Por Franco Colamarino /Fotos: Gentileza Prensa Obra | Agradecimientos: Carlos Ferrando, Raquel Flotta.
Cuentan que en uno de los programas de Tato Bores a su ladero Roberto Carnaghi le surgió un imprevisto y necesitó ser reemplazado. Con vendas para que no se note el cambio, salió a la cancha un tal Juan Leyrado. Al otro día una crítica destacaba la labor de Carnaghi en ese envío pero claramente ignoraba que había sido un ignoto. El periodista que lo elogió -sin querer- tuvo una gran premonición, ese pibe que hacia el bolo se terminaría convirtiendo en uno de los grandes actores del país. Un promedio de treinta obras por género (de la actuación) que avalan la trayectoria de este nieto de un ebanista que confeccionaba mascarones de proa e hijo de un marinero que no sabía nadar.
Leyrado es padre de dos hijos (uno siguió sus pasos, Luciano) y tiene tres nietos, y antes de descubrir su pasión trabajaba en una casa de repuestos. Ahora se luce protagonizando la obra de Henrik Ibsen “Un enemigo del pueblo” que tras el éxito en Buenos Aires sale de gira por diversas localidades (desde el 27 de julio en Teatro Real de Córdoba y 8 de agosto en Salta, entre otras antes de hacer temporada en Mar del Plata). “En toda mi carrera hice muchas giras y conozco la mayoría de las salas, siempre es buen reencontrarme con esos lugares, con el personal, con cada público de nuestro país”, reconoce. En la obra Leyrado se pone en la piel de Thomas Stockmann quien descubre que en las aguas del balneario donde vive están completamente contaminadas, y se enfrenta con todas las autoridades locales, la comunidad y el poder económico, despertando todo tipo de reacciones.
– ¿Suena lindo cuando tras cada función los espectadores se levantan de sus butacas para aplaudir?
Es un texto maravilloso y muy actual, fue escrito en el siglo XIX y tiene una actualidad impresionante, además la versión que hizo Lisandro (Fiks) –que además la dirige- es extraordinaria. Además es un regreso al teatro oficial donde tengo grandes recuerdos, hice cosas maravillosas y este año me llegó esta obra que fue un éxito rotundo y ahora lo sacamos de gira.
– ¿Te reconforta más aún salir con un texto que invita a pensar?
Esa es la función del teatro, es un instrumento para pensar, para replantearse cosas, para pensar con los demás, el hecho que además en la obra se participe en una asamblea como gente del pueblo es algo que permite una confianza de poder expresar, poder buscar e ir para atrás en el pensamiento y modificarlo. En cada función recibíamos el aplauso y también las palabras de aquellos que nos esperaban y nos decían que realmente había sido importante compartir ese momento con ese texto.
– ¿Cómo lograron que la obra parezca actual?
Hemos trabajado mucho en el sentido que requiere este trabajo, generalmente con los clásicos hay una distancia no sólo de época sino de forma. Y eso es lo que le pasa al público haciéndolo distante, lo que ocurre aquí es que al haberlo traído acá y trabajado mucho el público no siente esa lejanía que generalmente le ocurre con los clásicos. Sin perder la esencia de la obra porque es sacada del texto original de Ibsen, encontramos los actores esa vibración que necesitaban los personajes.
– Trabajar con los clásicos es algo que hiciste mucho en tus comienzos, ¿Hubo flashbacks?
He realizado mucho teatro clásico, sobre todo en el Teatro San Martín, pero ya te digo el hecho de versionarlo y adaptar un clásico, cosas que son muy difíciles; y el director lo trabajó magnífico, hizo que nos animáramos a la naturalidad de las tareas de la actuación. Eso se logró y el público lo agradece y uno se siente bien con esa participación.
– La obra plantea el tema del compromiso, ¿Es una buena oportunidad de traer este tema donde hay mucha confusión?
Es muy importante, a mí me sirve mucho para esta época que vivimos y fundamentalmente porque no es una obra partidista que está hablando de uno u otro partido. La obra habla de uno mismo, de un ciudadano, de aquel que pone el voto y se tiene que hacer responsable de eso. Y luego no se plantea a quién vota porque no se dirige a una ideología específica, sino de tener ideas propias, de no ser pensado, de construir un pensamiento propio y no un pensamiento de lo que escuchamos o leemos.
– Hay una necesidad de saber leer entrelíneas para no ser pensado por otros…
La pérdida del pensamiento propio que es producto de una cultura, hace que uno esté muy lejos de lo que hacen los demás con ese voto que los beneficia. En esta cultura se votan personas y no proyectos, y el desconocimiento de los mismos hace que siempre tengamos que partir del mismo punto. Siempre para atrás y después de nuevo a intentar, pero de eso se trata lo que este momento nos puede dejar. Nos obliga a la toma de conciencia de los valores reales de la democracia y que todos tenemos que ver con eso.
– ¿Una forma elegante de plantear ideas a partir desde el arte?
Es lo que conozco, no puedo dar clases ni de economía ni de política, de nada ni quiero engancharme en eso porque uno de repente es convocado y cree que lo puede hacer y no. Si yo actúo no puedo poner en la actuación o en mi forma de actuar lo que yo pienso como persona, voy por un terreno conocido en ese aspecto, en el cual me puedo equivocar a veces porque no siempre son rectos ni sinuosos. Cada vez más pasa el tiempo y más me abrazo a la tarea específica de actuar, de representar personajes y de poder comunicar las ideas de esos personajes y comprometerme también cuando esas ideas son cercanas a las mías.
– ¿Cómo lograste ser consecuente con tus convicciones?
Me aferré en el hecho que me gusta actuar y representar personajes, no tuve otro objetivo más que el de componer de la mejor manera, y todo lo que venía después ya sean éxitos o fracasos, dinero o no, eran una segunda etapa producto de otras circunstancias: algunas fortuitas o las que se daban así. No me ocupé mucho de eso pero no por habérmelo propuesto, no se me dio ni fue mi camino. A mí me gusta trabajar y hacer con el trabajo una construcción, no solamente laboral y de personajes, sino una construcción mía de meterme para adentro, de bucear cosas que le puedan servir para el personaje. Se trata de encontrar distintos aspectos míos y tener esa posibilidad de mirar las cosas por dentro, las buenas, las malas. No me lo propuse, yo seguí lo que sentía y me manejo de esa manera.
– ¿Sos autocrítico? Aunque te imagino amable con vos mismo…
No siempre, fue un proceso, son etapas de la vida y del crecimiento, que te llevan a enfrentarte con vos mismo y a veces es necesario porque en ocasiones uno no se conoce demasiado por dentro. Uno puede estar ayudado por el psicoanálisis y ayudado por otras cosas pero uno tiene que tratar de conocerse y es parte del proceso natural de la vida.
– ¿Qué tenés siempre a mano de los recuerdos de tu infancia?
Uno no se desprende de lo que es y de la primer llamita que tuvo encendida y que le permitió a uno seguir creciendo lo más sano posible en la vida. Yo reconozco sensaciones en el juego teatral y las similitudes en el juego en mi barrio. Me aparecen sensaciones, no palabras, más que nada los sentidos, el olfato, el oído, el tacto, eso siempre está ahí y estuvo siempre porque forma parte de mi ser.
– ¿Cuáles son las pendientes o te dejás llevar como buen hijo de marineros?
Me dejo llevar, así como no me cuesta organizarme el tema de mi actividad, de mi profesión, las otras actividades cotidianas me cuestan organizarme. Me dejo hacer, los tiempos pasan y no presento lo que tengo que presentar, porque siempre me aparece otra cosa que me saca de eso. Si bien soy responsable, no soy lo mejorcito en eso, no me aparece tanta dedicación como la que tiene que ver con mi profesión y mi tarea. No obstante, tengo una familia constituida desde hace tiempo, y obviamente para las cosas que me requieren siempre estoy, pero me refiero que lo primero que me surge es lo relacionado a la actuación.
– Sabemos que en lo doméstico si hay que cocinar siempre estás presente…
(Se sonríe) No cocino como cocinaba mi mamá porque me gusta un poco más tranqui la comida, eran más tanos en casa. Lo que sí hay algo que me quedó que es la dedicación, el manejo de las cosas, tocar los productos, hay algo que tiene que ver con lo sensual que me atrae de la cocina.
– En pocos días tenés el estreno de La Caída por la TV Pública…
Felizmente me han convocado y ya terminamos de grabar, esperando el pronto estreno. En tanto, ahora estoy grabando la segunda temporada de “Un gallo para esculapio” con un personaje maravilloso, estoy con eso. En Underground se labura muy bien, aparte Bruno Stagnaro es un excelente director y estoy muy feliz con eso sinceramente. Y entre tanto sigue la gira de “Un Enemigo…” que mencionábamos antes.
– ¿Un sueño recurrente?
Mi sueño es que aprendamos y busquemos lo que todavía no aprendimos, deseo, espero y confío que ganará la parte buena de seres humanos de nosotros, triunfará ante esa parte egoísta, dañina, negativa que también tenemos. No será fácil pero vale la pena intentarlo por nuestros hijos, por nuestros nietos, y por este país que es nuestro y nos cobija. ¡Somos de acá! Ojalá que la casa se recomponga, va a ser mucho trabajo, vamos a tener que trabajar todos y ser lo más claros y honestos posible porque está fea la cosa, acá y en el mundo. El ser humano ha retrocedido mucho y deja mucho que desear.