“NO CAMBIES NUNCA” solíamos escribir de chicas en las tarjetas de cumpleaños que le regalábamos o recibíamos de una amiga. Seguramente eran palabras que surgían de la idea de que así como eras, eras genial.
“LAS PERSONAS NO CAMBIAN”, otro de los dichos que solemos escuchar cada tanto, sobre todo cuando observamos comportamientos tóxicos en una persona. ¿A dónde nos llevan estas creencias? ¿Es malo cambiar? ¿A partir de qué edad ya no se puede cambiar? ¿Por qué el cambio nos asusta tanto? ¿Podemos salir de nuestro esquema mental y ver la realidad con otros ojos? Claro que se puede y hasta diría que se DEBE cambiar. Así como observamos en la naturaleza, donde existen ciclos de vida y muerte, nosotros también cambiamos continuamente. Dicen las teorías antroposóficas, que el cuerpo renueva todas sus células cada 7 años y con ellas, se producen cambios internos de carácter, consolidación y pensamiento.
Soy una pregonera del cambio. Estancarse es dejar de vivir. Cambiar, moverse, reinventarse, mutar, es renacer y morir una y mil veces. De estos procesos siempre saldremos beneficiados, por más que en el camino haya desencuentros, decepciones y expectativas no alcanzadas, siempre saldremos potenciados, con aprendizajes que nos empoderarán y nos harán encarar la vida desde otro ángulo.
Al cambiar, algo en nuestra vida muere, queda atrás, desaparece. Cuando despertamos a una nueva manera de entender y vivir la vida, aquel que fuiste queda atrás, muere, y nace una nueva persona, con ojos que miran mejor, con oídos que escuchan y no sólo oyen, y con una renovada vitalidad. Pero ¿por dónde se empieza? ¿Cómo hago para encontrarme con quién quiero ser? Sé que quiero cambiar, pero tal vez no sé hacia dónde dirigirme, cómo dar el primer paso o cómo empezar a ver las cosas distintas. Debo advertir que el camino es largo, más bien eterno. Pero al dar el paso inicial, ya estarás más cerca y en sintonía con esa nueva vida. Primero vas a tener que mirar hacia adentro y hacia el pasado. ¿Por qué pienso esto de mi? ¿Por qué me siento no merecedor/a? ¿Por qué me suceden siempre las mismas cosas? ¿Para qué estoy viviendo esta vida? ¿Me quiero y acepto tal cuál soy? ¿Para qué soy mi peor enemig@? ¿Qué hay de malo en mi? ¿Quién me hizo creer que hay algo malo en mi? ¿Cómo fue mi infancia? ¿Qué me decían mis padres? ¿Mis abuelos? ¿Mis maestros? ¿Por qué y para qué me decían lo que me decían? ¿Qué ejemplos tuve? ¿Por qué ellos fueron como fueron? ¿Cómo fue la infancia de mis padres? ¿Cómo fue la infancia de mis abuelos? ¿Qué creo del mundo, de la vida, de la muerte, del Universo, de Dios, del amor, de los hijos, del sexo, de la educación, de la vejez, de los que son distintos a mi, de la naturaleza, de la infancia? ¿QUÉ CREO DE MI?.
Y esto es sólo un comienzo de introspección bastante superficial, pero fundamental para comenzar a transformarnos. Quien no responde ni analiza esto jamás en su vida, sólo seguirá siendo una máquina que fue programada y funcionará en automático y sin control.
¿Te animás a empezar? Te recomiendo que escribas tus respuestas, que te explayes. Dedicá un cuaderno en blanco, para realizar esta búsqueda. Y escribí todo lo que te venga a la mente. Dejá descansar el texto unos días y volvé a releerlo luego. Analizá cuáles de esas creencias te hacen bien y cuáles te gustaría desechar y reemplazar. Comenzá a conectarte con el ser que querés construir, comenzá a realizar el cambio. ¡Manos a la obra! Recordá que en vos están todas las respuestas, todos los misterios, todos los recursos. Sólo hay que mirarse con consciencia y decisión de cambio. ¡Buena suerte!
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