Volvió al ruedo como una de las tres voces de La K´onga junto a Nelson Aguirre y Diego Granade. Ya sin los ecos de “Operación triunfo”, maduro, padre de cuatro hijos y con su voz intacta, promueve el baile y la fiesta cuartetera.
Pablo Tamagnini hizo un curso acelerado e impuesto sobre esa fama efímera que de un día para el otro convierte a su protagonista en todopoderoso y al tiempo lo despoja de todas sus mieles, dejándolo nuevamente en la vida terrenal sin aquel brillo ficticio que le hizo creer que todo era posible con un simple chasquido de dedos. Es que su participación en el programa “Operación Triunfo” en el 2003 lo recibió como un chico soltero de dieciocho años, padre de una niña de apenas nueve meses y con pocos recursos económicos; y lo devolvió en apenas tres meses, como ídolo pop con la chequera al portador del Banco Central. Pasada la euforia, los amigos del campeón desaparecieron y aunque en su haber quedaron tres buenos discos (“Pablo Tamagnini”, “Custodio de este amor” y “Hoy”), lo cosechado había desaparecido. Siete años le costó encontrar su punto justo, cuando la banda La K´onga de su córdoba natal, lo convoca para que sea una de sus tres voces. Ya no era el pop teen, pero su voz mejorada, podía hacer suspirar a todos los amantes del cuarteto. Con La K´onga ya van por su cuarto disco, mientras las puertas de todo el país, comienzan a abrirse de par en par. Es que Pablo Tamagnini volvió a brillar.
-Mi primer disco tiene muy buenos temas, tiene músicos de primer nivel que hoy son eminencias. Guillermo Vadalá en el bajo, Rubén Goldín, Martín Alfiz y Oscar Mediavilla de productores; que hoy tenerlos en un disco sería imposible. Tuve suerte. Como yo, todos los que salimos de “Operación Triunfo”, pero lamentablemente no es la verdad ni te lo sostienen en el tiempo. Igual para mí en la balanza, fue positivo, aunque muchos renieguen.
-¿Te imaginabas eso?
-No. En absoluto. Yo hacía rock and roll con una banda que se llamaba La base, donde hacíamos covers de Creedence, Rolling Stone, etcétera. Pero mirá lo loco, porque a mí la música me sanó. A los seis años yo era tartamudo pero como mi fonoaudióloga se dio cuenta que cuando cantaba no tartamudeaba, hicimos una terapia con el piano, porque ella era también profesora de canto. Y así me comunicaba sin tartamudear. La realidad era que yo era tartamudo por timidez y porque se me venía todo a la cabeza y quería decir en el tiempo de tres palabras, diez. Y al final terminé afinando y mi fonoaudióloga me decía que emocionaba con mi voz. Y así empezó mi pasión por la música.
-Yo miraba el programa y me acuerdo que decían que eras peón de albañil…
-Claro. Porque mi padre es albañil, y si bien éramos una familia humilde donde no faltaba nada, tampoco sobraba nada. Entonces yo a la mañana trabajaba con mi papá y por la tarde me iba al canal de Río Segundo a aprender de cámaras en el programa “Telemanías”. Encima estaba en concubinato y con dieciocho iba a ser papá de Mara. Vivíamos todos juntos, con mis viejos, hermanos y con mi novia y entre todos pagábamos la olla, la ropa, los servicios.
-La música más allá de curarte, era una posibilidad laboral…
-A mí siempre me deslumbró el escenario. Iba a academias de danza a poner música para ver bailar. Tocaba el bombo, el piano y la guitarra pero siempre fui vago de instrumentos, porque me gustaba más mi voz. Pero tenía que trabajar y con la F100 de mi viejo, en los baches, también hacíamos mudanzas e íbamos a cualquier lado. Yo me sentaba adelante con él, apoyaba la cabeza en el vidrio y soñaba con ser cantante. Tenía el pelo largo hasta la cintura y era fana de Kurt Cobain.
– De la F100 de tu papá al Prime Time de Telefé con “Operación Triunfo”.
Yo ya había estado en un programa de Córdoba que emulaba al “Operación Triunfo” de España en el que Bisbal salió segundo, pero quedé rápidamente en el camino. Al tiempo apareció el casting de “Operación Triunfo Argentina” y me mandé de una. Fue en el canal Telefé de Córdoba. Había más de dos mil personas esa tarde y yo estaba acampando desde las seis de la mañana. Mi viejo me odió porque quería que lo ayudara a él, que era difícil que me eligieran a mí pero fui igual. Y de esos dos mil, quedamos ciento cincuenta. El primer filtro fue por cara, aspecto y con diez segundos de la canción que eligieras, que en mi caso fue la de DLG “Volveré”. Pasé todas las etapas hasta que quedamos los tres que vinimos a Buenos Aires, donde el casting iba a ser más difícil.
– ¿Habías estado en Buenos Aires?
Solo una vez pero por trabajo, nunca a conocer. Encima en mi casa nadie me apoyaba porque teníamos que seguir trabajando, ni siquiera la madre de mi hija. Venir a Buenos Aires en ese momento me salió sesenta y cuatro pesos y fue un esfuerzo venir porque juntamos entre todos. Yo tenía a una tía en Santos Lugares y cuando terminé el casting en el estudio de Martínez, me fui solo, sabiendo que de ahí solo un colectivo me dejaba en Santos Lugares pero era la una de la mañana y no pasaba nada. Me terminé tomando un taxi que me costó veinte pesos, cuando lo que tenía en el bolsillo eran veintiún pesos. Me habían dicho que me vaya que si quedaba me iban a llamar al teléfono de la casa donde iba a estar. Esa noche no dormí. Me iban a llamar al mediodía y me terminaron llamando a las dos de la tarde. Desde las doce hasta las dos, fueron las horas más angustiantes de mi vida.
-Era el teléfono rojo de Batman, o sonaba o se terminaba el mundo…
-Me llamaron y mi vida cambió para siempre (sonríe), porque con un peso no podía volver y no sabía de dónde iba a sacar plata porque mi familia de Buenos Aires tampoco tenía. La producción me pagó el viaje de vuelta y ya desde mi casa en Córdob
a, hacían las imágenes del llamado contándome que quedaba. Y ahí la historia sabida, hasta quedar segundo, detrás de Claudio Basso.
-¿Por qué creés que quedaste?
-Porque mi hija Mara había tenía nueve meses, cuestión que interesó al programa porque mi historia de vida era atrapante: peón de un albañil, con una hija muy chiquita de una provincia del interior, y encima yo tenía una tonada cordobesa que era inconfundible. Para ellos, inmejorable.
-Empezaba tu nueva vida…
-La de todos, porque mi casa explotó de gente. Una casa humilde de Río Segundo que se llenaba de gente todas las noches para verme. “Operación triunfo” hacía cuarenta puntos de rating, así que imaginate lo que pasaba en mi ciudad mientras yo estaba en el programa. Caía gente desconocida, llevaban afiches, daban de comer a todos los que iban. Una locura.
-¿Te confundió toda esa locura?
-Yo era muy chico y la verdad no entendía nada. En las provincias cada gala era una revolución de gente. Una vez una chica me rasguñó todo. Me agarró del paladar con las uñas y me mató. Pocas veces sentí un dolor así. Pero nada de psicólogos, mi cable a tierra siempre fueron mis hijos, Mara (15), Triana (6), Renata (3) y ahora el pequeño Gio (1). Por suerte siempre entendí de qué iba el juego, aunque a veces se volvía inmanejable.
-¿Ganó Basso realmente?
-Fue como un piloto porque fue el primer programa. Creo que como nosotros, también el programa aprendió cuál era la mejor forma. Yo creo que fue todo verdad. Salimos Claudio Basso primero, yo segundo y Emanuel Arias tercero, cuarta Andrea Bella y quinta Guadalupe. Tal vez el que necesitaba más refuerzo o ayuda era Claudio Basso porque nosotros nos vendíamos solos. Prefiero creer que ganó Basso porque lo votaron más personas. Igual ahora, si no fue verdad, no me importa.
-Y cuando te sentías en la gloria, las puertas, sin entender por qué se comenzaron a cerrar…
-Yo estoy orgulloso de mi primer disco. Y el segundo, que tenía la cortina de la novela “Amor en custodia”, fue un súper éxito. Pero por esos motivos que uno desconoce, me soltaron la mano, me encajonaron y se terminó todo. Yo estaba muy arriba y era imposible solo sostenerme. Y desde tan alto y sin paracaídas, caés y no subís más. Vendí mi camioneta para sacar mi tercer disco con Sony llamado “Hoy” pero no tuve apoyo, y sin apoyo de una discográfica, no pasa absolutamente nada. Hoy escucho canciones de “Hoy” y me da mucha bronca porque estaban muy buenas.
– Podríamos dar una larga lista de artistas buenos que sin apoyo desaparecieron…
-Y sí. Me empezó a ir muy mal. Fueron un par de años donde no vendía shows y mucho menos discos. Hasta que volví a trabajar en el campo con mi suegro. La gente me reconocía y me trataba mal porque no estaba cantando, pero yo tenía hijos a los cuales mantener.
-Pero todo tiene un por qué, con el diario del lunes.
-Sí. En el 2013 me llama Alejandro, el bajista de La K´onga, que me había visto en un banco, consiguió mi teléfono y me llamó. Yo estaba trabajando con mi suegro y mensaje de voz: “Hola Pablo, soy Alejandro Melián, del grupo La K´onga, me gustaría que nos juntemos para hacerte una propuesta”. Yo ya había tenido propuestas de otras bandas pero no me gustaban sus formas de trabajar. Pero La K´onga era una banda federal y me entusiasmaba.
-Volver a las primeras planas…
-Total. Me llamaron para una prueba. Me dieron cuatro temas y recuerdo que estaba en la pecera haciendo la prueba y detrás del vidrio aparece uno de la banda, tira un chiste y se empiezan a reir todos. Yo estaba cantando y los veo reírse y pensé “De qué se ríen estos forros, termino de cantar y me voy”. Imaginate, yo cantando lo mejor que podía y del otro lado, todos tentados mal. Me sentí muy mal. Pero había dicho que yo era igual a Chili Fernández –que es cierto- y estaban cagados de risa. Y en ese gesto, me di cuenta que eran muy divertidos, familieros, amigos y me sentí cómodo y así quedamos. Debuté en Sunchales, en la provincia de Santa Fe. Lo que diluvió esa noche fue increíble. Íbamos a probar qué pasaba conmigo en la banda. A las canciones de ellos, le agregamos “Custodio de este amor” y “El rey” y la química fue increíble.
-¿Te molesta que te pidan alguna de tus canciones más famosas?
-Hoy tal vez me molesta un poco cantar “El Rey”, pero “El gusanito” y “Dame un poquito de amor”, me dan placer. Siento que “El rey” es una canción de ficción que no me representa a mí, sino a lo que fue el programa.
-Imagino que apareció algún ingrato con propuestas de volver a ser solista…
-Sí. Hace un tiempo aparecieron con propuestas pero no les di bola. Me dio mucha bronca porque me dieron la espalda cuando más los necesité. Y ahora estoy feliz con La K´onga, quienes me abrieron las puertas de todos los escenarios del país y me prestaron hasta ropa cuando comencé. Son músicos de primer nivel, de hecho me da vergüenza dar notas solo, pero quedamos en que no hay problemas con este tema. Mi presente es La K´onga, sabiendo cuáles son los errores que no tengo que volver a cometer ni en las personas en las que no tengo que confiar.