Desde que la pandemia comenzó muchas cosas cambiaron en la mayoría de los aspectos de nuestra vida. Cómo nos relacionamos, cómo trabajamos, cómo consumimos y hasta, por supuesto, cómo nos vestimos.
Y esto no pasó desapercibido para aquellos que diseñan y producen lo que nos ponemos, porque de repente, la mayoría de la gente se inclinó por vestimenta más confortable, de calidad para que dure más, comprar menos y un dato que no pasó inadvertido, de colores. ¿Por qué de colores? Tan simple como que los colores son fuente de alegría, algo muy necesario en estos tiempos.
La fuerza cromática que tienen los colores, la capacidad para levantar el ánimo se ve reflejada no sólo en las pasarelas de primavera – verano sino que también en las de otoño – invierno también. Estos colores aportan felicidad y júbilo que es lo que la humanidad necesita ahora.
Los colores brillantes y los mensajes positivos se imponen tanto en las estampas como en vidrieras, esto es parte de lo que se ha dado en llamar “Triptofashion”, que es el amor de la moda con el color que se vincula con el movimiento que aboga por un optimismo enérgico que se impone ante la crisis que el mundo está viviendo y el cambio climático.
Celebridades como JLo y Justin Bieber han abrazado este movimiento, y marcas sustentables como Stella McCarteney son las abanderadas del mismo. La generación Z ha sido captada por el Triptofashion por la esencia sustentable del proyecto por eso los hace nadar en aguas seguras.
¿Si el comfort dressing fue la tendencia que se acuñó en la cuarentena, el dopamine dressing será la tendencia que nos sacará una sonrisa mientras sigamos cursando la pandemia?
