Con la mira en Tokio 2020
Sus lágrimas de felicidad en los Juegos de Rio 2016 cuando se enteró de haber obtenido el 20° puesto, emocionaron a todo un país. En ese entonces, Fernanda Russo era una riojana de solo 16 años, la más joven de la delegación olímpica. Hoy, con 18, acaba de terminar el secundario y se prepara para encarar una vida que comparta su pasión por el deporte con los estudios, pero siempre pensando en buscar la revancha.
Cuando Fernanda Russo consiguió un lugar para los JJ.OO. 2016, fue el resultado de un largo proceso: años de dedicación, ambición, entrenamiento y haber participado con un rendimiento superlativo en los números eventos previos que garantizan apenas dos lugares a los latino. Aun así, a Fernanda no le cayó la ficha hasta unos meses antes del gran acontecimiento. Fernanda tenía solo 15 años cuando lo logró y sería la más joven de la delegación olímpica.
“Yo clasifiqué el 13 de julio de 2015 y en ese momento no podía creer”, nos cuenta, un par de años después mientras recuerda la hazaña, “Conscientemente sabía lo que estaba pasando, pero es como que, (chasquea los dedos) ¡despertame!” Tuvo que pasar un tiempo para que llegara ese click: fue en el evento test – todos los deportes olímpicos tienen un evento test para probar las instalaciones en la sede de los juegos, en el caso de Tiro, el evento test cobró la forma de una Copa del Mundo-, ahí fue cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando porque, nadie que participe en un Juego Olímpico se pierde esos evento test.
Además no hubiera sido perder una ventaja tremenda teniendo en cuenta las distancias y los horarios.
Claro, en Rio tenés mucho menos tiempo de aclimatamiento. Recuerdo que cuando fuimos a China tuve que tener 12 días de aclimatamiento. Desde esos días (era abril) hasta el 6 de agosto que fueron los juegos fue como que pasé por todas las emociones habidas y por haber: miedo, angustia, emoción, euforia, todo lo que te puedas imaginar; y en el momento de las pruebas es indescriptible.
Siempre se imagina que uno de los momentos más fuertes para un atleta olímpico es el gran desfile de la ceremonia inaugural, sin embargo vos lo viviste de una menara especial, digamos…
Sí, no lo viví. Rifle de aire femenino es siempre la primera competición en un Juego Olímpico, así que ese día yo estaba en capilla (risas), obviamente vi la ceremonia desde la tele en la Villa Olímpica, pero no me permitieron ir ni del Comité, ni de la Federación –y obviamente tampoco hubiera ido si me lo permitían, imagínate perder una medalla por culpa de eso-.
En su casa siempre le inculcaron que tenía que hacer deportes. El que sea. Pero fue la vieja pasión de padre por el tiro la única que consiguió apasionarla. Una vez que papá Russo la llevó, a los 10 años, al Club del Tiro Federal de La Rioja, ya no hubo vuelta atrás. Primero arrancó con la iniciación deportiva que es el primer fogonazo con el arma: normas de seguridad, como moverse en un polígono de tiro y cómo manejar el rifle, que debe ser siempre respetado por lo que es: un arma de fuego aunque dispare balines de aire comprimido.
Después de iniciación deportiva, pasaron algunos campeonatos sociales hasta llegar a los Juegos Evita ‘12, la primera competición grande que tuvo. Ganó una medalla de plata y a fines de 2013 la convocan de la Federación de Tiro para integrar el plantel que buscaría el lugar para Rio ‘06. Ni siquiera era seguro que el tirador que consiga esa plaza sea el que efectivamente vaya a competir. La plaza es de Argentina y se la merece en ese momento el tirador que mejor curva de desempeño esté pasando. Todo licito cuando el objetivo es ganar para el país.
El camino fue algo tortuoso. En 2014 Fernanda iría a Europa, a una gira de preparación y luego a Fort Bening en EE.UU. para buscar la plaza para los Juegos de la Juventud en Nanjing, China para ver si desde allí conseguía el ticket dorado para Rio. Allí quedó cuarta en la final, debajo de tres mexicanas que al ser paisanas solo podían compartir un lugar. por lo que el siguiente cupo fue directo para Fernanda.
Como el rendimiento de Fernanda a estas alturas era muy bueno, fue a la Copa de las Américas, un Panamericano solamente dedicado al tiro y prácticamente la confirmación de que sería ella la representante argentina.
¿Esperabas clasificar?
No, jamás.
¿Qué sacrificaste por este deporte?
Yo siempre digo que estos no son sacrificios. Uno elegí en ese momento hacer lo que creía que iba contribuir a mi objetivo y ese objetivo era ser la mejor versión de mi misma. O sea, dar todo lo que yo pudiera dar en una situación dada, porque no quería defraudar a nadie, ni a mi familia, ni a mi país, pero sobre todo no me quería defraudar a mí.
Supongo que amigos y familiares te apoyaron en todo…
Sí, totalmente. Primero costó y mis amigos me decías “che Fer no venís nunca, no te vemos más, ¿Te parece que vale la pena?”. Y sí, vale la pena (risas).
¡Mirá si no va a valer la pena!
Es que yo no me iba a quedar con las ganas de saber qué hubiera pasado si descansaba más o entrenaba más. Los supuestos para mí no existen, es lo que hacés y lo que hiciste y trabajas todos los días para conseguir.
Aun así te diste maña para tener una vida social…
Seguro, no me perdí mi vida adolescente lógicamente. Incluso una vez en 2014, cuando volví de la Copa de las Américas, ese mismo día acomodamos todo porque era el cumpleaños de 15 de mi mejor amiga y yo no podía no ir. Era una cuestión de vida o muerte (risas). También tener la cabeza centrada en lo que uno quiere hacer, eso hizo todo más fácil con la organización.
De Rio para acá ¿Cómo estuvo marcada tu vida?
Pasó un año y medio, en ese año y medio después de Rio yo me di seis meses de hándicap para ver que quería hacer porque estaba podrida. O sea, estaba cansada, agotada mentalmente pero no quemada. Yo creo que si hubiera estado quemada no estaría aquí.
Fueron seis meses donde tuve que sentar y bajar revoluciones y rendir en la escuela, tenía que aprobar o aprobar para pasar de grado. No tiré, no entrené, creo que solo competí una sola vez en un campeonato interno. Recién en noviembre, diciembre me dije “tengo que volver, quiero la revancha en Tokio”.
¿Cómo estás en la búsqueda de esa revancha?
Por ahora las cosas están saliendo muy bien. En el Campeonato Mundial que era la prueba más importante del año, quedé cuarta lo cual es muy bueno; pensá que la campeona olímpica competía en ese mundial y compitió conmigo en la final y bueno, cerré 2017 con una medalla de oro en el Sudamericano –que si bien el nivel es mucho más bajo, no deja de ser importante-.
Terminaste el secundario en 2017 y se viene una nueva etapa en tu vida en todo sentido ¿Cuáles son tus aspiraciones para los próximos años?
Voy a empezar a estudiar ingeniería, pero por supuesto que voy a seguir entrenando. Voy a acomodar las dos cosas porque las quiero, ambas me encantan. Pero además porque entiendo que no se puede vivir del tiro dentro del país.
Hablando de “vivir del tiro” ¿Cómo fue el apoyo económico que recibiste para llegar a Rio de Janeiro?
Empecé a recibir apoyo cuando los resultados me fueron acompañando, lo cual es lógico. Primero de parte de la Secretaría de Deportes de La Rioja, después de la Secretaría de Deportes de la Nación y por último del ENARD. Y por supuesto de mis viejos, ¡primero y principal! Esos cuatro pilares son la parte más importante a nivel económico.
Gracias al ENARD es que nosotros, los deportistas de alto rendimiento podemos viajar, entrenar y equiparnos más allá de la beca que cobramos. Si bien yo cobro una beca por mi medalla de plata, eso me habilita a equiparme y seguir entrenando. Al margen de esa beca yo creo que el apoyo general que se genera entre la Federación, el ENARD y el deportista es muy importante. Es un equipo, siempre, por más que sea un deporte individual. Sin eso cualquier deportista se cae porque es imposible solventar los gastos que se requieren en este nivel de competencia.
¿Ves que en otros países de Latinoamérica es distinto? Porque tal vez la comparación con Europa o EE.UU. es injusta pero, dentro de nuestro continente ¿te parece que otros lo hacen mejor?
Sí, pero no creo que pase por el nivel de inversión porque Argentina invierte muchísimo en nosotros. Por ahí tiene que ver con la importancia que le dan: en Brasil o Chile a los tiradores les dan rango militar, generalmente de la armada o la policía. No es que sean militares o trabajen de eso, pero tienen el rango, es una cuestión de organización.
¿Qué te parece que se debería emular de otros países para mejorar el deporte amateur que tenemos nosotros?
A nivel federativo no voy opinar porque no soy dirigente, soy deportista, pero creo que el principal cambio que deberíamos realizar es a nivel conciencia colectiva. El argentino es muy exitista, mucho. Tanto en el futbol, como el básquet o el tiro, y hay que entender que no porque un día ganes sos el mejor o porque pierdas sos el peor. Está sobrevalorado el hecho de estar sentado en el sillón viendo la tele y decir: “¡Nah! Es un muerto, no tiene idea”, en lugar de ponerse en el lugar del deportista y mirar la cantidad de cosas que dejó de lado para estar donde está.