar libre al corazón y disparar cuando él lo dicte.
Miguel: Lo de buena fotos es a tu criterio (se ríe), en realidad porque no cubrimos el evento, sino que cubrimos los sentimientos del evento, nos dejamos llevar por el sentimiento de las personas y qué es lo que sucede en cada actividad.
Amalia me decía que esto te hace crecer como ser humano, ¿Cómo queda también ese corazón cuando ven tanta injusticia que padece la gente?
Amalia: Son momentos también de angustia. De impotencia. Hay veces que no podés creer cuán grande es la brecha. Nadie elige estar en situación de pobreza, de falta de oportunidades. La cruel realidad te pone en ese estado. Recuerdo una de las salidas de la Fundación Creamos en que los acompañamos, era una noche helada en Córdoba. Cuando llegamos a casa nos acostamos y ya estábamos calentitos, mi corazón se hizo añicos pensando en esas personas que no eligen estar en la calle. Pensaba en cuanto tenemos, así sea que no estemos en la abundancia, pero tenemos un techo, una cama, alguien que nos abrace y nos contenga. Muchos de ellos no tienen nada más que un pedazo de cartón o una colcha fina, pero también el amor de quienes les lleva un plato de comida, una palabra, un abrazo. Son sentimientos encontrados. Ninguno de mis análisis resistió que las lágrimas de impotencia rodaran por mi mejilla. Por eso siempre digo que es un aprendizaje constante y un crecimiento como ser humano invaluable. Jamás volverás a ver el mundo de la misma manera.
Amalia: Son momentos también de angustia. De impotencia. Hay veces que no podés creer cuán grande es la brecha. Nadie elige estar en situación de pobreza, de falta de oportunidades.
¿Cuáles han sido los mayores logros que obtienen? En principio imagino que visibilizar realidades que no salen en los medios…
Amalia: Nuestro principal objetivo es que la gente conozca lo que se hace en Córdoba y pueda sumarse a algún proyecto siendo voluntario o dando una mano en alguno de los tantos grupos que hay. Un gran logro también es que se han formado redes de contención entre diferentes organizaciones. Hemos hecho verdaderos amigos que, por medio del amor y la solidaridad, estamos conectados siempre. Y nos damos una mano. Siempre están al pie del cañón. ¿Hace falta algo para algún lugar en especial? Allí están ellos dándonos su apoyo y aportando un granito de arena para beneficiar a quien lo necesita. Esa sensación no tiene precio, te llena el alma.
Miguel: Sí, fundamentalmente eso, que los medios no se sienten atraídos por estar en estos eventos y poder contarlos nos llena de orgullo. Internamente una felicidad enorme, es un aprendizaje gigante. El mayor logro, creo intentaré medirlo, y es que la gente conozca todo lo que sucede en Córdoba, todo lo que las personas hacen por los demás. Esa es una enorme satisfacción.
¿Qué tienen esas personas que dedican sus horas a mejorar la vida del otro? ¿Cuáles son algunos ejemplos que los han cautivado?
Amalia: Sí, gracias a Dios y al universo son innumerables los grupos y asociaciones que piensan en el prójimo. Dejando de lado muchas veces horas de compartir con sus familias, para entregar amor a otro. El amor es lo que nos une. Somos todos iguales ante el mismo cielo. Podría nombrarte un montón de grupos. Uno de los más emotivos fue para el mismo 24 de diciembre de hace un par de años que compartimos con nuestros amigos de Puente Solidario, que llevan la cena a los papás de los niños internados en el Hospital Santísima Trinidad. Fue muy fuerte ver a todas estas familias que integran el grupo llevando un abrazo y una palabra de aliento a esos papis que tanto lo necesitan. Y también sentir ese amor por parte de ellos. Saber que alguien los piensa y dedica el tiempo, que muchos están preparando la cena familiar, arreglando la mesa navideña, recibiendo a los invitados. Ellos no. Ellos están cocinando para personas que no conocen pero saben que necesitan esa palmada en el hombro, ese abrazo sincero. Ese sentimiento te lo puedo contar pero dudo que te lo pueda transmitir en una foto. Porque son cosas tan fuertes, el amor es tan fuerte que luego de dos años se me llenan los ojos de lágrimas al recordarlo.
Miguel: Ángeles. Son ángeles que están cuidando a los demás, son ángeles que se preocupan por el otro, son ángeles que se empoderan del otro. Los hospitales de niños, los ancianos, los niños con cualquier discapacidad, todo ha sido un hermoso aprendizaje, un empoderamiento de su formas de su existencia.
Gracias a sus fotos fueron centenares las personas que se acercaron a lugares donde se las necesitaba, ¿Cuándo descubrieron el poder que tenía internet?
Amalia: En realidad aún no somos conscientes y hemos tomando conciencia a media que los organizadores de cada evento nos hablaban para contarnos que es lo que había pasado después de nuestra intervención. Y eso nos hace muy felices, nosotros ignorábamos del poder que tiene la web e internet. Los contactos fueron apareciendo poco a poco y nos dimos cuenta de que internet es más inclusivo que nada, porque podés ser millonario o poder estar en la región más humilde y nuestra página los une a todos bajo una misma línea, nada los diferencia.
Hace poco estaban organizando eventos para gente que sufrió inclemencias del tiempo o antes para una nena que necesitaba un aparato, ¿Qué los lleva a involucrarse más allá de las fotos?
Amalia: Sí, nos sumamos a la causa de Abril que necesita un aparato específico y muy caro por un tema de salud. Nosotros sumamos un granito de arena con la difusión y como siempre contamos con grandes amigos de corazón gigante. No se llegó al objetivo económico final pero se consiguió sumar y ayudar a la lucha de Abril y Vanesa, esa madre incansable que da hasta lo que no tiene por su hija. ¿Cómo no estar acompañándola? Y con nuestros amigos de Lucio V. Mansilla que sufrieron -a mediados de noviembre- un tornado también. Sectores olvidados. Que sufren porque tienen agua una hora al día, que no sube a los tanques porque no tiene presión. Algo tan indispensable como el agua, no se puede creer. Ramona tenía su casita con 2 dormitorios, cocina, baño y living. Pasó el tornado y le levantó los techos. Sólo le dejo techado el living que es donde está viviendo la familia (ella, su esposo y sus 2 hijos).
No puedo entender aún que no tenga una solución. No importa de qué Estado llegue, pero no llegó. Le dieron dos chapas cortas que no llega a cubrir nada. Nosotros sólo pudimos acercarles mercadería, ropa y agua mineral.
Visitamos el lugar y recién ahí vimos que lo que necesitaban más eran materiales de construcción, lo cual es más complejo de conseguir y sobretodo transportar. Nuestra casa era un lío (risas). Teníamos, gracias a Dios, mucha donación de ropa. Que es todo un tema. Porque hay personas que no entienden el sentido de donar. Donar no es descartar ropa sucia, rota, no es una limpieza. Donar es dar con amor lo que ya no usás. Hay una gran diferencia. Y como ellos justamente lo que no tienen es agua llevamos todo lavado previa selección de la ropa. ¿La dignidad ante todo, no?
Miguel: Alguna vez decíamos en el grupo que un fin de semana sólo de actividad nos daría vida social por el resto de nuestras vidas, lo cual es una muestra de que de cómo nos comprometemos o cómo la gente se acerca a nosotros, cómo nos unimos en cada en cada evento, con cada persona. Porque llegamos donde llegamos, porque hacemos lo que hacemos, los pedidos en general nos llegan en la web y es muy difícil elegir, pero hay causas que nos conmueven y no podemos dejar pasar. Puntualmente hay cosas que nos movilizan e intentamos estar o ayudar de alguna manera.
¿Cuáles son los próximos objetivos que tienen como artistas?
Intentar seguir aprendiendo, seguir contando lo que sucede con los cientos de personas que hacen tanto. Quizás si pudiéramos crecer en cantidad de personas en el grupo y así poder empezar salir un poco de la ciudad, ya que también hay muchísimas cosas por contar todavía en el interior de Córdoba y ni hablar de nuestro país.
¿Qué es ser solidario para ustedes?
Amalia: Ser solidario es ayudar a otro sin esperar nada a cambio, motivado solamente por el amor al prójimo, poniéndose en los zapatos de otro, saliendo de nuestro lugar de comodidad y sintiendo que quien está pasando un mal momento nos necesita, sin que lo haga explícito, pero vos lo estás viendo. Ya no podés seguir de largo. Lo viste, lo sentiste y es el momento de actuar.
Miguel: Ser solidario… había alguna definición perfecta que alguien alguna vez nos dio, lo incorporamos y lo olvidamos (risas). Definitivamente creo que es empoderarse el otro, entender al otro, comprender al otro, ser parte del otro, de su lucha, de sus aprendizajes, de sus dificultades.