En esta edición nos damos el lujo de ingresar en el mundo de uno de los directores de cine mundial más relevantes de los últimos tiempos, alguien que se impuso con su creatividad y su forma particular de retratar las historias de cada uno de sus recordados personajes.
Conocido por sus impactantes películas como “El cisne negro”, “Réquiem por un sueño”, “El Luchador” o la polémica “Noé”, como así también por desafiar a la industria de Hollywood, Darren Aronofsky se ha convertido en un referente para las nuevas generaciones de cineastas debido a sus películas de gran facturación pero, sobre todo, por sus narraciones contundentes, generalmente protagonizadas por relevantes actores. Sus dudas y obsesiones se plantean en sus películas como elementos conflictivos en cada trama, además de proponer posibles respuestas y cuestionamientos. En una charla mano a mano con Revista Random, los invitamos a conocer los puntos de vista de este gran realizador.
En tus películas tus personajes se presentan con una característica que es la obsesión. ¿Por qué los presenta de esa manera?
Creo que todas las personas tenemos obsesiones, algunas más radicalizadas que otras, lo cual es algo peligroso para uno. Las obsesiones en mis personajes tiene que ver con que busco conectarme emocionalmente con el público, lo mío se relaciona con la psicología y con los estados de ánimo de las personas, es una eterna búsqueda lo que propongo en mis películas.
En el cine hay directores que tienen su estilo, ¿Piensa que hay un estilo Aronofsky para contar historias?
Hay muchas maneras de contar historias. Tenés que tratar de contar una que sólo vos podrás contar, pero que cuentes algo que alguien más pueda contar. Podés tener suerte y ser una de esas personas con las que muchas personas se conectan. Pero debes ir a lo básico, cada director tiene su forma de contar historias y le imprimen personalidad, de hacerlas interesantes y hacer lo que uno siente que está bien. Yo tengo mi estilo de contar una trama pero eso no me hace único.
“Creo que todas las personas tenemos obsesiones, algunas más radicalizadas que otras, lo cual es algo peligroso para uno.”
¿Qué cree que ha hecho a sus películas tan exitosas?
Uno de los secretos del éxito tiene que ver con el porte de todo un equipo, valoro mucho esto y, sobre todo, la relación que se logra mantener con los actores. Hacer una película tiene que ver con crear atmósferas donde lo actores pueden hacer realmente los que ellos desean.
En cierta manera estuvo relacionado con grandes producciones como “Batman” y “X– men”. ¿Aún le gustaría trabajar con estas megas producciones?
Todo se trata de contar historias. Así es como me veo a mí mismo. Si el cine no hubiera existido cuando estaba creciendo, yo habría inventado otra forma de contar historias. Imponer un género o una forma es lo que nunca he hecho. “Noé” es un gran ejemplo de esto. Es básicamente una película bíblica que no significa que se trate de una película acerca de la Biblia. El “Cisne negro” fue una película de baile, pero también una película de horror. Cuando pensaba en el “El Luchador” era una película de deportes. “La fuente de la vida” es una película sobre el amor y enfrentamiento con la muerte. Yo solo quiero contar historias que me interesan en el momento.
Ya que la menciona, ¿Cómo surgió escribir una obra como “Noé”?
Todo comenzó en la escuela cuando tenía 13 años y un día mi maestra pidió que saquemos una hoja y escribiéramos acerca de la paz. Y yo terminé escribiendo un poema basado en Noé y ganando un concurso. Así que Noé ha sido una especie de santo patrón en mi vida, enviándome por el camino de narración y de ser una persona creativa. Para mí es un sueño hecho realidad.
“Más allá que está cambiado, la magia en Mickey sigue intacta. ”
¿Cómo fue trabajar con el inclasificable Mickey Rourke en “El luchador”?
Fue como una iluminación, como si hubiera sido un rayo. No fue fácil. Tuve que lidiar con mucha negatividad de la gente a causa de su reputación. Soy fan de él desde hace tiempo, desde que tenía 18 años y vi “Corazón Satánico”. Y, como muchos, me preguntaba que había sido de la vida de Mickey. Trabajar con él era un desafío porque el personaje tenía que ser simpático y caerle bien a la gente. Y pensé que aquéllos que lo amaban cuando era una estrella lo iban a seguir queriendo ahora. Cuando lo convoqué fui claro con el esfuerzo y la responsabilidad que implicaban hacer una película. Más allá que está cambiado, la magia en Mickey sigue intacta.
¿Qué opinión tiene sobre el cine latinoamericano?
Creo que es un momento muy emocionante para el cine latinoamericano. En el festival de Berlín, donde fui presidente del jurado, le dimos el Oso de Plata al chileno Pablo Larraín por “El Club”, una película excelente. También conozco muy bien el cine mexicano y el brasilero, a directores como Walter Salles. De Argentina, me sorprendí con sus películas como “Jauja” o “El secreto de sus Ojos”. Es que (Juan José) Campanella es un director que tiene una sensibilidad muy especial para contar historias. Siento que están pasando muchas cosas y es un buen momento para el cine en Latinoamérica, por lo menos es más interesante que lo que está pasando en Europa.
No da la impresión que lo dice para caer simpático a nuestros lectores en el final de la nota, ¿verdad?
(Risas) No, de ninguna forma, ¡es lo que pienso!