El Camino De La Redención, Sergio Denis

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A Denis le gusta relatar la fábula que le contaron sobre las águilas y su doloroso proceso de recuperación para seguir viviendo, incluso publicó un libro que lleva un título alusivo a las mismas.

Es que en su vida hay sufrimiento, equivocaciones e injusticias que lo emparentan con ese ave que busca ―pese a todo― seguir viviendo. Sin embargo, la suya no es una leyenda ni una experiencia exagerada, es una historia de redención donde ―aún en su peor momento― se impone un común denominador: la fe.

Hace un tiempo que volvió a girar con su catarata de hits y su nuevo disco (“Clásico”), lo encuentro en el bar del hotel donde se aloja y el trajín de notas que lleva encima las disimula con elegancia. Si la charla se embarca sólo por los hilos de la apariencia diría que es una mezcla de Pierce Pierce Brosnan y Don Johnson, que está igual al mismo que conocí hace más de veinte años arriba de un escenario y al que era imposible llegar. Si bien, era en un carnaval de una ciudad pequeña, cientos de mujeres pugnaban por su saludo cercano. En esa época se tocaba el jopo a cada rato y se arremangaba las mangas, un gesto que hacía con calculado movimiento y para muchas féminas constituía sensualidad. Se lo hacían saber ―gritos y forcejeos varios― era un poco más de piel que les ofrecía a su vista, una ingenuidad en estos tiempos de toda la carne al asador.

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Sergio se arremangaba artísticamente y no sabemos a ciencia cierta si fue el Muñeco Mateiko que lo hizo primero, para estos casos el mito es mejor a la duda. Más tarde le tocaría arremangarse en serio muchas veces, quizás más de las que uno supone soportar.
Por estos días vuelve a realizar un show propio en Córdoba ―el 7 de octubre se presenta en Ciudad de las Artes― tras 12 años de sequía que coincidió con una etapa difícil de su vida. “Hacía sapo en todos lados. Por eso dije, o vuelvo bien o no vuelvo más. Ahora venimos haciendo giras por el norte del país y con mi última canción pasó como una estampida con gente nueva que no me tenía en cuenta. Además, cuando salgo a la calle y que chicos de 18 años canten `Te quiero Tanto` (y empieza a tararear la canción)…

―O que te la reversionen las hinchadas del mundo, ¿no?

―Claro, una vez Fito Páez me dijo: “haciendo zapping vi una hinchada de Indonesia cantando tu canción”. ¡Mirá hasta donde llegó! Yo la había escuchado en el Bayer Munich, Chelsea, en Manchester, en el Barca, en el Inter, en el Atlético y varios italianos. Te juro que a veces cuando veo esto lloro. Como decíamos en el pueblo, “demasiado cuero para un solo cuerpo”.

―Se cumplen nada menos que 30 años de ese tema. ¿Presentiste ese destino?

―Cuando la hice sabía que iba a ser un hit. En ese momento yo me empezaba a dar cuenta que tema se podía transformar en hit, hasta ese momento no tenía mucha idea y generalmente me equivocaba en la elección y los productores me daban una mano. Pero con esa dije ahí no, esta la meto hasta las tapas, en el buen sentido. Lo empecé a intuir, incluso un día un disc jockey de los más importantes me mostró un remix que había hecho y estaba espectacular. “En todas las fiestas que hago tengo la obligación de terminar con esta canción. Primero va Cacho Castaña con `La Reina de la bailanta` y después vas vos sino me matan”, me dijo. Eso provocó una renovación de público súper importante, que no me tenía en cuenta hace tres o cuatro años atrás. Yo tenía más que nada un público adulto y ahora también vienen pendejos.
En su papel de Sergio Denis me cuenta anécdotas con Gieco que le dijo que debía hacer un disco con los músicos de rock y con el Flaco Spinetta. “Me lo encontré en el estudio El Cielito y le pedí perdón por haber grabado ´Muchacha ojos de papel´ (se ríe) porque en ese época era intocable y era ser muy atrevido, ahora ya lo han grabado varios. Y me contestó, pero tan fea no te salió. O sea que con mucha diplomacia me pegó una patada en el c…”, afirma. Rememora los momentos ―en el 95― cuando actuaba con un solo músico (su tecladista) y hacían algunos temas de folklore, vinieron a Cosquín y a la gente le gustó. “No soy nada estrella para hablar ni para creérmela pero el folklore lo domino bien, esa música la mamé de chico, conozco lo que es el trémulo de la viola y la tenés que haber escuchado alguna vez. Cuando iban (Eduardo) Falú o Atahualpa (Yupanqui) a mi pueblo me quedaba helado. ¿Vos sabés lo que es haber visto a ese tipo cantando Camino del Indio?”, pregunta. Y desparrama historias de Don Ata, por ejemplo de un Grupo que había hecho justo una versión de Camino y cuando le preguntaron que le parecía, el Viejo contestó: ¡Que me lo han asfaltado!
―Grabé el disco cuando pude recuperar la voz y fueron quince años. Hubo un momento que yo tocaba pero me tenía que bajar y devolver el cachet, no estaba para trabajar. Fue duro pero logré recuperar la voz hace dos años y me entusiasmé porque tenía un par de temas que me gustaban. Además, siempre quise grabar de nuevo “Los Sonidos del silencio” y “Conclusiones”. Hoy un ex combatiente de Malvinas me dice que siempre tiene presente la frase de este último que dice: “No tengo paz si no viví la guerra”. Que escuchaba esa parte y se conmovía. Es increíble como podés formar parte de la historia o de la vida de la gente de cada uno.

―No tenías voz pero ¿siempre tuviste esperanza no?

―Yo estaba seguro así como estuve que iba a llegar a esto. Una vez le dije a mi amigo, “Te juro Miguel que ya solo tengo fuerzas ni para rezar”. Y me contestó, no te olvides que quien se arrodilla para hablar con Dios es el hombre más fuerte. Ahí dije ya está. Por eso, siempre tuve una profunda fe, está presente en muchos temas como en “La simpleza de mi gente”, en “Gigante chiquito”, “Sólo sabe Dios”, por ejemplo. Tengo una tremenda admiración por los personajes de la historia, me acuerdo de Alejandro Magno que cuando debía enfrentar a los Persas que tenían un ejército diez veces más grandes que él vende todo lo que tenía. Y un súbdito le pregunta ¿Ahora qué vendiste todo, qué te queda? La esperanza, respondió. Con eso podés seguir toda la vida.

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Podés seguir leyendo completa la entrevista en nuestra próxima edición de la revista en papel (u online)

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