Texto y fotos: Virginia Da Cunha
El filósofo francés Deleuze decía que las personas y los sistemas están hechos de líneas. La línea dura para aquello rígido, estructurado, conservador, lo institucional.
La línea blanda para aquellos flexibles, maleables, que buscan un modo de existencia mas adaptable y la línea de fuga que es esa energía por donde lo natural se escapa. Lo real, diríamos, resguarda una inquietante locura por la que los mecanismos sociales de ordenamiento y jerarquización encuentran su límite insuperable. Berlín es sin duda una línea de fuga una ciudad donde todas las líneas conviven sin ser siquiera juzgadas. No hay una moda, un barrio, una línea que seguir. cada uno vive en su camino libremente con respeto al prójimo.
Gracias a ello, mis días en la ciudad fueron pocos pero pude experimentar cosas muy diversas. Encantada con ver niños andar solos en bicicleta por las calles, con la avanzada cultura vegetariana y orgánica.. la existencia de espacios verdes inmensos y ríos entre cada punto que eligiera ir. Todo emana excelencia, puntualidad, personalidad, todo funciona, todo se cumple.
El subte es un reloj y esta impecable al igual que las calles impregnadas de graffittis y percheros con tapados de piel vintage a la venta. La atención en restaurantes, bares y nightclubs muy eficaz.
Valió mucho la pena la caminata por Kreuzberg, el barrio donde viven la mayoría de los jóvenes y artistas hasta el Memorial Soviético de Treptower Park. Imponente lugar!
Cada cafecito o restaurante es una galería de arte. Hay wifi en todos lados funcionando a la perfección y he comido por 8 euros platos muy deliciosos y sanos como en Soya, Rhyong y Spindler.
Tuve el lujo de cenar en el exclusivismo China Club, un lugar glamoroso y cosmopolita al que acceden selectos miembros de la sociedad, lo empresarial, la política y cultura mundial. Ofrece un lugar donde los miembros puedan sentirse como en casa, en un elegante pero no pretencioso ambiente. Un bar, una librería, y distintas habitaciones que tienen su propio carácter, representando el alto estilo de vida de la cultura china. Puertas talladas a mano, y una impresionante colección de arte contemporáneo. Una mujer china nos atendió y cenamos las creaciones de uno de los mejores cheffs de comida asiática en el mundo llamado Chef Tam Kok Kong.
De lo más high pase al underground, guardé los tacos en la mochila y me subí al subte para experimentar una de las fiestas más locas de la ciudad en el Kit Kat.
Una disco de 4 pistas de bailes construida en una fábrica laberíntica donde la gente tiene total libertad de vestimenta y hasta pueden tener sexo en público (hasta hay camas en espacios por donde otros circulan para ir a buscarse un trago). Hombres desnudos bailando en tacos, Djs disfrazados y muy buena música que iba desde el techno hasta el funk. Intente sacar una foto y casi me echan del lugar a patadas, así que eso se los debo chicos. Pero sin dudas el no poder subir esto a las redes hace que el lugar conserve su esencia, que la gente realmente se libere y disfrute sin ser observado y sin la necesidad de mostrar nada a otros. Y que la única manera de juzgarlo sea experimentándolo.
Lo mismo sucede en Berghain, la discoteca ubicada en una antigua central eléctrica considerada capital global del techno. What happens in Berghain, stays in Berghain.
Berlín es de los pocos lugares en el mundo que la gente camina mirando hacia adelante y no hacia su teléfono. Es que no hay nada que sea una tendencia común más que el ser uno mismo. Y seguramente estar mirando todo el día historias de otros sea una pérdida de tiempo para quienes saben lo que quieren y su energía se enfoque en afirmar su propia y real story.
Si existe la tendencia natural de que los inviernos sean muy crudos, y hayan meses en que el sol no se asome ni un instante y muchos se depriman. Dicen que quienes superan un invierno en Berlín lo superan todo. Hay muchos guerreros aquí y no de los que cargan armas.
Yo aterrice en la semana más fría del año y aun siendo la persona más inquieta y curiosa, tuve que quedarme casi un día entero adentro.
-14 grados para Leer, conectar con el silencio y también trabajar con mi amigo Francisco Rojas quien está diseñando vestimenta para mi próximo videoclip. Pronto verán plasmada en ello todas las características que admiro de esta ciudad y vengo mencionando. Luego el sol vino a buscarme y recorrí parques, barrios, hasta patine sobre el Canal Werhen que estaba congelado.
No quiero aburrir con información de museos, instituciones políticas, o con el famoso muro. Este es el presente que viví en los pocos días que estuve y, siendo mi segunda visita a la ciudad, vuelvo a confirmar que es de los lugares que más admiro de este mundo.