Escribe Virginia Da Cunha / Fotos: Grupo Mildonio
Hay lugares en el mundo que han tenido la maldición o bendición de no contar con buena promoción turística y por ende quedar en la ignorancia o el prejuicio de la gente. La Rioja es uno de ellos. La única provincia del país que aún desconocía y de la que nunca había escuchado hablar.
Viajar allí significó mucho más que un viaje de turismo ya que permanecí una semana y viví sumergida en el estilo de vida y tiempos de los riojanos. Difícil para mi que soy estrictamente puntual y organizada. Pero mucho más enriquecedor que incluso mi experiencia en Berlín. Es que en La Rioja el tiempo es secundario, el guion y el resultado también. La gente es alegre y distendida, desde el seguridad del supermercado que me prestó su cuchara para comerme un yogurt hasta el que alquilaba autos de colección. Todos te hacen sentir como en tu casa.
Bajé del avión y lo primero que hice fue subirme a un ala delta. Otra nueva experiencia que me enseñó otro modo de volar y una vista increíble de la ciudad. Para mi sorpresa fue una sensación de paz y contención y en ese estado me mantuve hasta que regresé a Buenos Aires.
Los días posteriores fueron dedicados a la filmación del video clip de mi próximo single Ashes To The Wind, pero hasta llegar, no tenía idea qué íbamos a hacer o qué ropa llevar. Me tocó sumergirme en lo desconocido y fluir en el Riojano way, confiando en que eso era exactamente lo que necesitaba que refleje el video. El soltar. Y fue hermoso porque estaba rodeada del mejor equipo de trabajo y los más variados y bellos paisajes.
Vientos Del Señor fue la primera locación: una extensa superficie de suelo arcilloso donde se suele practicar carrovelismo. Yo me tenté y practiqué yoga entre toma y toma. La imagen lo decía todo: desértico y luminoso como el vacío que es origen de todo. Fuente inagotable de creación y encuentros.
De allí volvimos a la ruta y esos caminos entre montañas y cactus que no tienen principio ni final, para filmar al atardecer con sus infinitos colores. No sé qué lugar era pero todos los alrededores de la ciudad de La Rioja son vastamente deslumbrantes. Al finalizar cada día: una comilona sin horario y buen vino para disfrutar lo hecho como si fuera el ultimo día de rodaje.
Al día siguiente nos dirigimos a Pampa de la Viuda. A 45 km de La Rioja, entre curvas y contra curvas, un camino colmado de precipicios, pastizales y flores. Estando a 2.250 metros de altura, pude apreciar su belleza e inmensidad y la cámara no se cansó de registrarlo mientras yo cantaba la canción.
Un día de desierto, otro día de fertilidad. El tercero sería el momento de transitar el camino de la transformación. Y eso fue lo más divertido.
Lo único que tenía en mente para el videoclip y me estaba faltando era estar manejando hacia un futuro infinito, sin horizontes que tajen la visión. Nachito y Santi se encargaron de cumplir mi sueño y en medio de un galpón de 50 autos clásicos de colección, encontramos el auto perfecto. Imposible imaginar este lugar en La Rioja. Imposible llevar alguno de esos autos lejos para filmar pero la amabilidad una vez más lo hizo realidad. Y salí en el Corbett Sport sonriendo como si estuviera surfeando una ola, y cantando bajo el último atardecer para las tomas más importantes del clip.
“Its not just another day, Im driving by the way that takes me home” dice la canción y eso era lo que empecé a sentir habiendo vivido 4 días rompiendo mis estructuras, sin señal de internet la mayor parte del tiempo y disfrutando cada mate y charla en medio de la abismal naturaleza. Volver a casa, a mi Ser sin guiones predeterminados y en contacto con la única ley válida para mi, la ley natural. Disfrutar el camino y entregarse a fluir en lo desconocido para hacerle espacio a lo verdadero.