Hace 15 años un evento de moda -o de algún tipo de lanzamiento comercial- transcurría monótono, como en general sucede: cóctel, espumante, sonrisas forzadas, perfumes en cantidad, poses y más poses; hasta que sonidos que provenían de un saxo se adueñaron de la escena. Un barbudo en tiempos donde aún no existían los hipster bajaba y subía los dedos a gran velocidad, planteaba un oasis donde escapar, incluso de los bocaditos y mini empanadas que circulaban y tanto nos atraen a los periodistas como yo, criados en la cultura de comer de arriba. Me enteré que era un tal Michi Quiroga, jujeño y residente en Córdoba, recién recibido de Arquitecto y algún detalle más. Cuando intercambiamos unas palabras noté esa hospitalidad norteña, esa calidez y simpleza.
Hoy me dice: “poné que soy mitad jujeño y mitad córdobes”, y sigue con la humildad del que no le interesa salir en la foto sino recrear un estado de sensaciones. Que algunos medios nacionales hayan reparado de él, que en sus comarcas sea más reconocido y su disco de temas propios muy elogiado, o el mismísimo Nano Serrat se lo lleve a girar por todo nuestro país (a excepción de dos provincias); son sólo consecuencia de un tipo que toca como vive.
¿Qué te acordás de la primera vez que te atrapó el saxo?
En realidad fue todo un proceso, a los seis años empecé con piano que me dio los conocimientos armónicos para poder componer mis temas y necesitaba el brillo de una melodía, en Jujuy no tenía quién me enseñe saxo. El instrumento primario de viento y de formación académica fue el clarinete que me dotó de técnica y control del sonido. Hasta tiempo después llegar al saxofón en Córdoba.
¿Cómo fueron tus primeros pasos en Jujuy? ¿De dónde viene ese carisma especial que tienen los jujeños en lo musical?
Jujuy tiene una carga paisajística grande como su legado ancestral Andino en donde influye por los poros en los que nacimos en esa tierra. Escalando semejantes montañas, encontrarse consigo mismo en el silencio para soltar notas que nacen desde el “interior”, alejado de los ruidos y los grandes centros urbanos; hacen al desarrollo espiritual y de creatividad. En Jujuy conviven y se mezclan dos culturas, una andina originaria y el legado español y el de los inmigrantes en donde se genera un cóctel interesante…Y la alegría siempre está presente, quizás mofándose de un dramatismo contemporáneo.
Desde Jujuy para la Docta, ¿Cómo fue ese desembarco en la ciudad y abrirte paso en la tierra del cuarteto?
En Jujuy viven varios cordobeses y siempre me gusto la personalidad única de su forma de ser, el humor, el empuje y también de refutar lo establecido; complementariedad inconsciente que necesitaba mí persona. Por otro lado, Córdoba es una ciudad bella y una escala media ni muy chica ni muy grande como Buenos Aires. Condimentos especiales que me siguen nutriendo.
Te decidiste a estudiar arquitectura, ¿Qué balance hacés de tu paso por la Facu y la de zapadas que habrás hecho?
Siempre digo que la Facu de Arquitectura me permitió llevar las ideas a la realidad y dotar a mí ser músico de otras herramientas para poder concretar mis sueños. El proceso de diseño y composición son iguales, en una diseño formas, en otra diseño sonidos y atmósferas.
Si continúo cronológicamente debemos hacer lugar para la banda de blues que tenías en los 90, ¿Cómo fueron esos tiempos donde llegaste a compartir escenario con grosos?
Junto a otros estudiantes del país formamos Mama Prieta, una banda de blues que guardo con cariño. Tuvimos la oportunidad de telonear y tocar junto a Pappo´s Blues, en una de las giras más disfrutables del músico junto a la compañía de su amigo y baterista Black Amaya, del recordado grupo Pescado Rabioso. Una época memorable por sus zapadas en donde organizaba Festivales de Blues junto a otras bandas como El Viejo Truco, La Vagabunda, la Croston Traffic y Rolo Casas en el aula magna de la Facultad de Arquitectura.
Conociste a tu actual esposa, formaste familia y decidiste que Córdoba era tu lugar en el mundo, ¿El comienzo del milenio fue la bisagra en tu carrera?
Sí, me casé y siempre tuve y tengo el apoyo de mi esposa que me acompaña y que entiende el ser artístico. Empecé mi carrera solista en un momento bisagra en una situación crítica como el año 2000. Pero como ya había atravesado otros momentos duros, el optimismo, la lucha y el cimiento de mis montañas me permitieron ir más allá de.
Ahora Villa Allende, a salir a caminar y ver las sierras, digo, ¿Cuánto contribuye el entorno a la creatividad musical que experimentás?
El mismo misticismo del norte encuentro también en mis sierras y el verde de Villa Allende junto a sus ríos que me remiten a mis recuerdos de Jujuy y esa mezcla de pueblo que guarda.
“Yes today” fue algo así como premonitorio, un relator diría: “es un buen momento”. ¿Cómo que estabas listo para el reconocimiento que tuviste este año, no?
Fue premonitorio, como vos decís, y estar abierto a fluir y que la vida me sorprenda, fruto de un camino y trabajo interior de lo que es la vida y desapegarse de resultados. Y la vida en su sabiduría te sorprende con regalos únicos.
¿Qué sentiste la primera noche que tocaste en el Gran Rex?
Fue como volver a ver mis montañas sentado en la cima de un cerro en mi quebrada de Humahuaca. Inundándome de la energía del público en donde mi música y el cariño de la gente se mezcló en una sola energía dentro de un gran templo: el Gran Rex. Algo indescriptible y sublime.
¿Qué fue lo mejor que te pasó en esta gira con Serrat?
Serrat es una persona cordial, respetuoso y de pocas palabras, y en Mendoza su camerino colindaba junto al mío. Y después de la previa del teloneo, bajé cansado, y junto al maestro (Richard) Miralles, su pianista de años, me miraron y me dijeron: “te estuvimos escuchando atentamente” y con una sonrisa me abrazaron. Momentos únicos que son como un flash y que te dejan sin palabras. Y ni hablar de la afectividad progresiva de sus músicos a lo largo de la gira con David Palau, Josep Mas “Kiflus”, Uixi Amargós, Vicente Climent y Tomás Merlo, su bajista que también fue bajista de Candy Dulfer para mí sorpresa, mi referente del saxo de Ámsterdam, charlas inolvidables.
¿Cómo dividís tu rutina actual? Tu estilo es muy rítmico, ¿Así es tu forma de vida?
La música guarda una filosofía en sí mismo, tiene ritmo, melodía, matices, compases de silencio y momentos para hacer un solo y cuando te juntás con colegas músicos, sabés coordinar sin hablar en un lenguaje único y que lo aplico a la vida misma.
Leí que cuando buscás inspiración leés filosofía, ¿Cómo funciona esa lamparita creativa?
Todos tenemos la oportunidad de bucear en nuestro interior y alimentar la filosofía de cómo queremos llevar nuestras vidas y rediseñarnos constantemente en ciclos virtuosos aceptando las diferentes etapas del transcurrir.
Desde que te vi tocar la primera vez pensé que te sentaría muy bien una gira americana que supongo ahora está más cercana… ¿Vas por ahí?
Uy, me encanta la idea…seguir jugando y disfrutando junto a otros músicos otras formas de pensar y mezclarnos en un solo lenguaje con las mejores sonidos del universo.