Su nombre está escrito en la historia grande del ajedrez, aprendió a jugar mirando a los siete años, a los ocho jugó su primer torneo, a los trece ganó un torneo nacional y de ahí en más no paró de cosechar lauros.
Es la primer iberoamericana en obtener el título de Gran Maestra y reconocida como la mejor ajedrecista mujer de la historia, la cantidad de títulos obtenidos por Claudia es enorme pero su mayor logro es la familia que formó junto Gilberto Hernández Guerrero, gran Maestro mexicano y uno de los mayores referentes de su país. Casi como una ironía del destino, él es oriundo de San Luis de Potosí (México) y la vida hoy los encuentra viviendo en San Luis (Argentina) hace más de quince años, provincia que eligieron para ver crecer a sus cuatro hijos. Ambos se dedican a la docencia como actividad central y a disfrutar de la tranquilidad del hogar cuando no están viajando, en una charla sin mayores estrategias conversamos de la vida con Claudia.
Contanos a grandes rasgos ¿Cómo es la vida del ajedrecista?
Es una vida de gitanos, si te gusta viajar es bárbaro. De chica no estaba en casa nunca, ni Navidad, año nuevo…en verano me perdía todo porque es la época que en Europa se desarrollan todos los torneos y si sos medianamente bueno estás ahí. Es que para desarrollarte tenés que pasar un tiempo en Europa, de hecho nosotros vivimos cuatro años en España. Es un deporte individualista, no tenés al compañero que te contiene y es básicamente un ambiente de hombres, “machista” te diría.
¿Eso a que se debe?
Muchos factores, no es para hacer de esto una lucha de género pero el entorno es de hombres, los dirigentes, los árbitros, los entrenadores, son hombres…los premios para las mujeres son menores, los cachet también. Yo desde mi lugar intento dar batalla pero no por ser mujer, sino porque creo en las cosas justas. En China, Rusia y tantos otros países no es así, al contrario, la mujer tiene mejores oportunidades, en realidad está a la par del hombre.
En San Luis el primer campeonato argentino que sale es una mujer, Samanta Montero, Guadalupe Besso otra mujer de San Luis que fue la primera en titularse, Ayelén Martínez que está en el equipo olímpico… las destaco porque acá se trabaja para la igualdad de condiciones. Existen programas en las escuelas para promover el ajedrez.
¿Es un ambiente cerrado? Tiene cierta imagen de intelectualidad
No, lo que sucede es que es un deporte de estudio, estrategias y análisis pero que tiene un gran desgaste físico como cualquier otro deporte y esa es la parte que la gran mayoría ignora, una partida en una olimpiada puede durar hasta seis horas, hay que estar en gran estado físico para afrontarlo.
¿La tecnología es una aliada hoy en día?
¡Si! En una base de datos tenés toda la información, entonces yo voy a jugar con tal persona y veo sus partidas, analizo, sé de sus fallas, también esto lo vuelve mucho más competitivo. Los ajedrecistas estamos como todo el mundo con el celular en la mano, solo que nosotros estamos mirando partidas todo el tiempo.
¿La rivalidad es muy fuerte en este deporte?
La rivalidad la crea la sociedad como en todos los deportes, es una cuestión prácticamente comercial a mí entender, pero es muy natural en nuestra sociedad generar rivalidad. Recuerdo un match con Panno, que fue mi entrenador, él era campeón hacia 36 años del Club Argentino y yo llego a ser desafiante de él siendo su alumna. Una gran mayoría quería que le ganara, era su alumna, él invicto hacia tantos años, una mujer…casi lo gano al match, no tuve suerte.
¿Cuál es la partida que más recordás, esa emblemática?
Tengo varias, alguna que le gané a Panno, Zarnicki…grandes ajedrecistas argentinos, son muchas las que marcaron mi vida pero la partida que la sociedad me impuso, porque no hay lugar en donde se hable de ajedrez que no se sepa de la anécdota del empate con el maestro Najdorf (número dos del mundo). Él era una gloria y yo jugué con él cuándo ya era mayor, un tipo admirado por todos, un espectáculo, el patriarca del ajedrez…la cosa es que me toca jugar en Mar del Plata y le estoy ganando la partida, muevo la mano rápidamente repitiendo unas posiciones y el me agarra la mano y dice: “muy bien nena. Tablas” Se imponía tanto que decretaba las partidas, fue un empate decretado a mis quince años, es mi partida histórica, me hizo famosa.