Últimamente nos preguntamos mucho acerca de lo que significa el estilo personal en la era de las redes sociales y principalmente con Instagram. Cada vez que abrimos la computadora o desbloqueamos nuestros teléfonos, nos bombardean inmediatamente con la última tendencia, la nueva marca cool o la It Girl del momento; te guste o no moda, te atraviesa esta información. Y consciente o inconscientemente puede empezar a sentirse un poco abrumador.
La difusión de las tendencias de las pasarelas en estos días, a través de Instagram y de Internet en general, es tan vasta y ocurre tan rápidamente que en un pestañeo si no lo viste te lo perdiste, y lo que pasó solo hace dos semanas ya quedó viejo.
El péndulo se balancea tan rápido que una vez que la colección llega a los locales, ya hemos visto tantas fotos y contenido de ellas en Internet que se siente como si ya hubieran perdido todo el brillo que tenían en las pasarelas.
Si a esto le sumamos las marcas fast-fashion (moda rápida: Zara, H&M, Forever 21, Bershka, etc.) con presupuestos gigantescos que recrean e imitan los looks de las grandes marcas a una velocidad vertiginosa -utilizando su insensato alcance social con miles de imágenes a través de todos los canales que puedan existir -, pareciera que siempre estaremos viento en contra. Dando como resultado un metabolismo para las nuevas tendencias cada vez más acelerado.
Las tendencias – que ahora son globales- disminuyen la magia que tiene la moda sobre el asombro y empieza a sentirse cada vez menos lo que llevamos puesto como una expresión de nuestra personalidad, y más como un juego interminable de intentar mantener el ritmo.
Aún se hace más difícil gracias al e-commerce de las marcas, y ni hablar de la función de compras de Instagram, donde todo lo que queremos está al alcance de la mano todo el tiempo y con un poco de suerte, en cuotas.
Entonces, ¿la respuesta es abstenerse por completo de Instagram? No creo que sea así. Instagram es una gran herramienta. Nos conecta con personas afines de todo el mundo, abre oportunidades de trabajo y colaboración, es una gran forma de autoexpresión y le da voz a marcas más chicas que de otro modo no la habrían tenido.
Pero para que nuestro estilo personal florezca frente a esta inundación de tendencias, creo que debemos ser más conscientes de nuestras fuentes, y más conscientes de qué contenido nos atrae y por qué. En una cultura de usar y tirar que se nutre de una rápida rotación de tendencias, creo que es más importante que nunca cultivar un estilo personal propio y único.
Creo que la piedra angular de un gran estilo personal es también la capacidad de divertirse con lo que tenemos en el placard y no salir a comprar porque ya mostré todo, o no sé qué ponerme. Ir de compras a un vintage puede ser una gran manera de dejarse atraer por ropa que evoca una reacción emocional, es decir, ir en búsqueda del estilo propio, en lugar de comprar en internet o caer en la trampa de Doña Zara, donde la tendencia esta impuesta. Esto no quiere decir que para tener un estilo propio no se debe comprar en ciertas marcas, pero si probar nuevas opciones para que la vorágine de las tendencias no nos saque del camino.
Encontrar la inspiración puede ser fácil y no siempre estar relacionada a las redes sociales. Desconectarse y pasear por la naturaleza o por la ciudad, con todos los colores, texturas, materiales e imágenes que nos rodean. Una película antigua, o un paseo por una galería o un museo pueden ser una gran herramienta en la búsqueda del estilo personal.
Para determinar el estilo propio en 2019, es importante que nos preguntemos por qué nos atraen ciertas prendas de ropa, si realmente nos gustan e identifican o si queremos entrar en una carrera a ciegas de que lo que nos impongan está bien porque es lo que se “debe usar”.
El estilo personal es justamente eso: personal. Lo que te funciona para vos desde adentro hacia afuera y no desde el teléfono hacia vos.