Martín Seefeld: El generador

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Martin suele cosechar méritos por sus dos pasiones, la actuación y la producción. Su biografía no cuenta la típica historia de incursión en la actuación en la adolescencia ni pre adolescencia. Digamos que tomo sus tiempos, hizo un recorrido diferente pero no menos meritorio, su primer trabajo fue a los 30 y de ahí su carrera despegó hasta convertirse en uno de los productores y creadores de la serie argentina de culto más importante de los últimos tiempos “Los Simuladores”. Actualmente protagoniza “Departamento de Soltero” junto a Nicolás Cabré y Laura Fernández. Noche fría en Buenos Aires pero Martín nos recibe con calidez en el teatro Lola Membrives para hablarnos de la obra, de su vida, y la posibilidad realizar la película de “Los Simuladores”, entre otros temas.

¿Cómo llegás a esta obra?

Llego en febrero con un llamado de Nacho Laviaguerre para acercarme el libro y hacerme la propuesta. Me pareció muy interesante porque hacía tiempo que no hacia teatro y para mí volver al teatro era primordial.

¿Por qué se dio tu ausencia en el teatro?

No lo había hecho por razones personales, de hijos chicos, de avocarme a otras cosas. Entonces, cuando me llegó esta propuesta me encontró en un buen momento. Me pareció un buen libro, gran elenco, gran producción, gran teatro. La verdad me pareció que era una gran oportunidad y un gran privilegio.

Es asombrosa la puesta y producción 3D que les exige un tempo milimétrico en cuanto a entrar y salir de cada escena…

Sí, es un gran espectáculo con un gran director y grandes productores con la escenografía y una estructura que es digna de Broadway. Y el planteo de la obra te lleva por las emociones, por el humor, por el mensaje que da en sí mismo. Te entra por distintos lugares, quiero decir que tenés muchos lugares por donde identificarte. En cuanto a ese tempo milimétrico, el más exigido en eso es Nicolás. Pasa que esta obra parte de una película, entonces la puesta es muy cinematográfica. Tiene una pantalla mapping que vino de afuera y hubo un trabajo enorme que hacer, la verdad es una obra de ingeniería porque entran y salen. Hay demasiado montaje y el público lo agradece mucho, estamos muy felices por el estado en el que sale el público. Te esperan no sólo para hacer una foto sino para hablar de la obra, imagínate para nosotros como actores es muy enriquecedor.

¿Eso a ustedes los completa?

Sí, imagínate que te dicen todo los que los emocionó, o te hablan emocionados y porque valoran el mensaje mismo de la obra y se sienten recompensados porque pagan una entrada y eso para los actores es invaluable.

Tu personaje aporta mucho humor a la obra, despierta amor y odio…

(Risas) Mi personaje tiene una ética, una moral y una forma de vivir bastante particular, no quiero spoilear la obra. Pero si creo que es muy atractivo el proceso que hace de cómo empieza a cómo termina. El teatro tiene que ver con el personaje de uno pero que siempre está en función del otro, y acá no para de suceder eso. Se va entretejiendo la trama de conciencia para entender que es lo que tiene que perdurar y triunfar. Creo que en ese engranaje uno cumple un rol muy interesante. Imaginate que hoy en día un personaje de esta naturaleza seria digno de linchamiento (risas) pero dado que transcurre en los años 60 es interesante como pone sobre la mesa como era el mal trato o el trato laboral y el vínculo con la mujer. Por eso es muy interesante la obra a varios niveles.

Invita al debate por el contraste de contextos y épocas…

Claro, invita al debate y a la reflexión. Vos podés ver la obra y tenés tres lecturas para hacer, cada uno hace la que quiere y la que puede. Te podés quedar solo con el humor o con la emoción o con el mensaje en sí, o con las tres cosas. Y también está el que quiere encontrarle el punto de vista filosófico y también lo tiene. Está bueno para verla con la pareja y podés tener un buen debate.

En este personaje haces un rol de seductor y en Los Simuladores también tenías tu personaje ese perfil, ¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

Bien, yo tengo más marcas en la cara que la avenida 9 de julio (risas). No tengo problemas con la edad, soy un tipo con el concepto estético elevado, en función que me gusta hacer deporte, hago mucha gimnasia, me ocupo de mí. Y lo hago fundamentalmente para sentirme bien y como consecuencia para estar bien, porque en este trabajo sentirte bien es importante porque tenés que poner el cuerpo y mucho. Además de la obra yo también trabajo de día y tengo la familia, los hijos, el ir y venir te obliga a tratar de estar lo mejor posible. Y creo que el rol de seductor es, como lo dijiste vos, un rol. En definitiva, trato de seducir todos los días a mi mujer con la que estoy hace casi 30 años. Y se me hace bastante difícil por cierto, ojo no estar con ella, sino seducirla (risas). Lo bueno es que esta profesión nos permite jugar con determinadas cosas.

¿Cómo ves la situación del teatro en este momento?

Veo una enorme oferta teatral, a pesar de que estamos pasando un año muy complejo. Se tomaron medidas antipáticas y pasaron muchas cosas. Estamos pasando un proceso durísimo pero tengo Fe y esperanza de que todo se vaya a encausar. Este año las obras funcionaron mejor pero también como te decía la oferta de espectáculos es muy grande. Y como en todos lados del mundo no todos los espectáculos andan bien. Porque si no parecería que nosotros somos como una piedra perdida en el mundo que las cosas, sólo nos pasan a nosotros. No somos un fenómeno argentino. Vos vas a Estados Unidos y hay espectáculos que andan bien y otros que no va nadie. En nuestro Buenos Aires tiene que ver más con la gran oferta que hay, por lo cual hay obras a las que le va bien y otras no. El teatro es subjetivo, a algunos le gusta unas cosas y a otros no.

¿En producción audiovisual pasa algo similar?

Sí, por supuesto, si bien hubo en un momento una merma de trabajo se empezó a legislar, empezó a haber beneficios y se empezó a trabajar para afuera en coproducciones y eso generó más trabajo. Yo siempre digo que la mirada apocalíptica no sirve para nada, creo que hay que mirar las cosas desde el punto de vista que corresponde. Poder aceptar lo que está mal y corregirlo y ver lo que está bien. Los argentinos somos muy blanco negro, o está todo mal o está todo bien y no es así.

Las nuevas plataformas de consumo y de entretenimiento, específicamente por internet ¿Le pueden afectar al teatro que un modo más clásico de consumo?

Yo creo que no, hay público para todo y el teatro tiene algo que es irremplazable. Vos podés tener complicaciones en lo audiovisual, en una tira diaria hoy la gente tiene la posibilidad de ver lo que quiere por donde quiere a la hora que quiere. Entonces la forma de ver audiovisual va a cambiar, está cambiando y ya cambió. Mis hijos no ven televisión, ven en sus teléfonos y en su computadora y eligen la hora y qué ver. En eso el teatro es irremplazable porque el teatro es en vivo y no lo podés ver en otro horario que no sea ese. El teatro no va a sufrir eso.

Sos un ejemplo por tus inicios en la actuación para los que todavía no se deciden a ser actor y tienen el prejuicio de la edad para comenzar…

Sí, comencé a estudiar teatro a los 20 años. Pero en realidad arranqué desde chico en la escuela, me fui por otro camino por el mandato familiar de una empresa familiar justamente. Tenía 29 cuando todavía trabajaba en la fabricación de camperas de cuero y en la organización de eventos. Con mi familia en Floresta teníamos una curtiembre grande de piel que fundó mi abuelo, la siguieron mis padres y los hijos. Empecé como obrero a los 18 y a los 26, ya era presidente de la compañía. Laburé y aprendí un montón, eso me dio muchas herramientas para después ser productor. Me gusta mucho generar y no esperar. A los 33 debuté con un personaje en tele en la serie “Mi Cuñado” y empecé con un bolo y después quedó con un personaje en el que tenía que hacer de amigo de Ricardo Darín. Y ahí no embocaba el tono, eran todos unos actorazos y yo era muy nuevito y desentonaba (risas). En un momento clave tuve que tomar una decisión y dar un paso, era eso o seguir con mis objetivos en la actuación. Yo estaba trabajando muy bien, estaba en un grupo de gerencia comercial de cuatro marcas de ropa y (Adrián) Suar me propone hacer temporada de teatro. Tenía que jugarme por el todo o nada. Ahí me sucede una anécdota muy graciosa, estábamos en el baño con Diego Peretti y sabiendo de eso me dice que “no abandone ni loco mi laburo fijo y seguro”, por algo que solo seria de tres meses. Bueno, lo consulté con mi mujer y me la jugué. Y se fue dando el camino, siempre digo que las cosas se dan cuando se tienen que dar, la edad es una anécdota.

Y por último, ¿Qué pasa con Los Simuladores, la película?

Es algo que está por venir, es una cuestión de tiempos. Las ganas son muchas .Queremos pero hay que encontrar el momento para plasmarlo. Y, como ya dije recientemente, ojalá no la hagamos con bastón. Pero estoy seguro que se va a dar pronto y será muy buen producto.

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