Viene de un año intensísimo que arrancó en marzo del 2015 con la filmación de Socios por Accidente 2 y lo cerró con el estreno y gran éxito de Kryptonita, el film de superhéroes que cuenta con Diego Capusotto haciendo una especie de villano guasónico.
En esta entrevista te invitamos a conocer a Nicanor Loreti, uno de los directores argentinos del momento.
Un delincuente entra a terapia intensiva en un hospital de Isidro Casanova, acompañado por los miembros de su banda y es responsabilidad de un pobre médico de guardia salvarle la vida mientras son rodeados por la policía y se va descubriendo que esa banda de ladrones no es mucho más de lo que aparenta. Con una estética de conurbano kitsch y un tono de seriedad que no se deja adivinar por la temática, Kryptonita es la película más inesperada del cine nacional en 2015. Y un gran éxito de espectadores en las salas de todo el país.
El responsable de esta adaptación de la novela de Leonardo Oyola es Nicanor Loreti, joven director porteño que ya viene forjando una notable trayectoria en el género de Thriller/Acción como escritor, guionista y realizador. Nacido en la ciudad de Buenos Aires, Loreti fue jefe de redacción de la revista La Cosa antes de saltar al mundo cinematográfico con su debut, Diablo, un film tranatillesco sobre un boxeador en las últimas, que se ve envuelto en una serie de hechos violentos y muy sangrientos, pero que no se aparta de la comedia negra. Loreti es también el responsable de haber llevado a la pantalla la “buddy comedy” -comedia de amigos- Socios por Accidente y su secuela, Socios por Accidente 2. En ella cambia a Juan Palomino –su actor fetiche, digamos- por José María Listorti y Pedro Alfonos, y a los escenarios del conurbano bonaerense por la Capital Federal y deferentes locaciones del interior argentino como La Rioja o Misiones; pero mantiene siempre un estilo colorido y lleno acción. Ahora se encontró ante la posibilidad de adaptar y realizar una historia que parece hablarle directamente a su forma de dirigir y a sus gustos estéticos: oscura y violenta pero sin perder el humor; con un fuerte ingrediente de fantasía pero ambientada en lugares reales y en situaciones verosímiles de nuestra sociedad.
En esta entrevista con Nicanor Loreti, Revista Random indaga en sus orígenes como realizador audiovisual y en la experiencia concreta de Kryptonita: la adaptación, el trabajo con los actores, su relación con el autor de la novela y la reacción frente al éxito de críticas y público.
-¿Cómo fue tu acercamiento al cine? ¿Cuándo te diste cuenta que querías ser un realizador y cómo fue el proceso para llegar a este presente?
-Fue durante la secundaria. Tenía tanta memoria para fechas y datos de películas que me di cuenta de que era lo que quería hacer para vivir. Luego salí y fui a la Universidad del Cine donde, aunque no terminé la carrera, aprendí muchas cosas. Apenas salí de la Universidad trabajé en la revista de cine La Cosa, de Axel Kuschevatzky, donde aprendí de todo. Trabajé unos cinco o seis años en la revista, hasta que me fui dando cuenta de que realmente (como cuando estaba en la secundaria) lo que quería hacer era dirigir película. Así que dejé el trabajo en la revista, y me fui a trabajar como primer asistente de dirección en una peli, trabajé un poco en producción también y escribí guiones de algunos films de terror que salían en DVD en el mercado de USA. Al mismo tiempo, en 2009 presenté los proyectos Diablo y La H (un documental) a concursos del INCAA. Ambos ganaron, y pude filmar las dos pelis, una después de la otra, y estrenarlas en el Festival de Mar del Plata de 2011. Diablo ganó la Competencia Argentina, y eso me abrió el camino para que me ofrezcan otros proyectos, como la saga Socios por Accidente (cuya segunda parte se filmó en La Rioja).
-¿Cómo surge la idea de llevar Kryptonita al cine?
-Leí la novela original de Leonardo Oyola y me rompió la cabeza como mezclaba policial con humor, realismo social y ciencia ficción. Al mismo tiempo, sus diálogos eran tan buenos y realistas y su ritmo tan cinematográfico que todo el tiempo veía la película (y hasta escuchaba en mi cabeza la banda sonora que podría ser) mientras lo leía.
Así que apenas lo terminé, contacté a Leo para proponerle hacer la peli. Como le había gustado mucho Diablo, mi primer film, estuvo de acuerdo, y desde ahí avanzamos.
-¿Había alguna necesidad puntual tuya de abordar el género superheróico desde una mirada autóctona o el interés se despertó al leer la novela de Oyola?
-El interés se despertó al leer la novela de Leo, que tiene una voz muy particular.
-Teniendo en cuenta el presupuesto acotado de la película, considerando la envergadura del proyecto ¿Cuál fue el principal ajuste que tuviste que realizar para acomodar el planteo realizativo a los recursos con los que contaban? ¿Varió mucho a la idea inicial que tenías?
-La película no varió demasiado teniendo en cuenta la idea original, porque desde un comienzo la pensé como una película de sitio con reminiscencias de John Carpenter.
Lo que hicimos fue tener gente súper talentosa trabajando en muchos rubros con mucho menos de lo que se trabaja en largos de gran presupuesto, pero priorizando que fueran personas que pudieran hacer valer el dinero que teníamos. Es un talento aparte poder filmar con un presupuesto medio y saber qué ajustar y qué necesitás sí o sí. Hay gente que filma con una cabeza publicitaria y si no tienen un presupuesto de 10 millones de pesos o más no pueden hacer una película. Lo que pasa es que para que el film sea rentable si te pasás de ambición nunca va a recuperar su costo. Hay que entender cuál tiene que ser tu presupuesto si apuntás a cierta cantidad de espectadores.
-¿Qué tan rígido fue el trabajo con los actores? ¿Se apegaron estrictamente al guión en el rodaje? ¿Ensayaron mucho, o buscaron la mayoría de las cosas en el set?
-Se ensayó bastante con parte del elenco, pero también hubo un set muy relajado en donde había lugar para la improvisación. El ritmo de rodaje era bastante veloz, por lo que era importante que todos supieran muy bien sus textos y conocieran el tono de actuación que necesitaba la película.
-¿Trabajaste con un guión técnico definido, o el planteo fue más libre?
-Por primera vez dirigiendo en solitario, trabajé con un guión técnico completo de todo el film, incluyendo tamaños de planos y lentes. En Diablo improvisé todo, excepto las escenas de acción, que sí tenían storyboard. Pero acá me di cuenta que podría filmar aún más rápido si tenía ya todo definido. Aunque Martin Armoya, el asistente, y Mariano el DF, me gastaron mucho sobre el guión técnico, diciéndome que la mayoría de lo que había anotado lo iba a filmar distinto. Unos amigos, jaja. Pero al final el 75% de la peli está filmada como figuraba en el técnico.
-¿Cómo fue el proceso de producción de la película? ¿Cómo se financió?
-Se financió con dinero del INCAA, más aportes de Crudo Films, la productora principal (que es de Jimena Monteoliva), Ayar Blasco, Picnic, el estudio de sonido El Cono del Silencio y Fantaspoa, entre otros. Es toda una movida, porque tenés que tener cierta espalda financiera para hacer casi cualquier película que no sea dos tipos tomando un café. Y Jimena fue la primera que creyó que este delirio podía ser posible. A muchos productores les daba miedo la propuesta.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió del corte final de la película?
-Lo que más me sorprende es el nivel de las actuaciones. Yo le tenía mucha fé a todos y me daba cuenta durante el rodaje de que estaban haciendo un gran trabajo, pero al ver el film terminado le fui encontrando matices a las interpretaciones que no había llegado a ver mientras filmábamos. Por suerte cada vez que la veo voy descubriendo cosas nuevas.
-En la función de prensa de Mar del Plata se vivió algo insólito en el festival. Una horda de gente que quería entrar a una sala que ya estaba colmada. Tanta desesperación había por ver la película que la organización a tuvo que armar una función paralela para que no se desmadre la cosa. ¿Cómo viviste toda esa locura?
-La verdad que la vivimos con mucha alegría. Cuando hacés una película de este tipo, que apunta a que la gente quiera verla, está buenísimo cuando finalmente ocurre. Obviamente no esperábamos tanto y fue muy bueno que ocurra así. La verdad que sentís el alivio de saber que no eras un loco y que la película no era una quijoteada, sino que realmente había un espacio dentro de la industria para este tipo de cine. Existe un cambio de paradigma en el cine de género en los últimos años. Hay una suerte de utilización del género como contexto, como un espacio dado para que pase una historia. Lo importante parece estar más ahí que en el género en sí mismo. Algo así es lo que para mí sucede en Kryptonita. Antes que nada, creo que es una película sobre personajes
-¿Compartís esta visión? ¿Te interesa trabajar sobre esa vuelta de tuerca, o fue sólo un resultado puntual de este proyecto?
-Concuerdo plenamente. Es así. Yo creo que la gente, cuando se trata de cine argentino, quiere ver buenas películas. Después, hay productos plenos que funcionan (buenos o no), movidos por cierta maquinaria de márketing. Pero cuando hacés algo independiente, es importante que muestres cosas con las que los espectadores se puedan identificar, y tener personajes realistas y bien interpretados les permite poder verse reflejados. Siempre me interesó hacer películas sobre personajes, Diablo también lo era y la próxima que realice como proyecto personal también tendrá éstas características.
-¿Qué expectativas ves en el cine de género nacional para los próximos años?
-La verdad es que veo un buen panorama a futuro, pero creo que tenemos que apuntar al público desde la génesis misma de los proyectos. Pensar qué actores estás poniendo, a quién está dirigido el proyecto y por qué. La gente no va a ir a ver la película solamente porque está buena. Tiene que tener un plus.
Cuando hacés una película de este tipo, que apunta a que la gente quiera verla, está buenísimo cuando finalmente ocurre.
-¿Cuáles son tus próximos proyectos?
-Queremos hacer alguna cosa más con Leo Oyola pero es top secret. Igual que todo lo demás, jeje.