Ewen Bremner es un apasionado de la actuación, se lo toma como un juego donde uno se olvida de uno mismo. Cuando uno ve a Ewen en persona y empieza a hablar con él, su flema británica surge sin poses de estrella de Hollywood. Protagonizó al mítico “Spud” en la película “Trainspotting” y “Trainspotting T 2”, basado en el libro “Porno” de Irvine Walsh, película icono de la década de los 90 y recordada con pasión por aquellos que pertenecen a la generación X, y después de 20 años vuelve a honrar con su actuación al mismo personaje. Sus personajes son únicos, los ejemplos sobran: Charlie en “Wonder Woman”, en “Match Point” como inspector Dowd o en “Alien vs Predator” como Graeme Miller, entre otros. Nada mejor que hablar con este escocés nacido en la Edimburgo industrial en el ámbito del mayor festival de cine independiente de Latinoamérica (BAFICI).
-¿Cómo fueron tus inicios?
-Fue a través de procesos de admisión que había en Edimburgo y me fui abriendo camino. Tenía más o menos 14 años pero las primeras audiciones fueron un desastre porque no me contrataban para nada, carecía absolutamente de confianza pero en esas etapas era tímido, traspiraba como un chancho, como pidiendo disculpas por existir. Tenía dos respuestas posibles: “Sí” o “No” a las preguntas, sentían pena por mí (Risas), pero fue un proceso de aprendizaje continuo, de estudiar y abordar los personajes que me pedían de otra manera.
-“Trainspotting” fue una película que reflejó los problemas sociales y la cultura de las drogas en los años 90. ¿Hasta qué punto crees que influyó en la gente?
-La película causó controversia en su tiempo porque decían que fomentaba el uso de la drogas. Pienso que mostró de otra forma el tema del consumo de drogas pero de ninguna manera fomentarlo.”Trainspotting” fue una película innovadora por su contenido y estética, reflejó de otra manera los problemas sociales y la cultura de la drogas de esos años. Reveló de una manera muy cruda la naturaleza de nuestros comportamientos dentro de una sociedad capitalista. Influyó mucho, a tal punto que el libro de Irvine Walsh fue uno de los más vendidos en Inglaterra. Eso dice mucho de una sociedad porque se ven reflejados en la película.
-¿Cómo fue volver hacer el mismo personaje 20 años después?
-No es común volver a hacer un personaje que hiciste hace muchos años. Lo pensé muchas veces. Tuve muchas dudas, me divirtió mucho en encontrar el personaje encantador, estoy muy agradecido en haberlo hecho. Me encantó hacer la película tanto la primera como la segunda. Volver 20 años después es algo emocionante, tenía un poco de miedo pero encantó la idea del volver a trabajar con el personaje, con los actores con los cineastas. La primera versión significó mucho para mucha gente, a muchos les tocó de manera personal. Tenía miedo de decepcionar a los fans. Me encantó estar alrededor de estos actores originales. Para nosotros fue una sorpresa ver que los personajes se convertían en algo icónico, pero nuestras actuaciones no se regían por eso.
-¿Cómo encaraste el personaje de “Spud” en su momento? ¿Qué directivas te exigía Danny Boyle?
-Trabajar con Danny Boyle es un placer. Una vez que elige a un actor confía en él plenamente, no habla demasiado ni da indicciones simplemente empuja al actor que vaya en la dirección correcta pero no es demasiado meticuloso, confía en el actor, lo que es bueno como por qué sabe cómo usarlo. Danny te deja libertad para recrear al personaje y eso es algo que ayuda. “Spud” es un personaje que denota ternura y rudeza a la misma vez, tuve un cierto tiempo estudiando la psicología del él, además siempre Danny me iba guiando, pretendía que no fuera nada ni un poco parecido al resto de los personajes.
-Como actor, ¿no tuviste miedo que te identifiquen con “Spud” y sólo que te reconozcan por ese papel?
-No me preocupo por eso, no recibí ninguna queja por ese personaje, en primer lugar porque me abrió las puertas para trabajar con otros cineastas, con directores que creaban otros mundos diferentes. Me gustan las películas que le hablan a la gente, a los espectadores, como actor es lo que más puede esperar porque sino ¿Qué sentido tuvo trabajar seis años en una película?
“Trabajar con Danny Boyle es un placer. Una vez que elige a un actor confía en él plenamente, no habla demasiado ni da indicciones simplemente empuja al actor que vaya en la dirección correcta pero no es demasiado meticuloso, confía en el actor, lo que es bueno como por qué sabe cómo usarlo.”
-¿Alguna vez rechazaste un papel? ¿Por qué? Como actor, ¿qué personaje te gustaría hacer?
-Como actor algunas veces uno se puede dar el lujo de no trabajar, a veces, no siempre. Con el correr del tiempo no hago ciertas cosas, de hecho rechacé varios proyectos porque el personaje no llevaba a ningún lugar. En términos generales, te puedo decir me gustaría hacer personajes más adultos, cosas que no hice antes, pero eso es lo me gustaría. No hay un mal personaje, la cuestión es lo que se hace con ese personaje. Simplemente me gustaría tener una oportunidad de actuar y jugar.
-¿Cómo fue el proceso de meterse en el personaje de Julien en la película “Julien Donkey –boy”? El personaje sufría esquizofrenia, ¿cómo fue interpretarlo?
-Esa fue una película sin diálogos, había un esquema de escena, el guion tenía 25 páginas, contenía la descripción de las escenas. Julien solo come sandía, el guion era una serie de escenarios así, el director estaba intentando construir la historia de un tío mío, él estaba viviendo en una clínica psiquiátrica en Nueva York. Lo visité todo lo posible e incluso trabajé durante cinco meses, además tuve que capacitarme para trabajar y modular el acento escocés. No era posible volver a filmar, tuve mucho contacto con diferente tipos de literatura, esto me retroalimentaba para interpretar a “Julien”.
-¿Cómo fue tu experiencia en la película “Mujer Maravilla” teniendo en cuenta que es un producto de Hollywood y que tiene un presupuesto más generoso, por así decirlo, al de las películas que venís realizando?
-Aunque no haya presupuesto, o todo el presupuesto del mundo, me acerco al trabajo de la misma manera. No hago una performance de dos dólares y una de veinte. Hago el trabajo de esta forma o no hago la película. Si no puedo encontrar la forma de entregarme al material y hacerle justicia al personaje, no lo hago. Y esto es así aunque sea un film enorme de estudio o un film sin presupuesto. Estuvimos hablando mucho con Patty Jenkins antes de hacer “Mujer Maravilla”, y a ella le importaba mucho el tema del estrés post-traumático en la guerra. Ella viene de una familia con varias generaciones de militares, y no quería caer en clichés para representar el estrés post-traumático o Shellshock, como también se llama. La verdad es que hicimos un gran trabajo, pero finalmente, un film de superhéroes es sobre la historia de un superhéroe. Esa tiene que ser la historia, así que mucho del trabajo que hicimos no sobrevivió en el film terminado, en la historia del film, que tiene y debe centrarse en el superhéroe.
“Aunque no haya presupuesto, o todo el presupuesto del mundo, me acerco al trabajo de la misma manera.”
-En tu disertación en el BAFICI dijiste que la actuación es como un juego, ¿en qué momento se pone de relieve lo lúdico?
-Nunca te mires en el espejo porque eso mata lo lúdico, mata la actuación, cuando te miras al espejo te volvés consciente de vos mismo y empiezas a procesar toda esa información y decís “acá estoy yo actuando”. Tengo que creer lo que el personaje cree sino logro creer, siento que estoy fracasando. En ese momento el actuar muere. En cierta manera todos actuamos, todos estamos presentando la actuación, esa es la realidad. Es un comportamiento natural del ser humano.
-¿Viste cine argentino y que cosas ves en la actuación de ese “hacer creer” en el actor argentino?
-He visto bastantes películas argentinas, no tantas como las que me hubiera gustado, pero si puedo decir que los actores argentinos están permeados por lo existencial más que lo que ofrece el cine americano. Tienen una noción más sensible del mundo interior. En general el cine argentino me parece que es más sofisticado, los cineastas argentinos tienen una sensación mucho más profunda y acabada de lo que es la paradoja existencial. Mi percepción es que el cine europeo y el argentino comparten esta cuestión de la búsqueda más profunda. Además he notado que el cine argentino está la cuestión de lo masculino y femenino. Me gusta mucho el trabajo de Lucrecia Martel, hace poco vi “Las Acacias” de Pablo Georgelli, una película que me gustó mucho, de gran calidad actoral y dirección. La Argentina tiene un gran nivel actoral.
-¿Cómo fue tu experiencia de hacer el mismo personaje 20 años después entre una película y otra?
-Es una circunstancia inusual y un privilegio también. Obviamente como actor mi deseo es honrar a ese personaje 20 años después. Esto no cambia las cosas con respecto al”Trainspotting” original, lo más importante es homenajear a ese personaje que tanto le gustó al público. Para mí fue una experiencia hermosa, fue algo como que tenía que cuidar ese personaje y yo no quería desilusionar a las personas que habían puesto tantas expectativas. Es como llevar algo precioso y que no me permitía desilusionar al director porque él había apostado mucho por mi personaje. Hay un concepto de dar y vender. Dar es honesto, cuando das algo de corazón no pedís nada a cambio. Por el contrario, el acto de vender puede ser un acto deshonesto porque requiere un cierto grado de deshonestidad. Sin embargo, cuando vendemos también decimos “ok, vos me das esto y yo te doy esto otro.” Pero sabemos que el público compra, no sé si para mejorar la vida. La realidad es que los actores tenemos que vender en cada escena, en cierta manera estamos al servicio de un personaje, de un director, de una producción.
“He visto bastantes películas argentinas, no tantas como las que me hubiera gustado, pero si puedo decir que los actores argentinos están permeados por lo existencial más que lo que ofrece el cine americano.”