Una lesión inoportuna que llega en el mejor momento de la carrera. El primer diagnóstico no reviste gravedad y tras una primera operación el cuadro se complica. Una nueva intervención y un parate de casi un año tras haber sido declarada la mejor jugadora del mundo en su deporte.
La manera de afrontar los momentos difíciles es análoga a su forma encarar cada partido. Delfina vive como juega, se crío en el esfuerzo con una mentalidad de superación. Por eso puede volver con la misma garra que tenía antes de lesionarse o cuando de adolescente soñaba con ser una “Leona” y llevar a su club a primera. Lo que boceta lo hace real, así sea una quimera. La familia, el club y el seleccionado son el torrente que corre por sus venas. 283 partidos oficiales en el seleccionado argentino de Hockey y una vida consagrada a Banco Provincia, el club de su familia donde juegan y jugaron todos los que habitan su casa. “Son casi 11 años representando al país y haciendo lo que más me gusta, gracias a Dios, arranqué en el 2009 en Las Leonas, creo que eso es un plus, hoy en día por ahí no todo el mundo puede hacer lo que le gusta en la vida y yo soy una privilegiada de poder hacerlo todos los días de mi vida. Si bien no estoy en el final de mi carrera, tampoco en el comienzo, lo disfruto cada vez con más intensidad”, dice.
Ahora te toca ser referente, ¿Cómo es esa función?
Son roles que se van dando paulatinamente y de manera natural. Obviamente una cuando recién entra –en mi caso con 19- y hoy tengo 30 es distinto, el rol que hoy cumplo es totalmente diferente al que entre. Cuando una va creciendo, va madurando, no sólo como jugadora sino como persona y vas desarrollando tu personalidad. Hoy trato de transmitirles a las chicas cosas que para mí fueron muy positivas y me transmitieron cuando entré, y sobre todo que de muy chicas todas soñábamos con ese lugar de poder estar ahí. Cuando las más chicas se acercan a pedir autógrafos o fotos siempre está bueno acordarse de que en algún momento éramos nosotras esa camada que pedíamos esas cosas. Cuando uno no se olvida de esas cosas y tiene los pies sobre la tierra, el mensaje que transmite para el otro siempre es positivo.
¿Lo difícil es mantenerse?
A mí me convocaron en el 2009 con Gabriel Minadeo al primer torneo, una Copa Panamericana en Bermudas. Antes, obviamente estaba entrenando con el Junior, pero bueno, el hecho de ir a representar al seleccionado mayor era algo que siempre había soñado y que miraba a Las Leonas. Me acuerdo que en Sidney 2000 me ponía el despertador para ver los partidos de los Juegos Olímpicos y haber tenido esa oportunidad en el 2009 de empezar a entrenar con el equipo fue un sueño. Lo que pude hacer fue aprovechar las oportunidades. Más allá que a uno lo convocan, tiene esa oportunidad para demostrar el por qué y las ganas. Y también tuve la suerte de compartir los primeros años con jugadoras de mucha experiencia, fueron como hermanas mayores para mí, porque me abrieron las puertas y me trataron con mucho cariño. En ese momento, no es como ahora que las camadas se suben de a diez, antes se subía de a dos o tres como mucho, y por ahí los viajes ni siquiera viajaba alguna de tu edad. Me acuerdo del primer Mundial en el 2010, que salimos campeones del mundo y era la única de esa edad. Entonces creo que también tuve la suerte de contar con un grupo humano que fue muy afectivo y muy compinche conmigo desde el primer momento. Y yo también fui piola en el hecho de escuchar y entender por dónde iba el tema, porque hay cosas que a una no se la pueden estar explicando todo el tiempo. Tenés que tener los ojos bien abiertos y entender qué momento sí, qué momento no, cómo se enfocan antes de jugar y cuáles son los rituales, las costumbres, los equipos. Hay un montón de cosas que se huelen o que se entienden y tuve la capacidad -era tanto el anhelo y tantas las ganas que tenía- que traté de aprovechar cada segundo y cada oportunidad que se me fue dando al inicio de mi carrera. Y después seguir creciendo y madurando como jugadora y tratando siempre de dar la mejor versión mía.
Pocas pueden jugar un Mundial siendo tan joven, ¿Tu plus fue tener una familia muy deportista?
Creo que es fundamental el apoyo de la gente que te rodea. En mi caso, mi familia, la gente de mi club, mis compañeras del club. En este momento, cuando entro con mi club jugábamos en la C, después ascendimos a la B y recién en el 2013 ascendimos a la A. El hecho de tener mis raíces bien asentadas y saber quién era o cómo me manejaba y el apoyo que tuve desde el primer momento era como una base sólida en la que tenía para apoyarme. En ese Mundial del 2010 al haber tantas jugadoras grandes, la presión se la tuvieron que cargar ellas y yo me dediqué a disfrutar (risas).
¿Cómo fue jugar en el club de tus amores (Banco Provincia) gran parte de tu carrera?
Jugar en la (división) A también era un sueño, siempre lo decía. Iba a las concentraciones nacionales y a los juveniles y eran todas de la A y yo era la única de la C con alguna que otra más, pero yo quería jugar en la A. Pero no quería jugar a cualquier precio porque me han venido a buscar por otros clubes o decirme: “por qué no te cambiás así tenés más chances en la selección”. Y yo tenía muy en claro que si yo jugaba en la selección iba a estar jugando en Banco y si jugaba en la A algún día iba a jugar con Banco. O sea, no había chance que fuera con otra.
¿De cabeza dura?
No sé si la cabeza dura, más bien del lado pasional. O sea, el club es mi segunda casa, es mi familia. Mi abuelo jugaba en el club al tenis, mi papá y mi mamá jugaron cada uno en la primera al Hockey. Mi hermano después también en la primera de hockey. Entonces la historia nuestra es de Banco, desde chica voy al club y mi grupo de amigas es del club. Entonces si yo cumplía ese sueño, lo quería cumplir con la gente que yo quería y con la que sabía que iban a pelear conmigo e iban a dar la vida. Entonces creo que eso era un plus que lo hacía todavía más tentador, que fue difícil, fue súper difícil, fueron muchos años de trabajo, muchos años de laburo, cuando estaba en quinta ya jugaba en primera. Salteamos algunas etapas con algunas de mis compañeras porque, bueno, pintábamos buenas de chicas y ya nos subían rápido al plantel superior a ver si podíamos ayudar a empezar a subir. Soy cabeza dura a veces, pero no me considero que en este momento es de cabeza dura, sino que fue desde el corazón y la pasión que siento por mi club y haber podido alcanzar el objetivo de llegar primero a la B, después llegar a la A y no solo llegar sino que salimos campeonas en 2015 y ahora lo seguimos manteniendo desde que subimos. Y eso no es fácil tampoco porque casi siempre los equipos por ahí suben y bajan al siguiente año. A nosotras nos costó un poco algunos años, pero seguimos dando batalla.
Esto de amar la esencia del club barrial y ser formada así, ¿Fue clave para no haberte mareado?
Obviamente que el club tiene mucho que ver, pero me parece que lo fundamental es la casa y la familia de cada uno. Creo que si en algún momento yo me hubiese mareado un poco, mi papá o mi mamá me hubieran dado una palmadita en la espalda para indicarme donde está de vuelta el camino (sonríe). Mis padres, tanto a mí como a mi hermano, nos acompañan siempre en lo que es el deporte y no desde el lado de la presión, sino del lado de estar ahí afuera de la cancha. Y cuando las cosas salen bien y cuando las cosas salen mal. Si las cosas salen bien son los primeros en felicitarte y cuando las cosas salen mal también son de los que pueden decirlo directamente. No es que te están complaciendo todo el tiempo. Y a nosotros nos gusta que nos vengan a ver jugar. Hoy día los dos ya estamos grandes, Gonzalo tiene 27 y yo tengo 30 y cuando vemos que nuestros papás están ahí en la tribuna nos sigue dando la misma felicidad de cuando éramos chicos, porque como te digo nunca fue con presión sino en acompañarnos a hacer lo que más nos gustaba. Por ahí los dos, si metemos algún gol y los buscamos para dedicárselo, por ahí dirán: “y estos todavía les dedican los goles a los padres”. Pero a nosotros nos divierte, mismo yo lo voy a ver a Gonzalo y él me viene a ver a mí y nos decimos: “si metés uno dedícamelo”, o a la inversa.
Son muchas las privaciones y decisiones que has tenido que tomar en tu carrera, ¿Te arrepentiste de algo?
No me arrepiento de nada. Creo que todas las veces que llego a fin de año y una se plantea la balanza de cómo estuvo el año y demás, siempre el saldo me dio positivo. Es verdad que por ahí la gente sólo ve el lado bueno, las Leonas juegan, prendemos la tele y las vemos con la camiseta de Argentina y eso es ser Leona. Y ser Leona es mucho más que eso. Y por ahí la que mejor lo sabemos somos nosotras y nuestras familias, nuestros amigos, los que están el día a día, las parejas, nuestro novio. Son muchos viajes, es no estar en varios momentos, nos perdemos algunos cumpleaños, ahora que estamos más grandes, me perdí algunos casamientos de amigas. Son decisiones que una toma y en mi caso la sigo validando, porque lo que me dio el hockey es una felicidad de hacer lo que más me gusta. Si no lo disfrutara y me apasionara como lo siento, si la sensación que me genera no es la que me pasa hoy día, no lo elegiría. Porque es mucho el esfuerzo, pero es como todo, si te gusta vale la pena cien por cien.
Y mencionaste los afectos, qué difícil el noviazgo a la distancia no? (Su novio Lisandro Magallán juega en España).
Obviamente que sería mucho más cómodo que con Licha estuviésemos viviendo en el mismo país. Pero también antes de oficializar nuestra relación sabíamos que las bases al principio iban a ser estas. Seguramente iba a estar en Europa. Yo estuve jugando en Europa también hasta el año pasado, pero este año era necesario quedarme en Argentina porque todo el equipo se quedaba entrenando acá para Tokio y es mi prioridad. Mi prioridad deportiva número uno hoy son los Juegos Olímpicos de Tokio y los de él son los de jugar en Europa. Él está haciendo su carrera y por eso te digo sabíamos los dos que esa situación se iba a dar así. Pero si Dios quiere es solamente un tiempito y después vamos a poder disfrutar juntos, pero también es un momento en que los dos necesitamos poner la cabeza en lo deportivo de cada uno, porque tenemos margen para crecer. Y ya si Dios quiere habrá momento para compartir lo deportivo juntos y la vida en general.
Lleva esfuerzo ser fiel al objetivo, se me hace que siempre has sido de llevar a las acciones las convicciones, ¿Verdad?
Sí, creo que soy muy de hacer lo que pienso. No por testaruda, creo que funciono así. Si lo creo racional es lo que llevo acá. Obviamente también me considero bastante emocional. Como toda hincha de Racing sufrida, pero como que a veces eso también pesa, no somos robots. Yo por lo menos en mi modo de vivir, el sentirlo lo priorizo mucho y a veces hay momentos complicados, momentos que te gustaría que las cosas por ahí se organicen de otra manera, pero ahí es donde trato de volver más a lo racional y decir bueno: “cuál es mi objetivo”, “que es lo que yo quiero personalmente para este momento y en lo que es mi relación”. Lisandro me apoya al cien por cien y yo lo apoyo al cien por cien a él con su carrera en Europa. Sería muy egoísta de nuestra parte si querríamos que el otro deje algo para estar acompañando a uno en este momento, donde creemos que es nuestra oportunidad de manera individual, cada uno en su deporte.
Si bien no sabemos si los JJ.OO debido a la Pandemia se postegará (aún no se había oficializado) pero ¿Cómo está el equipo?
Hay distintas camadas de jugadoras con distintas características. Hay un cuerpo técnico que tiene mucha experiencia en torneos importantes y el Chapa (Retegui, el técnico) a muchas de nosotras, nos tuvo durante diversos procesos dentro del seleccionado. Entonces me parece que hay un plus que ya nos conocemos en cosas básicas y formas, y qué es lo que se quiere y cómo jugar y demás. Creo que la clave ahora van a ser estos meses, que ojalá se dé ahora en julio el Juego, va a ser clave cómo se recorre el camino. En lo que quede del camino va a ser importante lo que estemos dispuestos a dar nosotras individualmente o en forma conjunta con el cuerpo técnico. Y me parece que también de disfrutarlo. Cuando uno hace las cosas con amor por lo que hace, dejando todo y sin guardarnos nada, no vamos a poder garantizar un resultado porque eso será del momento y cómo se dé. Pero vamos a estar tranquilas que todo lo que esté en nuestras manos lo fuimos a buscar y hacer. Creo que esa es la tranquilidad con la que tenemos que llegar.
Es que las define un apodo tangible…
Es algo que tratamos de transmitirlo de generación en generación. Y por eso nos llamamos Leonas. No es que se eligió un nombre en el 2000 cuando llegó un momento de adversidad en la que dijeron bueno, nos llamamos Leonas y punto. Hay todo un trasfondo. Hay unas características con la que nos sentimos identificados a la hora de salir a jugar. Y por eso nos llamamos Leonas. Creo que no solo dentro de la cancha, sino la mayoría de nosotras en nuestra vida tratamos de llevar esa filosofía de vida y estilo, de defender lo nuestro, de dar siempre lo máximo. Por ahí no tenés un buen día con el palo, pero la actitud y la garra eso, no se negocia nunca. Cada vez que nos ponemos la camiseta lo tenemos muy claro.
Te lesionaste por primera vez y en quizás tu mejor momento, ¿Cuáles fueron las claves en un recuperación que llevó más tiempo del inicial?
En mi cabeza siempre estuvo la recuperación. Creo que hasta yo misma me sorprendía de lo disciplinada y de lo recta que fui mentalmente para decir: me voy a recuperar y no aflojar en ningún momento. Obviamente que la contención fue muy importante también, porque en un momento se hizo un poco cuesta arriba porque fueron dos operaciones en vez de una. Y después se me hinchó un poco y tuvieron que sacarme líquido y se hizo un poco más engorrosa de lo que supuestamente iba a ser. Pero no le iba a aflojar. Yo quería volver a jugar y volver a entrenar. Quería estar con mi equipo y ese era mi objetivo, así que no aflojé en ningún momento y le di para adelante con convicción. Obviamente el apoyo alrededor fue muy importante.
¿Al mismo tiempo le metiste pilas a la Facultad?
La Facultad es algo que me sirvió para poder seguir poniéndome objetivos y poder seguir avanzando. Cuando uno está lesionado, los objetivos deportivos hasta que no te recuperas, no los puede hacer valer. Y en cambio, los objetivos en la Facultad los podía seguir corriendo atrás. Podía seguir presentándome a estudiar, a rendir y más. Así que fue como un buen escape para reponer las energías que me sobraban, porque me sobraba mucha energía, más allá de hacer la rehabilitación. Por momentos que tenía que descansar la pierna y no podía ejercitar. Ahí agarré los libros y puse la cabeza en otra cosa, porque pensar todo el tiempo en la pierna se hacía un poco cuesta arriba. Creo que fue otra herramienta y poner el tiempo en algo que me era necesario, que en algún momento iba a tener que hacer también, así que me vino muy bien.
Empezaste a ser madrina de un causa junto a Huella Saint Gobain tras una charla con tu papá, ¿Cómo se dio tu aporte?
Me parece otro sueño realmente, porque esto con Weber surgió hace dos años. Me llamaron para convertirme en embajadora de la empresa y claro, cuando me dijeron en qué consistía y qué era lo que yo tenía que hacer, que tenía que elegir un proyecto donde ayudar y demás, más allá que hay mucha gente que necesita. Y yo en ese momento no tenía un proyecto concreto. Y al día siguiente que me habían comunicado que formara parte, almorzando con mi papá le conté que debía elegir un proyecto y que iba a empezar a investigar por dónde encarar. Y justo ahí mi papá me dijo: “mirá, yo recién vengo de la peluquería y vi una bolsa de consorcio que estaban juntando ahí y le pregunté al peluquero de que era y me contó que él desde hacía 10 años estaba yendo a colaborar a un merendero en Santiago del Estero”. Era para un grupo de chicos que meriendan bajo un árbol que hay ahí, bastante grande, con unos tablones de madera. Pero van casi doscientos pibes a merendar y lo único que tienen es un árbol. Hace frío en invierno y luego en Santiago también hace mucho calor. No tienen lugar para estar y cuando llueve a veces se suspende la merienda. Y dije: “ya fue es ahí, ese es el lugar”. Le llevamos la idea al peluquero y estaba totalmente emocionado. Presentamos el proyecto, obviamente había que explicar dónde era, quienes estaban, cuánta cantidad de gente. Weber al principio lo único que tenía a su alcance era darnos los materiales para revestimiento, para el cemento y demás, no tenía para armar un merendero de cero. Parecía casi imposible. Y gracias a la ayuda de uno de los muchachos que trabaja en Weber en el interior, que también es arquitecto y tuvo la idea de hacer los planos del merendero y Weber tuvo la gran idea de intercambiar materiales con una empresa que les compraban a ellos materiales de construcción. Así que empezamos a conseguir ladrillos, más los materiales de Weber y de repente se armó un merendero para doscientos chicos. La verdad es una alegría inmensa porque no solo van poder merendar y hacer las comidas, sino también estamos armando una huerta al lado del merendero para que puedan tener sus propios alimentos. Estamos empezando a armar algo más, digamos pedagógico, para que tengan algo de estudio. Que no sea solamente para comer, sino que sea para comer y para poder después tener energía y la cabeza fría para aprender. Que esos chicos el día de mañana tengan una oportunidad, con un poquito tratar de ayudar a cambiarles la vida, estoy feliz que me hayan buscado para esto. Hace mucho tenía ganas de hacer algo social pero me costaba elegir el momento, el lugar y el tiempo. Y después cómo empezar y cómo lo hago. Weber fue el nexo perfecto para sumarme a este gran proyecto.
¿Sos una persona de Fe?
Soy católica, por ahí no soy de ir todos los domingos de ir a misa, pero sí soy católica y, sobre todo, creo mucho en San Expedito, el Patrono de las causas justas y urgentes. Como que la Fe la acompaña desde ese lado. Trato de ser siempre agradecida por todo lo que tengo y por todo lo que fui consiguiendo a lo largo de mi carrera. Creo que esto de convertirme en embajadora de Huella Saint Gobain es gracias al hockey. Y entonces el hockey también me crea una herramienta para poder después ayudar a otra gente es lo que más valoro.