Nicolás es una persona que parece tímido pero no lo es. Cuando empieza la entrevista se explaya a sus anchas. Arriba del escenario encara personajes difíciles en obras de teatro de renombre como “Sugar” y “Despedida de soltero”. En televisión es figura convocante en las tiras de Pol-Ka donde su flexibilidad actoral lo lleva a hacer todo tipo de personajes. Admirador del mítico Alberto Olmedo, no para de trabajar desde los ocho años y admite que elige los proyectos que lo ayudan a crecer como actor.
Vi la obra “Despedida de soltero” y tu personaje me conmovió sobre todo el mensaje que hay detrás…
Es una obra y un personaje que tienen un recorrido, tiene su lado cómico, la obra habla de la soledad, de muchas soledades, este tipo, mi personaje, es un perdedor que se junta con el personaje de Bety que la hace Lau (Fernández) y también son dos perdedores que van intentando sobrevivir en la vida y habla un poco de eso, es una comedia pero te hace ir por varios lugares. Hay dos o tres veces donde se para y se habla del amor que es algo tan simple y que a veces lo complicamos bastante hoy en día.
Y tan bastardeado que está en nuestros días…
Sí, es que a veces con esta velocidad que se vive y con esta necesidad de estar creciendo y de tener y tener y, esto habla de lo simple, de las relaciones del amor, de los sentimientos. Es un poco lo que se trata de hablar, es algo que lo reconocemos todos y que lo tenemos.
Hay una cuestión no menor y es cono se mueven los personajes y, sobre todo, las posturas actorales, los protagonistas y los secundarios en la obra…
Mi personaje está cansado, es como si tuviese un piano de cola en la espalda, está como golpeado, es un pobre tipo que no puede estar recto. Es un pibe que se acuesta a cualquier hora, que le hace fácil las cosas a los otros, le presta el departamento y duerme poco. Cada personaje tiene su postura que lo identifica.
En la obra se ve un ida y vuelta con el público, hay como una complicidad encubierta…
Sí, la gente acepta el recorrido, yo lo voy viviendo, escucho los silencios, las risas que a veces son nerviosas y van variando mucho las reacciones, lo voy sintiendo desde arriba. Esta posibilidad que tiene la obra al estar hablándole a la gente te vincula desde otro lado.
¿Cuánto evolucionaste como actor desde “Sugar” hasta “Despedida de soltero”?
Y uno va aprendido. Esta es una profesión que vas aprendiendo todo el tiempo, te vas cruzando con gente nueva, en esta caso con Daniel Veronese, si bien hace cuatro años que estoy en el mismo teatro, van cambiando los grupos de trabajo, vas escuchando las maneras de ver las cosas y uno va creciendo y va experimentado nuevas cosas.
¿Cuando eras chico te proyectabas estar en una obra tan emblemática como Sugar?
No, ni cuando era chico ni ahora, no soy de proyectar. Cuando era chico miraba a Alberto Olmedo y me divertía y quería trabajar en la televisión, nunca tuve una imagen clara, por eso si me preguntás hoy que me gustaría hacer: te digo ni idea. A mí me fue sorprendido la carrera, tanto es así que si me preguntas si haría un musical te digo ni en pedo, no había manera, no me gusta bailar ni cantar, de hecho cuando me lo preguntaron por primera vez sin saber que querían hacer “Sugar”, yo dije “ni loco”. Lo que permitía hacer “Sugar” es un musical escrito para actores, no es musical duro que necesita otra preparación. No podría hacer una obra como “Drácula” o “El Fantasma de la ópera”.
¿Cuánto representaba en tu carrera Alfredo Alcón?
Alfredo es lo mejor que me pasó y que me pasará en mi vida y en mi profesión, tener contacto arriba del escenario con él es inigualable y abajo ni hablar. Alfredo es y será el mejor actor de la Argentina y no sé del mundo, lo recuerdo con mucha alegría y me siento un privilegiado por haber compartido todo lo que hicimos y por haber tenido la posibilidad de haberlo escuchado, me acuerdo todo: los días lo que me decía y que me enseñó. Alfredo es lo más lindo que me pasó en la vida.
Te hice una entrevista en Córdoba en ocasión de la presentación de la película “Atraco” y veo en vos una evolución como actor. ¿Cómo elegís los proyectos para estar en ellos?
Siempre con mi representante buscamos de ir aprendiendo, buscando desafíos artísticos, nunca hicimos nada por plata, siempre quisimos crecer y ver que nos suma y nos servía para el día de mañana. Por eso fui eligiendo lo que me tocó. Esto es una carrera muy larga y tengo mucho para hacer y para aprender.
El hecho de trabajar junto a Laura (su novia) implica para vos más relajado, ¿Lo tomás como un desafío?
Es una obra para que la haga Lau y hoy es de las cosas que más disfruto que esté arriba del escenario. Yo la paso bien, hace cuatro años que estoy en este teatro con gente que aprendí a querer, que conozco, imagínate que mi hija corre desde los dos años y ya es parte del teatro, es como estar mi casa y encima si estoy arriba del escenario con la persona que amo, cierra todo.
También estoy con Martín (Seefeld) que lo conozco desde que era chico y me cuidaba, y tengo muchas experiencias con él, estoy en los lugares que quiero estar y me permito disfrutarlo de otra manera.
En el 95 ganaste un premio ACE en la categoría revelación por tu papel en la obra de teatro “Algo en común”, una obra importante para la época, casi que era tabú…
Sí, eran temas tabú por esa época como el sida, la homosexualidad, hoy casi que es vieja, hubo que ver como se explicaban esos temas. Mi personaje era de un chico de 10 pero tenía 15 años, era una obra movilizante y con temas tan fuertes como la homosexualidad. Para mí fue una experiencia maravillosa trabajar con Ricardo (Darín) y Ana María Picchio y ser dirigido por Emilio Alfaro.
Unos de los papeles donde sobresaliste fue en “Cuéntame cómo pasó” en la Televisión Pública, siempre estuviste en personajes jugados que transitan épocas difíciles para el país o que hablan de una temática en especial…
Uno de los desafíos era de respetar de cómo eran las cosas. No se trató de alivianar. El autoritarismo que había se debía mostrar, había comentarios incorrectos y decíamos la gente va a saltar. Antes estaba permitido pegarles a los hijos y hoy es impensado. Había muchas expresiones de Antonio, mi personaje, que eran terribles, no se esquivaron textos, se abarcó todo lo que se pudo abarcar. Esta ficción fue otro desafío porque significó hacer un personaje en un contexto duro del país.