Esta entrevista pudo haber sido como cualquier otra. Teniendo enfrente a un periodista, es fácil caer en preguntas de actualidad, de política, del momento que atraviesa el país o los medios de comunicación. Algo me dijo que no vaya por ahí, que mire detrás del personaje. Sentí que escondía algo. No me refiero a su “secreto”, con el que Mario bromea muy seguido frente a cámara. Lo que escondía es un tesoro enorme de sabiduría y amorosidad. Una capacidad comunicativa y motivadora que puede hacer levantar de la silla al más longevo, para que se sacuda el polvo y se mueva en busca de sus sueños dormidos. Me dejé llevar por la intuición y por supuesto no me defraudó. Los invito a que lean la historia de un hombre feliz, que supo aferrarse a los sueños y transitar los peores avatares de una infancia pobre. Los invito a que disfruten de la lectura y que la usen casi como un ejercicio introspectivo. Si les toca alguna fibra, entonces maten los miedos y “a por sus sueños”.
Sos nacido en Río Cuarto, Córdoba. ¿Cómo fue nacer allá y qué sentís por tu lugar de origen hoy?
Es una ciudad difícil, es una ciudad careta. Es mi lugar, yo voy seguido, tengo mi familia allá y no reniego para nada de ese lugar. Pero sí creo, que es una ciudad que da para muchísimo más y que se queda ahí en el camino. Es un lugar donde todavía el “deber ser” puede más que el “quiero ser” o “queremos ser”. Eso mismo, es en un punto, su gran virtud y al mismo tiempo su gran defecto.
¿Desde chico ya experimentabas esta sensación?
Sí, totalmente. Todo el mundo quiere volver a la infancia, a la adolescencia y a la juventud. Yo no volvería y menos aún en Río Cuarto. Y no lo haría por muchas razones. Por muchas cosas que me pasaron que claramente no fueron buenas, de las que no tengo un muy buen recuerdo pero de las que pude salir. Fue como salir de un túnel en el que había mucha oscuridad, y además miedo, incertidumbre, dolor, baja autoestima. Entonces no es un buen lugar. Sin embargo, el gran desafío siempre es volver. Porque ahora que estoy en un lugar en el que yo me siento muy fuerte, pleno, feliz, y muy conforme con la vida que pude hacer -la mejor versión de mi, con mis virtudes y mis defectos-, al volver a ese lugar, es un gran espejo donde tomo consciencia de todo lo que fui haciendo, como un artesano de mi propia vida. Me gusta mucho esta frase: “convertir la bosta en abono”. Entonces por ejemplo, me junto con mis compañeros del secundario cada cinco año. No me gusta volver a ese lugar, pero vuelvo porque es un gran desafío. Primero porque no puedo renegar de mi origen, no lo puedo negar y no lo negaría jamás, y segundo porque volver, es chequear dónde estoy y dónde estuve. Es un gran trabajo. Se me remueven un montón de cosas, pero vuelvo. Además es donde está toda mi familia y donde intuyo, mi familia es feliz. Si ellos son felices yo también tengo que ser feliz, aunque a mi me lleve a algunos lugares donde preferiría no volver.
“Yo creo que nunca fui prodigio en nada, pero en algo sí lo fui, y es en haber tenido un sueño. Creo que cuando vos tenés un sueño muy concreto, puntual, exacto, y que además lo podés vivir, antes de que se concrete ese sueño, ya estás salvado.”
Para ser este que sos hoy, tu mejor versión tal como dijiste, ¿con qué herramientas te valiste y cómo se fue dando ese proceso de resignificación del pasado?
Yo creo que nunca fui prodigio en nada, pero en algo sí lo fui, y es en haber tenido un sueño. Creo que cuando vos tenés un sueño muy concreto, puntual, exacto, y que además lo podés vivir, antes de que se concrete ese sueño, ya estás salvado. Después hay que ir hacia él, hay que seguir ese caminito, aliarte con gente que te ayude, evitar algunas tentaciones, trabajar mucho, ser disciplinado, ser ordenado. Tampoco un plomo, ¿eh? (risas). Generar cosas, inspirar e inspirarte.
¿Cómo es que tenías tan claro tu sueño?
A los ocho años yo ya sabía que quería esta vida que tengo hoy. Lo sabía y lo tenía clarísimo. Cómo iba a lograrlo no sabía, porque era muy chico. Pero sí sabía que quería trabajar en Canal Trece, que quería ser movilero, que quería conducir un programa de televisión, que quería trabajar con Mónica y César que eran mis periodistas preferidos.
¿Así de claro? ¿Con tanto detalle?
Así de claro. Yo tengo guardadas todas las revistas donde salían Mónica y César que las fui juntando, las compré de grande. Ya en esa época los miraba en las revistas y me decía a mi mismo “yo voy a trabajar con ellos”. También sabía que me gustaban las antigüedades, que me gustaba reciclar, que me gustaba todo lo artístico. Los españoles lo llaman “huir hacia adelante”: yo tenía un lugar a donde ir, aunque esa parte del viaje no era lo mejor. Hay viajes que tienen cordilleras, y yo para llegar a donde quería, primero tuve que cruzar algunas cordilleras. Como mucha gente, por supuesto. No soy mejor ni peor, ni distinto al resto. Todos tenemos una cruz que la llevamos y si no, en algún momento te va a llegar. Mi viaje empezó con distintas cordilleras y después empezó a llegar la parte más tranquila del viaje y se hizo más rápida la última etapa. Hay una monja que se llama Mónica Cremona Astorga que hace un laburo con mujeres trans en el sur, que una vez les dijo a ellas: “todo comienza con un sueño”. A mi eso me salvó, como dice la frase del Titanic: “me salvó de todas la maneras que una persona puede salvarse”. Y lo agradezco no sabés cómo. Después claro que tuve que laburar, nada me fue fácil, no tenía un mango, pasé hambre…no me importa nada de eso. Lo importante es que cuando vos tenés un sueño, al final del túnel, al final del camino, hay una luz que te está indicando “ese es el lugar, no te desvíes”. Y así es mucho más fácil. Por eso hay tanta gente que se pierde, porque no sabe dónde ir.
¿Y cuál sería tu recomendación para aquellas personas que no tienen tan claro un sueño, o que se sienten perdidas y no saben dónde ir?
Buscar adentro. Todo está adentro nuestro. El sueño puede estar en la cabeza, puede estar en el corazón, puede estar en las tripas, o puede estar en los ovarios o en los que ya sabés. Hay como cuatro lugares en los que hay que bucear y buscar mucho. En la parte sexual está la fuerza, en la panza está el hambre de ser algo, en el corazón están las emociones que se mueven hacia eso y en la cabeza lo racional o la estrategia. Hay que buscar adentro. Nos han enseñado mucho a buscar afuera: la escuela primaria, la secundaria, el catecismo, la familia. Y nos han enseñado que primero tenés que tener algo: un título, una casa, una familia, dos hijos, el perrito… Sería “hacer” para después “ser”. Y yo creo que es exactamente al revés. Hay una frase que dice que “tenés que ser feliz, antes de ser feliz, porque si no hay lugar para la felicidad adentro tuyo, difícilmente la puedas ejercer”. Yo creo que hay que ser, hacer, para después tener. Primero hay que enfocarse en: “¿qué soy?”. Yo puedo ser un veterinario excelente sin título. ¿Porque voy a curar animales? No. Porque con los recursos que tengo voy a hacer lo mejor por los animales. Se llama el propósito, es el propósito en la vida. Mi propósito claramente estaba en ser medio y no parte. Medio entre lo que pasa y la gente, que es algo que todavía me sigue gustando mucho. Y ese era mi destino y eso me salvó. Te da mucha liberación saber que ya tenés un propósito de vida claro.
¿Y hoy qué sos?
Hoy soy feliz, muy, muy feliz. Puedo elegir lo que quiero, y no me refiero a la guita que es lo que menos me importa. Yo concibo mi laburo como un servicio. Creo que esta profesión tiene mucha dosis de servicio, y eso está buenísimo porque te saca del ego. Cuando vos servís, estás pendiente del otro y de lo que le podés dar. Mi laburo pasa por ahí,a veces me sale mejor, a veces me sale peor, me equivoco como todo el mundo. Pero básicamente considero esto como un servicio. Estar con la gente, conocer vidas nuevas, historias nuevas, aventuras nuevas (pequeñas y grandes). Así que hoy creo que soy eso. Estoy al servicio de.
¿Cómo te pegan las historias de vida tan duras que narrás? ¿No es un revivir constante de tu propia historia?
No, porque hay un camino posible que es el de salir de lugar de víctima, el de victimizarse, al lugar de la responsabilidad, que es hacerte responsable de eso que te pasó. Hay cosas que no se pueden modificar. El pasado ya nos olvidó, el futuro no nos conoce, nos queda el presente. Con todo esto, ¿qué puedo hacer? La víctima busca la culpa en los otros, se regodea de esa situación (y no está mal, todos lo hemos sido en algún momento), llora, se estanca, se queda en ese lugar. El responsable, es el que se plantea: “¿qué quiero que me pase?”. Y a partir de lo que me pasó, “¿qué puedo obtener para llegar a eso que quiero que me pase? ¿Cuales son los obstáculos y cómo los voy a ir sorteando para llegar a ese lugar? La persona responsable es la que toma el toro por las astas y va hacia adelante. La víctima en algún punto empieza a manipular con su dolor. En cambio el responsable hace algo con ese dolor. No para olvidarlo, ni negarlo porque eso está y siempre va a estar. Pero, para no quedarse estancado en ese lugar que no te lleva a ninguna parte y sólo te hace vivir en el pasado. Entonces me parece que se trata de eso, de hacerse responsable y decir, ¿qué puedo hacer con todo esto? Y hacerlo y empezar a chequear resultados. Y cuando hay resultados, poder reconocerlos y ante cada resultado, aunque sea chiquitito, gratificarte. No es estoy hablando de comprar nada, estoy hablando de tomarte un buen mate, hacer silencio, oler una flor, abrazar a alguien, darte un buen baño. Cuando vos te graficás por un pequeño o gran resultado, hay un registro en el cuerpo, una acción concreta que marca eso que estoy logrando. Es como ir chequeando el paso a paso. Si hacés eso te puedo asegurar que no te aburrís. No te alcanzan las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y además no tenés que ocuparte de la vida de los demás. No estoy hablando desde el ego, estoy hablando de chequear qué es lo que estoy logrando y gratificarse. El cuerpo, la cabeza, el corazón registra eso que fui consiguiendo.
Esto que nos vas contando tiene mucho que ver con tu nueva profesión de Coach Ontológico. ¿Cómo fue que surgió esta posibilidad?
Sí, me acabo de recibir de Coach, aunque esto que te cuento lo pienso desde los 8 años, después lo fui viendo. En ese momento por supuesto que no me daba cuenta. El coaching lo que hizo fue revelarme que estaba haciendo bien las cosas, hasta ahora.
Dan ganas de conversar largo y tendido sobre todas estas cosas con vos. Me imagino que debés tener muchos amigos y amigas que disfrutan tanto como yo, de tu magia comunicativa y tu espíritu esperanzador.
Hay una amiga que siempre me dice, “hay algo que vos tenés y es que la gente tiene ganas de estar con vos. La gente tiene ganas de tenerte cerca, aunque estés en silencio, aunque no hables, aunque estés en versión tímido”. Y a mi me gustó eso. Yo soy un tipo muy optimista (por supuesto que en algunas cosas no, como todo el mundo), pero siempre creo que todo es posible y creo que eso, arrastra a un montón de gente. Por lo menos probá, equivocate, hacé las cosas, viví. Es tan lindo vivir y es tan fácil, aunque tengas dificultades, por supuesto. Si perdés un hijo no se hace tan fácil, lógico. Si te quedás sin laburo como mucha gente ahora, no es tan fácil. Pero aún desde esos lugares, yo creo que se puede asomar la cabeza y un día te tenés que sacudir el alma y darle para adelante porque no te queda otra. El tiempo, es todo tiempo de descuento. Los otros días le hacía una nota a un funebrero que me decía que la gente prepara su cumpleaños de 15, su recibida, su casamiento, pero nadie prepara su funeral, porque todo el mundo vive incompleto. Les da pánico pensar en ese momento porque no están completos. Entonces yo pienso que si a mi me pasara algo hoy, que espero que no y espero tener más años que Mirtha Legrand, yo me siento completo. Todo lo que tenía que hacer, lo hice. Ahora sólo hay una hoja en blanco, para dejarme llevar por lo que vaya surgiendo, por el camino de la improvisación o la incertidumbre, a la que antes le tenía miedo y ahora no, ahora la espero.
En el año 1997 yo me hice una cartulina, que se llama El Mapa de la Vida, donde puse todo lo que quería conseguir. Recortando revistas y escribiendo frases (vease foto). Desde esta casa blanca, antigua, con cosas recicladas hechas por mi. También los Martín Fierro que ves en esa repisa, tener buena salud, viajar, laburar en el Trece (no laburaba en ese momento), laburar con Santo, etc. Todo está puesto en esa cartulina que siempre le muestro a mis alumnos al final de los talleres que doy. Entonces yo miro eso y digo “ya está”. Ese primer capítulo ya está. Ahora me voy dejando llevar. Y eso creo que te da una libertad que se contagia a los otros.
Entonces, según lo que hablaste con el funebrero. ¿Ya tenés planeado tu funeral?
Por supuesto que ya lo tengo planeado. Hasta ya imaginé quienes van a llorar y quienes no. Ya tengo un séquito que sé que van a ser las lloronas pero sin pagar (risas). Pero esto igualmente no es de ahora. Ahora me animo a decirlo. Hay un tema de Piazzolla que se llama Años de Soledad que es para un funeral bien power, y me gustaría que suene ese tema. Y me gustaría también que pasaran por los dos o tres lugares en los que esté trabajando en ese momento. Yo soy muy agradecido a este laburo, porque me ha permitido ser todo lo que yo pensé que no podía ser: poder dar, poder comunicarme con la gente, poder pararme y hablar, ya que yo era un gran tímido. Hubo gente que confió en mí sobre todo laboralmente, cuando ni siquiera yo confiaba en mi. Entonces yo ya le dije a mis amigos y amigas: si me muero, todo sencillito, pero pasen por los lugares de laburo en los que esté en ese momento. Es una manera de recordar a toda esa gente que cuando yo no me animaba a pedir laburo, me decía “vení, laburá acá”. Yo estoy muy, muy, muy agradecido a este laburo. Después que me cremen, que me lleven a Río Cuarto y que mi familia decida si me quieren tener cerca o lejos. Pero sí que pasen por esos lugares por donde yo creo que hice algo, que dejé y generé algo. Además me imagino pasando por Canal Trece por supuesto y aunque sea que haya una mención en TN (risas). También le dije a dos o tres amigas, que cuando quieran llorar y quieran recordarme y descargarse, escuchen un tema que se llama Amiga, de Alberto Cortez, que habla de alguien que se fue muy lejos pero que igualmente siempre está presente, en todo tiempo, en las buenas y en las malas. Que pongan el tema, que lo escuchen y que yo voy a estar.
¿Y qué te dicen cuando les decís estas cosas?
Que estoy loco, por supuesto. Pero también me decía que estaba loco mi madre, cuando yo de chico le decía “yo voy a trabajar ahí”. Yo no tenía televisión en casa, vengo de una familia muy pobre, iba a la casa de los vecinos a ver a Mónica y César. Me turnaba un día en cada casa, para no cansar a los vecinos de tenerme todas las noches ahí, para que yo al día siguiente pudiera jugar en el patio de mi casa. Había toda una logística y estratégia.
O sea que más allá de los NO, y de que te dijeran que estabas loco, vos fuiste más allá y trascendiste todo eso.
Yo siempre creí en mis sueños, no dejé de creer. Jugaba en el baño de mi casa, en el patio. Me acuerdo a los 12 años que tomé la comunión, que me encantaba ir a misa para poder leer las lecturas. Es que en realidad, para mi, yo estaba en el mostrador del noticiero, parado, proyectando la voz, haciendo un punto y aparte y mirando a la gente. A los 16 años empecé a laburar en una agencia de quiniela. Ahí imaginaba que la máquina de sumar era la máquina de escribir y que el público era la gente que me veía. Yo siempre soñé con eso. Claro que lo hacía en silencio, si no la gente iba decir que estaba loco.
“Yo siempre creí en mis sueños, no dejé de creer. Jugaba en el baño de mi casa, en el patio. Me acuerdo a los 12 años que tomé la comunión, que me encantaba ir a misa para poder leer las lecturas.”
Y para el futuro entonces…¿Dejarte llevar?
Sí. Es una hoja en blanco realmente. Ahora lo que quiero es viajar mucho, que ya lo estoy haciendo. Y estoy de alguna manera desaprendiendo todo lo aprendido. Porque ahora el lenguaje para comunicar es otro. Todos tienen cámara de fotos, todos filman, editan. Entonces muchos alumnos a los que yo les di clases, me están enseñando ahora a mi la nueva dinámica, porque el sistema mío ya quedó caduco. Tengo que apendejarme y hacer lo que están haciendo ellos. Por ejemplo, todavía no me adapto a que yo puedo grabar mis videos, estoy acostumbrado a ir con el camarógrafo al lado. Tengo que cambiar el chip. Hoy a la gente hay que transmitirle lo que sentís, lo que te pasa a vos en el lugar de los hechos. Malala Yousafzai dijo una frase genial cuando ganó el Premio Nobel y le preguntaron por qué creía que había llegado a ganarlo: “la gente te va a recordar por lo que dijiste, pero más te va a recordar por lo que le hiciste sentir en el momento en que lo dijiste”. Eso es qué emoción se mueve en el otro cuando yo digo algo. Así que de alguna forma tengo que desaprender un montón de cosas, animarse a hacer otras y sobre todo no bajarse de ese lugar de sentido común. Cuando uno sigue aprendiendo está en el lugar de mayor humildad que es el lugar del “no sé y quiero hacerlo”. Es eso. Es aprender todo el tiempo.
Esta entrevista no podía ser como
cualquiera porque tuviste enfrente a un ser de Luz que tal como dijiste levanta a quien está a su lado para invitarlo y acompañarlo a que él también cumpla su sueño.
Felicitaciones Laura por haber captado la esencia de ese ser excepcional que es es Señor MARIO MASSACCESSI
Due o de un estilo propio dentro del medio televisivo y las noticias, Mario Massaccesi es reconocido por su trabajo en la televisi n porte a. De hecho, gan en dos oportunidades el premio Mart n Fierro. Adem s de periodista es coach ontol gico profesional egresado de la Escuela
Hermosa entrevista, me encantó saber algo de una persona como Mario Massaccessi, lo veo y lo sigo en la tv y me gusta escuchar sus comentarios y noticias. Un ser humano maravilloso a través de la pantalla y ahora lo conozco un poco más por esta entrevista.
Gracias por contarnos tus sueños y tu vida. Siempre te veo y me encanta verte y escucharte.
Gracias Laura por regalarnos una historia de su vida