Tuvimos que esperar un día para encontrarnos cara a cara con el rey de las alturas, el majestuoso Cóndor de Los Andes. La lluvia torrencial no nos permitió hacer la cabalgata hasta la morada del cóndor, el ave más grande del mundo y tuvimos que esperar un día más. Es increíble el microclima que hay en este lugar paradisíaco de los llanos riojanos, la Quebrada de los Cóndores, donde en día soleado es espléndido y los suaves vientos traen el olor de las plantas aromáticas como el poleo o el inca yuyo y de noche BAJA la temperatura y negros nubarrones llenan el cielo.
La cabalgata no se pudo hacer, pero era tanta la inquietud por encontrarnos con el dueño de esas alturas que hicimos el recorrido caminado desde la madrugada. Nos habían dicho que las mejores horas para el avistaje eran el amanecer y las primeras horas del día. Caminábamos siguiendo un transparente arroyo, cruzando de un lado al otro tratando de evitar grandes piedras y la gran vegetación del lugar. Fuimos subiendo y los cactus en flor parecían resguardar este lugar tan paradisíaco que nos estaba ofreciendo a nuestros ojos el guía encargado de llevarnos al avistaje.
Divisamos los primeros cóndores, ya en la cumbre; las cuevas donde habitan se podían ver desde arriba. Habíamos llegado al Mirador a casi 2000 metros sobre el nivel del mar: un enorme precipicio, parecido a un embudo, con salientes donde se pueden ver cantidad de manchas blancas de excremento alrededor de los nidos; es la gran condorera en medio de la Sierra de los Quinteros, en los llanos riojanos.
Es el amanecer y comienzan a salir de sus nidos para iniciar su majestuoso vuelo, que aprovechando las corrientes térmicas de aire caliente pueden llegar a volar a 7000 metros de altura y por mucho tiempo.
El cóndor siempre se ha visto como un símbolo de fuerza y un ave que puede ayudar en la salud de los humanos. Quizás eso haya hecho que esté en peligro de extinción. Antiguamente, por falsas creencias basadas en la ignorancia, se los mataba para consumir la carne o sus distintos órganos creyendo que devolvía la virilidad o la sanación de alguna enfermedad del ser humano. Otros creían que eran dañinos porque mataban animales para alimentarse; hoy se sabe que son carroñeros pero aún así enontramos casos como las matanzas de más de 97 aves este año. Depende de su visión y de su alta capacidad de aprender por asociación para dar con sus fuentes de alimentos y comparte sus áreas de caza con miembros de la familia del buitre o jote americano.
Su cortejo nupcial es cada dos años, las hembras ponen un solo huevo y durante 55 días se turnan con el macho para incubarlo. Si la reproducción no se hizo porque el huevo se rompió, recién la hembra vuelve a poner otro huevo. En épocas de escasez de comida tampoco se reproducen. Tienen una sola cría que cuidan por casi dos años. Cerca del nido siempre está uno de los dos con el pequeño cóndor, que es marrón y muy indefenso porque no puede volar.
Cuando deben comer lo hacen de acuerdo a su edad y a su sexo: Los más adultos son los dominantes. Comen primero y todos los machos comen antes que las hembras. No es una especie dañina, come restos de animales muertos y puede recorrer más de trescientos kilómetros a grandes altitudes, buscando su comida. La agresividad es una característica rara en el Cóndor.
Los jóvenes y los adultos que no tienen pareja durante la noche se juntan, mientras que los que son pareja siempre están juntos. El cóndor forma pareja con una sola hembra, es monógamo, (su compañera/o es para toda la vida. Llegado el término de su vida útil (50-60 años) o porque uno de los dos muere, se eleva en su último vuelo a alturas impresionantes y se deja caer en picada en actitud suicida.
Recién cuando el pichón come por sus propios medios, a los dos años aproximadamente, comienza a volar buscando su comida. El plumaje que era de un marrón opaco, comienza en la mediana edad a cambiar por un gris y finalmente a los seis años, ya adulto, en blanco y negro.
Características Insólitas del Cóndor Andino
Durante la noche la temperatura del cóndor baja y esto le permite conservar su energía, mientras que en la mañana y durante el día, abre sus alas para elevar nuevamente la temperatura.
El Cóndor no domina el arte de volar hasta que comienza sus primeros aleteos a los siete meses de edad y depende de las corrientes ascendientes de aire caliente para planear en lo alto durante largos períodos y por largas distancias.
Carece de laringe y por eso no puede emitir sonidos ni cantos como otras aves.
La hembra se caracteriza por sus ojos rojos y brillantes, y el macho tiene la cresta carnosa que lo destaca.
Su apertura de alas es de tres metros y la altura es de 1.3 metros.
Conocimos al gran Cóndor Andino, pero una vez más aprendimos mucho de la naturaleza y del instinto animal. Un ejemplar tan maravilloso que cuida a su hembra hasta el final de sus días, se cuida en su reproducción en tiempos adversos y tiene uno por vez para poder cuidar a su pichón hasta que éste puede valerse por sí mismo. ¡Sabia naturaleza, con solo mirarte cuánto aprenderíamos!