Agustina Paz

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Escribe: Franco Colamarino/Fotos: gentileza Gabriel Orge y AP

La cantautora argentina que brilla con su tercer trabajo “Yugo” es una experta en conseguir belleza en los pequeños detalles. Desde arreglos magistrales hasta composiciones exquisitas, logra con su piano despertar los sentidos y con su voz aportar un oasis de sosiego en medio de jornadas asfixiantes. Una mujer que conquista con sus melodías y se nos hace imprescindible escucharla.

Creciste en un pueblo (Norberto de la Riestra) donde no había colegios con orientación artística, asimismo nunca dejaste de tocar y lo hacés desde los cuatro años, ¿Cuánto tuvo que ver ese piano de tu bisabuela concertista que heredaste?

Recuerdo pasar mil horas tocando en ese piano para un público imaginario.  Recuerdo algunos amigos de mi hermano quedarse escuchando del otro lado. Aunque no parezca siempre fui tímida y el piano me ayudaba a socializar. A veces, el padre de una amiga me venía a buscar para que vaya a tocar un rato a su casa. Y recuerdo escuchar los vinilos que ponía mi papá: Pink Floyd, The Beatles y también cancionistas latinoamericanos, Violeta Parra, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, etc.  Es cierto que no había escuelas que faciliten lo artístico pero creo que el arte está más allá de las formaciones. La “formación” debiera expandirnos pero a veces termina condicionando. Hoy creo que fue beneficioso este entorno para mí, han sido los árboles y los pájaros mis mejores maestros. El vacío, la “falta”, creo que propician la creación.

Quizás tu canción “El pasado” es la que más se refiere a ese entorno, ¿Hay un dejo de melancolía que en algunos casos atraviesan una parte de tu obra?

Hasta YUGO, mi último disco, hay en mi obra un intento de transformar en belleza una cierta melancolía que me acompañaba. El paisaje sin duda ha influenciado en el devenir de mi música. Hay como un juego con el no paso del tiempo. Me gusta cuando el tiempo se detiene y entrás profundamente en el instante. Eso me lo dio seguro el pueblo. Pareciera que nada pasa y hay espacio para que pase todo. La proximidad con el horizonte te genera esa sensación.

Me gusta cuando el tiempo se detiene y entrás profundamente en el instante.

A pesar que pasaron muchos años hasta tu ingreso al Conservatorio Nacional al término del secundario, ¿Cuándo sentiste que tu carrera sería en la música? 

No creo haber hecho esa elección conscientemente. A lo mejor sea la música quien te elija. Luego hay el compromiso de hacerlo fluir o no. Y luego “profesionalizar” esa pulsión natural tan genuina siempre representa una lucha, que acaso nunca tenga fin. Es como elegir la incertidumbre a cada paso, vivo con esa adrenalina de no saber qué va a pasar y siempre termino sorprendiéndome gratamente.

Además de lo clásico te formaste en tango, canto, jazz y armonía, arriesgo que en época eras como una esponja en plena búsqueda evolutiva no?

Cuando vine a vivir a Buenos Aires, me deslumbré con las opciones de formación. No era de la clase de personas que saben lo que quieren desde el primer momento, sí, soy muy curiosa.  Así que empecé por lo que creí mejor en aquel momento. El Conservatorio se suponía una institución prestigiosa, pero me empezó a pasar que descubría otros ritmos, otras formas y, sobretodo, la necesidad de decir, de crear mi propio mundo sonoro. Entonces de a poco fui bajando “de la tiranía intelectual de lo académico a las esferas de la música ligera”, diría Schoenberg. Encontrándome con aquella música más verdadera, más cercana para mi propia expresión. Más simple pero también más viva, fresca. Hoy tengo la libertad de hacer la música que elijo.

¿El impulso de tus primeras composiciones fue la exploración de nuevas tecnologías? ¿Cómo se dio el trabajo con la electrónica?

En verdad, ahora que lo pienso, recuerdo haber compuesto cuando tenía ocho años una canción con mi amiga Marianela. Y unos años más tarde unas canciones muy graciosas para un programa en la tele local. Luego, ya en Buenos Aires, las primeras composiciones que aparecieron como un experimento de musicoterapia. Quería probar en carne propia el potencial salugénico de la creatividad. Justo me enamoraba y me sentía vulnerable así que no solo me encontré con mis sombras sino que descubrí mi vocación. Ahí decidí experimentar, componer para otros y tuve la experiencia de hacerlo para Operación Triunfo. La electrónica apareció como una oportunidad laboral, empecé haciendo música para gimnasios y luego discos para un conocido sello de Chill Out. De paso fue una gran ayuda para aprender a manejar las herramientas básicas de mezcla y producción para empezar a dar forma a la producción de mis canciones.

Sentada con una guitarra en el malecón (Cuba) fue que me descubrí como Agustina Paz. Fui muy feliz en La Habana.

Mencionaste la musicoterapia, ¿Cuánto tuvo o tiene de aporte esa vinculación a la enseñanza?

La musicoterapia me ayudó a ver que todos somos seres creativos. Y que nuestra salud está totalmente conectada con esa capacidad. El mundo que nos rodea se nutre y se modela de acuerdo con nuestra capacidad o incapacidad de intervenirlo. La música es una buena herramienta de auto conocimiento y un medio capaz de despertar la vitalidad oculta. Sin dudas influyó e incluye en lo que compongo y en lo que enseño a mis alumnos.

 Un viaje particular a Cuba fue trascendental en tu carrera, ¿Ese fue el motor del primer disco “Bosques en desiertos? 

Así es. En ese viaje decidí que quería ser cantautora. Sentada con una guitarra en el malecón fue que me descubrí como Agustina Paz. Fui muy feliz en La Habana. Mi primer disco nace con una canción muy influenciada por la Charanga Habanera, cuyos pianos armé junto con Orlando Luna, pianista entre otros de Omara Portuondo. La música afro cubana me devolvió el cuerpo. Le estoy muy agradecida.

Este año grabaste un “desencuentro en el estudio” donde reversionaste algunas de tus canciones, ¿Cuánto has ido fluctuando desde tu primer disco? Entiendo que el cambio y la exploración constante constituyen una de tus principales características…

(Risas) Sí, será acuario en el ascendente o un impulso escapista que no logro domar. Me atrae la diversidad. Igual creo que hay una constante, que es el impulso a aunar distintos aspectos. Mis tres discos siguen una línea, el primero, “Bosques en Desiertos”, es el retrato de una historia de amor, y va pasando por todas las músicas que escuché a lo largo de esa relación. El segundo “El Paztiche”, es un disco que fue parte de un blog, y si bien la unificación estaba dada por el sonido electrónico de instrumentos virtuales, la diversificación se fue dando con las ideas de los que comentaban en el blog, de donde salieron las canciones. En YUGO es donde más me acerqué a plasmar esta diversidad. Cada canción tiene un sonido muy único. Participaron desde la Murga “Imperio de la Avellaneda” de Riestra hasta un poeta de “La Isla” de La Reunión que conocí en París.

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Ya que hablás de colaboradores, ¿Cuáles fueron los músicos o las experiencias que han favorido enormemente a tu carrera?

He conocido muchos artistas, de los cuales me he nutrido. Me gusta cuando se dan esas oportunidades de mezclarse con personas que tienen un trip fluido con la música como Juanchi (Baleiron) de Pericos o Alejandro Terán. Los ves que disfrutan y se suben a un tren que los lleva a encontrar belleza con facilidad y felicidad. YUGO me dio la posibilidad de trabajar con muchos artistas admirados que tienen este tipo de vuelo, esa experiencia ya vale todo como Quintino Cinalli. Miguelius (beat Box) o Juampi de Mendonca. Cuando te cruzás con artistas verdaderos tu vida cambia.  Alguien muy importante en mi carrera fue Grace Cosceri. Una persona que admiro en lo profesional profundamente. Ella me ha ayudado muchísimo, ha sido súper solidaria en impulsarme y conectarme con grandes músicos.

YUGO impresionó a la crítica y han sido unánimes en el elogio…

Siempre destaco cualquier comentario porque es un aliciente para seguir. Venga de donde venga. Los elogios de la prensa son gratificantes, pero valoro mucho también los comentarios de colegas o de gente desconocida, desde alguien que pudo haberme escuchado en el programa de (Jorge) Lanata o quién viene a ver un show. Recuerdo especialmente el comentario de un músico que me dijo que uno muchas veces se cuestiona la profesión por el esfuerzo que implica y que escuchar YUGO le había ayudado a recordar para qué lo hacía.

Acaba de empezar el año y estoy trabajando a full en la música de una nueva serie de televisión, con un elenco tremendo, que estaría saliendo por la pantalla de América, a mitad de este año

Ahora el desafío será conservar esta vara alta, pero te gusta embarcarte en retos difíciles…te imagino continuando esa senda…

Estoy muy contenta con todo lo que la música me viene regalando. Los conciertos seguirán, estoy planeando gira por Latinoamérica, tengo muchas ganas de llevar mis canciones a México. De todas maneras mi desafío ahora pasa más por formar una familia, tengo ganas de ser madre y nunca había dejado mucho espacio para eso. Igual se viene un año fuerte para la carrera. Acaba de empezar el año y estoy trabajando a full en la música de una nueva serie de televisión, con un elenco tremendo, que estaría saliendo por la pantalla de América, a mitad de este año. Espero poder contarles más detalles de esto pronto.

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