En el marco del estreno de la película “La Quietud”, de Pablo Trapero, Revista RANDOM se encontró con Joaquín Furriel para conversar sobre su actuación en este nuevo largometraje, y además, para hacer un repaso por su fructífera vida actoral, que lo ha llevado a trabajar con grandes colegas y directores.
La espera por la entrevista es en el salón de un hotel céntrico, por allí están deambulando el director de la película (Pablo Trapero) y Martina Gusman, una de las protagonistas. Ambos, compañeros de la vida, se preparaban para las fotos de rigor que se suelen realizar en la rueda prensa. Salen presurosos del salón, acompañados por un sequito de chicas que colaboran con la gestión de prensa en el evento. A los pocos minutos llega mi entrevistado, Joaquín, vestido de elegante sport; se le nota un poco el cansancio porque la visita de la prensa en estos casos, hace que los actores tengan que hablar mucho durante varias horas, incluso llegan a repetir las mismas respuestas.
El actor estrecha su mano y saluda cortésmente, prepara un vaso con agua y toma asiento, listo para comenzar. Tiene una poderosa mirada, seria, como la de aquellos que escuchan lo que se le está preguntando. Expresión que rara vez cambiará a lo largo de la entrevista. Es interesante escuchar de primer mano que le pasa a un actor cuando tiene que hablar de si mismo.
Su papel en esta nueva película le vino en buen momento, porque nos cuenta que dada las características del personaje, el pudo hacerse un lugar en su agenda para poder caracterizar al personaje de Esteban, que es un abogado un poco más que amigo de la familia Montemayor que integran las actrices Graciela Borges, Martina Gusman y Bérénice Bejo.
Furriel muestra su gran solvencia en la actuación. “Vi que la película hablaba mucho del vínculo entre los personajes, y sobre todo había mucho de lo que los personajes no dice u ocultan; entonces, me interesaba mucho participar de ese juego”. El trabajo para construir esta figura, fue conversado con el director; en donde las impresiones del actor fueron determinantes para terminar de moldear a este abogado enamorado del personaje de Bejo.
Nos cuenta que trabajar con Graciela Borges es extraordinario, “es una gran actriz y como actor, es lo mejor que te puede pasar” dice casi sin pensarlo. Lo compara con la posibilidad que tuvo de actuar con Alfredo Alcón en la obra de teatro “Final de partida” de Samuel Beckett. Piensa que ambas experiencias, son un gran estímulo como actor que le permiten aprender y sumar experiencia. Según sus palabras, decidió comenzar de muy chico en este ambiente. “Comencé a los 12 o 13 años en un taller de teatro del colegio, me pasó que en ese momento era muy indisciplinado y tenía mucha energía pero no encontraba donde canalizarla”. Con la actuación comenzó a trabajar en diferentes procesos interpretativos y sintió que ahí le iba bien, tenía mejor conexión con sus amigos. “Lo pasaba muy bien y hay algo que el permiso de la ficción, que hace que me reconozca como una persona mas libre mientras actúo”, nos cuenta con una sonrisa franca.
Este actor versátil ha pasado por el teatro, la televisión y el cine, una de sus grandes actuaciones fue en “Lluvia constante” junto a Rodrigo de la Serna, otro actor de fuste; en esa actuación se podía observar la potencia de Joaquín y el lo recuerda con mucho cariño. “En esa obra, casi de manera inconsciente, me preparaba todo el día para dar todo en esas dos horas”. En ese momento, dada la intensidad de la actuación, recordaba que tenía poca vida social, se cuidaba mucho la voz y agrega “me sentía un poco, como un deportista de elite, porque entrenaba mucho”. La anécdota es que, luego de las dos actuaciones que tenían los sábados, los dos se iban a cenar y sucedía algo curioso: “estábamos los dos en silencio, como lobotomizados; comíamos sin hablarnos, terminábamos y nos saludábamos hasta el otro día” recuerda riendo y completa “hicimos buena dupla con Rodrigo, ojalá volvamos a trabajar juntos porque fue muy interesante el encuentro”. Esto sintetiza la energía que le ponían a sus actuaciones y su gran relación.
Le interesa moverse de los lugares comunes, no comulga con la idea de hacer siempre lo mismo; él es un claro ejemplo de eso. Por ello va a comenzar las filmaciones de la segunda temporada de la serie “El jardín de bronce” para HBO Latinoamérica en co-producción con Polka y se pondrá nuevamente en la piel del arquitecto Javier Danubio que buscó desesperadamente a su hija perdida en la primera temporada.
“Se que voy a estar a full con esta serie hasta mediados de diciembre, pero me gusta la adrenalina de esa exigencia” reflexiona y respira profundo como quien termina de correr una carrera. Luego se tomará unas vacaciones y hará Hamlet en el Teatro San Martín en Buenos Aires. “Vuelvo a hacer teatro después de un tiempo” piensa, y cuenta: “me resulta muy estimulante este momento profesional que estoy viviendo y espero que se puede mantener así”.
Siente que es un buen profesional, que viene trabajando desde hace mucho tiempo y los directores que lo buscan ven eso en él. “El trabajo atrae el trabajo” sentencia rápidamente. Con el tiempo, se hizo más permeable a las necesidades del director de turno. “Hacer un corrimiento del ego y de la vanidad que uno tiene, finalmente juega a favor de que te convoquen” expresa con honestidad.
HACER UN CORRIMIENTO DEL EGO Y DE LA VANIDAD QUE UNO TIENE, FINALMENTE JUEGA A FAVOR DE QUE TE CONVOQUEN.
Tiene presente que en algún momento le gustaría dirigir, más que nada en el ámbito del teatro, aunque se reconoce que con lo que tiene como actor, todavía tiene mucho para seguir mejorando y ampliando el horizonte laboral. Como actor ha transitado por todas las etapas, su intromisión en el plano cultural fue paulatino, no como algunos personajes de la actualidad que adquieren popularidad de manera meteórica y con poco trabajo realizado. “Cada uno obtiene la popularidad que puede llevar adelante y la verdad es que no me incomoda, porque si nadie se interesara por lo que hago, tal vez no estaría trabajando con tanto gusto como lo estoy haciendo ahora” lo dice sin quejarse.
Respecto a su profesión, se siente como un corredor de larga distancia, al cual no le interesa la velocidad en el corto tiempo y esta es la analogía a que recurre para proyectarse en un futuro. “He trabajado con muchos actores de más de 60 años como Oscar Martínez, Norma Aleandro o Alfredo Alcón y cada uno de ellos mantenían viva la profesión”. Este es el sentido que quiere darle a su carrera actoral.
Si no hubiese sido actor, tal vez podría haber sido médico, ya que transitó el CBC de medicina con el sueño de especializarse en psiquiatría. Hay algo de querer dar un servicio a la sociedad que deambula por su mente. Aunque ya lo hace a través de su actuación, probablemente él lo sepa y de ahí su esfuerzo por darlo todo en sus performances. Estrecha la mano nuevamente, pero esta vez la despedida es más cálida, con una sonrisa, esta vez lo hace el hombre y no el actor. Lo hace Joaquín, aquel que siendo muy chico eligió simplemente hacer lo que le gusta.