Es la flamante campeona del Mundial de Tango de Buenos Aires, junto a su pareja de danza Axel Arakaki. Lleva toda una vida dedicada a la danza y afirma que “no hay día que no elija este estilo de vida.” Dejó su Santiago del Estero natal para cumplir sus sueños, y es el reflejo de una mujer fuerte, dedicada y fervientemente disciplinada, que sabe lo que quiere y lucha hasta conseguirlo. Orgullo nacional, orgullo de REVISTA RANDOM.
– Sos nacida en Santiago del Estero. ¿Cómo fue tu infancia norteña y cómo fue que se despertó tu interés por la danza y el tango en particular?
Tuve una infancia hermosa, con muchísimas libertades. Agradezco haber nacido en Santiago, en una época en la cual con mis primos agarrábamos la bicicleta e íbamos a pasear al zoológico, o al río. Siempre tuve muchos estímulos artísticos. Si bien al tango lo conocí en mi adolescencia, a los 15 años aproximadamente, desde pequeña tomaba muchas clases de danzas, como folklore, árabe, hip hop. Mis padres no son bailarines, pero reconocían que yo me volvía loca por la danza. Así que no dudaban en dejarme experimentar diferentes ritmos. Y mandarme a todas las academias de Santiago del Estero (risas). Me acuerdo que fue mi primera profesora de folklore, Adela Saavedra, quien le dijo a mi papá que yo había nacido para esto, que no duden en cultivarme en este ámbito. Hicieron bien porque admito que para el deporte ¡soy muy mala!
– ¡Qué bien que estuvo Adela! ¿Y cuándo fue que el tango empezó a ocupar más importante dentro de tanta variedad de estilos?
Claro, es que hasta mis 17 transité por muchos lenguajes, uno nada que ver con otro. Me sentí realmente cómoda en una academia que enseñaban ritmos latinoamericanos, folklore y tango. Eran mi familia artística. Creo haber empezado las clases de tango por el simple hecho de formarme para integrar su cuerpo de baile oficial (un ballet que representa la provincia a nivel internacional). Pero ya tomando mis primeras clases, reconocía un aprecio diferente, principalmente al ser una danza improvisada, me divertía esto de dejarse llevar por el compañero. No dudé mucho y decidí terminar el secundario para probar suerte en Buenos Aires.
– ¿Cómo fue desembarcar en la gran ciudad? ¿Seguiste formándote en Buenos Aires?
Sí, puedo decir que la formación más fuerte me la dieron mis maestros de Buenos Aires. A los 17 años dejé mi ciudad natal para estudiar en lo que en ese momento era el IUNA.De a poco fui cambiando de ámbitos y estilos. Reconozco como bailarina de escenario que me sirvió muchísimo entrenar, tomar clases de clásico, contemporáneo, estiramiento. Cada año el lenguaje arrabalero se torna más exigente. Igualmente creo estar transitando mi momento de mayor formación. Me queda muchísimo por adquirir, sobre todo dentro del tango salón. El título de campeona es muy circunstancial. El año que viene será otra pareja, y nuestra responsabilidad es no dejar de crecer para entregarle al público un show de buena calidad.
– Santiago es tierra de bombos, polvaderal y chacarera. ¿Te miraban como un bicho raro, al interesarte tanto por el tango (sello porteño si los hay)?
(Risas) Sinceramente no. No faltan las típicas preguntas como si duermo la siesta, o si sé bailar chacarera. Tenemos una interesante historia los santiagueños en el tango. Homero Manzi, Argentino Ledesma, Hugo Díaz, son íconos de esta cultura, oriundos de mi ciudad. Como también este año los campeones mundiales infantiles coronados en Colombia, son santiagueños. Espero que con este legado podamos cambiar un poco el perfil. Admito que a pesar de esto, nos reconocen por el folklore, y no reniego que así sea. ¡Y por la siesta también!
– Pocos conocen realmente el sacrificio que hay detrás de una bailarina profesional. ¿Qué es lo que sacrificaste para conseguir el nivel de excelencia que alcanzaste?¿Qué es lo más duro de esta profesión?
Uff. Son muchas cosas. En mi caso, los afectos. Hace 10 años que vivo lejos de mi familia. Buenos Aires es una jungla de cemento para todos los que venimos del interior, así que nunca es fácil. Mi fuente de trabajo (y mi proyecto de vida) está basado actualmente en realizar giras a nivel internacional. Eso exige constantes duelos. Duelos afectivos y de costumbres. Los cambios de horario, de comida, de tradiciones. El año pasado estuve girando 10 meses por 8 países. En un momento veía un aeropuerto y quería llorar. Fue mucho sacrificio, la vida en dos valijas de 20 kilos, que obviamente nunca es suficiente para nosotras (risas). Aprendí a tirar cosas, a mudarme rápido, a despegarme de tonteras. Y principalmente a dormir poco. Siempre digo que cumplir un sueño paradójicamente implica tener mucho sueño. Por último, trabajar de noche para una mujer, en Argentina, es muy difícil. Salir tarde, tomarte el colectivo. Tener miedo. Publicitar tu trabajo a través de las redes sociales inevitablemente te expone a comentarios desubicados. Son varios los factores, sin embargo no hay día que no elija este estilo de vida.
– ¿Cómo conociste a Axel y cómo se logra la empatía en el baile? ¿Qué es lo más importante para lograr los éxitos en equipo?
Conocí a Axel (Axel Arakaki, su pareja de danza) el 15 de septiembre del año pasado. Yo estaba trabajando sola en una milonga llamada TangoSol en Tokyo. Enrique, mi jefe, me pidió realizar un show con él, pero sin tiempo de preparación. Tuvimos que hacer tres tangos improvisados sin conocernos. Esto me generaba mucha ansiedad y por supuesto miedo de que quedar mal ante el público. Por suerte, en el primer abrazo nos dimos cuenta que podíamos funcionar como pareja, hubo una fuerte conexión desde la técnica, pero principalmente mucho disfrute. Axel tiene 24 años, es nacido y criado en Nagoya, Japón. Su mamá es argentina y su papá hijo de japonés. Nos llevamos muy bien. Por suerte somos obsesivos del ensayo, y mantenemos el respeto. Creo que la clave es admirar a tu compañero artísticamente, y tener mucha paciencia (risas). Durante el proceso creativo es normal que opinemos diferente, pero si se mantiene el respeto y la confianza se vuelve un trabajo rico.
– Me imagino que detrás de ustedes, hay todo un grupo de personas que los apoyan. ¿Quién son tu sostén y cómo está compuesto tu equipo de trabajo?
Creo que la familia es lo primero que se me viene a la cabeza, son claramente quienes alentaron mi vocación, a pesar que la distancia resulta muy difícil, me expresan su apoyo en todas mis elecciones. Como equipo de trabajo quisiera mencionar grandes amigos del tango, Juan Malizia, Manuela Rossi y Jonathan Spitel, todos campeones mundiales que nos dieron una mano técnica en la coreografía, y constantes consejos para crecer día a día. Miriam Gómez (osteópata) y Lucía Toker (entrenadora) mujeres fundamentales en mi preparación física y mental. El vestuario forma parte de la competencia, y yo elijo siempre al diseñador Leandro Sanchez. Es impecable, y maneja la elegancia como nadie. Por último y no menos importante, mi sostén emocional, Tomás Carnelli, lo que popularmente nombran como “cable a tierra”, con mucha ternura y paciencia estuvo a mi lado en toda la etapa competitiva, de noche calmando los nervios, y de día alentando en las tablas.
– Son los recientes campeones del Mundial de Tango de Buenos Aires. ¿Qué se siente ser coronada como la mejor? ¿Cuál fue el recorrido para llegar a obtener el título?
¡Se siente, muchas presión! Es hermoso, pero muy difícil de imaginar. Te lleva a una exposición enorme, la cual laboralmente es super favorable, y personalmente se vuelve un poco difícil. Axel siempre da este ejemplo: el tango no es un deporte en el cual uno gana por puntos. El tango es una expresión artística, y como tal, a muchos les gusta lo que hacemos y a muchos no. Tienes que estar tranquilo y llevar con orgullo el producto que formamos, sin caer en los comentarios que duelen. Igual hasta ahora no nos pasó que nos afecte ese tipo de cuestiones, pero sí sentimos la presión de mejorar. La preparación para la competencia fue dura. Tuvimos días de estar realmente cansados físicamente, e igual nos juntábamos para limpiar la coreografía, o realizar pequeños cambios. En tres meses, previos de la competencia, solamente cancelamos dos ensayos, y uno fue porque nuestras rodillas estaban agotadas. Después era todos los días, tres horas.
-Y el título de “campeones” de un Mundial, ¿qué significa o representa para ustedes?
No nos adjudicamos como los mejores bailarines de tango. Salimos primeros en una competencia, sabiendo que podrían haber sido cualquiera de los 20 finalistas, y ni hablar de mucha gente profesional que no compite, y tienen un nivel de excelencia. Ser consciente de eso nos ayuda a no dejar de prepararnos. Obviamente este reconocimiento es una forma de coronar tantos años de entrega a mi carrera artística, y eso me llena de orgullo. Siempre digo que es un mimo al corazón.
– ¿Se puede vivir de la danza? ¿Siente apoyo en la Argentina?
Se puede vivir sin dudas. Creo que uno tiene la responsabilidad de sumar herramientas de formación para generar ámbitos profesionales de trabajo. A pesar de esto, el bailarín se encuentra desprotegido legalmente de muchas herramientas. Es por ello que desde ya hace unos años, estamos peleando por la creación de la Ley Nacional de Danzas. Considero que hay una óptica más amable en nuestra profesión, pero es un camino que se debe seguir formando.
– Ahora se viene otra gira por Japón. Contanos cómo vivís el futuro y cuáles son los proyectos que te esperan.
¡Se viene una gira intensa! Empezamos por Japón pero con compromisos que teníamos previo a la competencia. Regresamos a Argentina en diciembre a ensayar junto con la orquesta y el cuerpo de baile, y recién el 15 de enero empieza la vorágine. Hacemos la gira japonesa, luego Indonesia, Corea del Sur, China, Francia, España, México, Colombia, entre otros, con la idea de regresar a Argentina en agosto y entregar nuestro título a los futuros campeones. Tengo una gran alegría de concretar este sueño, y a la vez mucha ansiedad de que todo salga como lo espero.
– Supongamos que viene el genio de la lámpara de Aladino y te concede un deseo. ¿Qué pedís? ¿Qué soñás?
Hace un mes, te hubiera dicho que soñaba con lo que me esta pasando ahora (risas). No por el resultado del campeonato en sí, sino por la oportunidad de viajar por el mundo haciendo lo que amo, que es bailar. Esta fue siempre mi fantasía. Disfruto mucho de compartir con otras culturas y transmitir nuestro folklore. Y aunque ni yo pueda creer lo que te estoy por contestar, mi próximo deseo tiene que ver con formar mi propia familia. Después de que estás más de cuatro meses viajando, el deseo es siempre volver al hogar, y considero que el hogar no pasa por el espacio físico, sino que se encuentra donde están tus afectos. Sueño con eso, con construir mi hogar.