Elian Chali nació en Córdoba y su relación con el arte nace durante su adolescencia cuando era skater. Hace más de diez años su obra se enfoca en crear un diálogo con la estructura urbana. Su trabajo lo ha llevado a intervenir en varias ciudades del mundo de países y de culturas disímiles como Alemania, Australia, Rusia, México, España, entre otros.
Su obra se basa en el entorno: viajar, conocer otros países, personas y culturas. Cuando agarra pincel en mano deja plasmado su arte geométrico y abstracto en murales callejeros. Chali no se cansa de crear, dibujar y ponerle color a cada obra.
-¿Cómo comenzó tu incursión en el arte?
-Empecé a hacer grafitis en la calle a los 16 o 17, luego comencé a estudiar diseño gráfico, pero nunca ejercí, yo era skater y hace mucho años conocí un chico de Chile que andaba con un marcador que pintaba grafitis en el Parque de las Naciones, lo vi pintando un tacho de basura y dije: “chau yo quiero hacer eso”. A partir de ahí empecé a dibujar, lo que más me llamaban la atención era pintar murales. Mi trabajo fue madurando conmigo, mi carrera empezó a tomar relevancia, política, de contenido y conceptual con el tiempo. Era muy informal por los círculos por donde andaba, pero poco a poco el grafitti empezó a tener visibilidad y fue el momento donde comencé a crecer.
-¿En tu infancia te imaginaste que ibas a llegar a ser un tipo que hace arte pintando paredes?
-No, nada que ver, no tenía ni la menor idea. De hecho dibujo muy mal, nunca me interesó mucho lo artístico. No soy como los chicos que se pasan toda la vida dibujando, sì, de chico fui de expresarme, de comunicar, y bueno se ve que el arte es el modus que encontré para darme a conocer.
-¡En los primeros tiempos ya te considerabas un artista o un tipo simple que hacia graffitis en la pared?
-Me sentí artista cuando era más grande, hace unos años, la experiencia personal te va marcado diferente cosas. Me siento artista pero no me quiero encasillar en esto. Mientras menos rótulos tenga mejor voy a estar, en todo caso me considero un “constructor del arte”.
“MIENTRAS MENOS RÓTULOS TENGA, MEJOR VOY A ESTAR. EN TODO CASO ME CONSIDERO UN “CONSTRUCTOR DEL ARTE.”
¿Cómo encarás creativamente una estructura urbana?. ¿Cómo buscás la figura ideal para un fondo?
-Todo surge a partir de una superficie y el contexto. En la calle el proceso creativo se basa en hacer un análisis general del soporte, y ver todos los elementos que pueden influir: desde el clima, la arquitectura, situación social, hasta el tráfico y la ubicación. Trabajar un espacio con una ciudad es todo un desafío, implica no tener elementos bajo mi control y eso me empuja a generar situaciones que prevean y pronostiquen movimientos. La arquitectura determina en cierta manera mi obra y me gusta que la estructura o el soporte colabore con mi obra y no quede relegado a la lógica de la figura y fondo. Cuando es un trabajo en el exterior, generalmente es un trabajo de dialogo con la persona que me invita en la cual yo muestro mis intenciones para trabajar y para que sea un trabajo en conjunto, para que la obra sea lo más potente posible.
-Hablaste de una obra potente. ¿Qué debe tener esa obra para que sea potente?
-Para mí es muy importante el concepto , no es lo mismo intervenir en un barrio de clase alta que uno de clase baja. ¿Por qué esto es así? Hay una lógica de apreciación distinta, una experiencia de la acción diferente hasta hay una arquitectura que no es uniforme en todos lados. La obra y el soporte te va indicar muchas cosas, no es lo mismo un lugar totalmente iluminado con seguridad que un lugar donde no hay alumbrado público y con un hilo de aguas servidas. Totalmente no es lo mismo.
-¿Las ciudades son a su vez escenarios represivos?, ¿Esa represión tiene que ver con los tiempos que vivimos?
-Sí, son construcciones que comunican lo que “debemos ser” y en ese sentido funcionan como dispositivos de control; uno más entre los que regulan lo que “está bien” y lo que está “mal”. Pero por eso mismo es tan interesante intervenir los espacios urbanos, para quebrar con el autoritarismo que nos rige y potenciar nuestra capacidad de rebelión. Aspiro a que ese tipo que va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa se sorprenda frente a una obra y entienda que conformarse no es lo único que le queda. Ese es uno de los valores que para mí es central transmitir.
-¿Cómo ves actualmente a Córdoba desde punto de vista del arte?
-Como todo circuito y en una ciudad donde viven más de un millón de tipos, conviven todos los matices que te puedas imaginar. Creo más en los actores de la cultura que en la cultura, me parece medio heterogéneo ya que funciona todo un poquito dividido, tendría que haber un mercado que logre amalgamar, una levadura que logre pegar todo eso. Si sucede o no es responsabilidad de sus propios actores, pero hay gente que está haciendo cosas muy buenas tratando de superar la idiosincrasia conservadora de Córdoba. Es un ejercicio que como cordobeses deberíamos practicar día a día. Me gusta la situación que atraviesa la ciudad donde el arte no tiene límites.
“PARA MI ES MUY IMPORTANTE EL CONCEPTO. NO ES LO MISMO INTERVENIR EN UN BARRIO DE CLASE ALTA, QUE UNO DE CLASE BAJA.”