Muchas veces, nuestra concepción de las cosas y la manera que tenemos de interpretar la realidad tienen que ver con tradiciones que están muy arraigadas en lo que denominamos el “mundo occidental”, esa gran categorización europeizante que considera válidas sólo aquellas cuestiones que hacen a la forma (muchas veces unívoca) en la que vemos el mundo que nos rodea.
Escribe: Lucas Javier Vidal
El ámbito del Arte no es ajeno a esta forma de entender lo que nos rodea, y muchas veces por ignorancia o menosprecio, consideramos lo “no occidental” como algo de menor valía o sin el suficiente desarrollo: es el caso, por ejemplo, del arte oriental, y en este contexto, de uno de sus más grandes artistas…
Zhang Daqian (1899-1983), cuyo nombre original era Zhang Yuan y utilizaba el seudónimo de Daqian, fue uno de los más conocidos y prodigiosos artistas chinos del siglo XX.
Está considerado por muchos expertos como uno de los más destacados maestros del siglo. Alcanzó la excelencia en todos los tipos de pintura y es especialmente famoso por sus paisajes, así como sus pinturas de lotos.
De niño, fue animado por su familia a dedicarse a la pintura, y en 1917 su hermano mayor, Zhang Shanzi (artista famoso por sus pinturas de tigres), lo acompañó a Kyoto, Japón, para estudiar teñido de textiles. Dos años más tarde, Zhang Daqian fue a Shanghai a recibir instrucción en pintura tradicional de dos famosos calígrafos y pintores de su tiempo: Zeng Xi y Li Ruiqing. De su asociación con éstos profesores, Zhang tuvo la oportunidad de estudiar en detalle algunos trabajos de antiguos Maestros. Estudió y copió meticulosamente sus trabajos y comenzó a hacer falsificaciones; sus copias engañaron a algunos de los mejores especialistas.
En los 40, Zhang Daqian condujo a un grupo de artistas a las cuevas de Mogao y Yulin, con el propósito de copiar las pinturas budistas de sus paredes (hecho que lo marcó profundamente). Durante la guerra Chino-Japonesa, el artista estudió celosamente la pintura de figuras Tang-Song y las antiguas pinturas monumentales de paisajes.
Terminada la Segunda Guerra Mundial y como rechazo al complicado clima político, Zhang dejó China a principios de los 50, y a partir de aquí, residió en varios sitios, incluyendo Mendoza (Argentina), São Paulo (Brasil) y Carmel (California, USA).
Su encuentro con Pablo Picasso en Niza (Francia) fue publicitado como un encuentro artístico entre Oriente y Occidente.
Zhang Daqian empezó a tener problemas con los ojos a finales de los 50. A medida que su vista se deterioraba, desarrolló el uso del color y la técnica de tinta salpicada, teniendo como referente al antiguo pintor Wang Mo.
Muchos creen que su trabajo se relaciona con el movimiento expresionista abstracto, entonces popular en los Estados Unidos y una manera de dar un espacio a sus pinturas tradicionales.
Sus pinturas de color salpicado alcanzaron en subastas internacionales de la época unos de los precios más altos para las pinturas chinas contemporáneas. Su técnica consistía en verter pintura sobre las telas, sin un plan inicial y en función de cómo se dispusieran éstas sobre el lienzo, las reconfiguraba y retocaba hasta formar flores, ríos, montañas o pájaros (todos ellos temas muy habituales del arte clásico chino).
En la Argentina, una de las principales conocedoras de su obra es Julieta Jiterman, pintora abstracta especialista en arte oriental y consejera de la embajada de China en Buenos Aires.
Jiterman admira especialmente a Zhang Daqian por el manejo del color: “Usaba los pigmentos de roca que usan en Japón, que generan unas combinaciones increíbles y que reaccionan diferente según la cantidad de aglutinante o el clima.
Zhang pudo transgredir el límite sin necesidad de ruptura. Es moderno, sin dejar de ser un gran pintor tradicional. La pintura china tiene fundamentos taoístas, respeta la naturaleza y usa la asimetría, el vacío y la perspectiva aérea”. Jiterman señaló que, en la época de los samuráis, ellos eran entrenados en esta técnica artística: “Decían que había que tener la misma actitud al abordar la hoja en blanco que al entrar al campo de batalla: completamente en calma y con decisión”.
En 1978 el artista se radicó en Taipei (Taiwan). Su residencia Moye Jingshe, próxima al National Palace Museum, es ahora el Museo Memorial de Zhang Daqian.
En la actualidad, buena parte de los principales museos de arte moderno del mundo tienen al menos una pintura de Zhang Daqian, a la vez que se ha convertido en uno de los artistas más cotizados en el Mercado del Arte.