Nada reconforta más que estar en contacto directo con la naturaleza. Uno siente cómo el cuerpo se energiza y la mente se aclara. Es salir del entorno cotidiano para adentrarse en lo más puro e incontrolable. A eso fuimos, a desconectarnos para conectarnos.
Nos fuimos a la aventura de la mano de Mario Guardo y su maravilloso equipo, y nos dispusimos a subir en cabalgata, a lo más alto del Cordón de Ambato, ubicado a unos 2 mil metros sobre el nivel del mar. La travesía no fue nada fácil, con senderos muy pequeños al límite del precipicio, que obligaban a mirar al frente y confiar 100 % en este noble animal. Lo hicimos, respiramos hondo y soltamos los miedos. Vivimos una experiencia impredecible, que nos llevó a disfrutar de la noche más estrellada de nuestras vidas, en lo alto del cordón, en desconexión total de lo mundano y en conexión absoluta con la tierra madre.-