La asunción de Joe Biden Y Kamala Harris a la presidencia y vicepresidencia de Estados Unidos, estuvo cargada de muchos análisis políticos por todo lo que significa este hecho en el medio de una pandemia, por la terrible crisis sanitaria estadounidense que se cobró ya más de 400 mil víctimas, al margen de lo ocurrido en el Capitolio hace unos días atrás.
La asunción de la primer Vicepresidente mujer en el país del norte también es un hecho inédito para su historia y no deja de ser relevante para todas las mujeres del mundo, que una mujer afro asiática ocupe semejante cargo.
Pero esta investidura de presidente y vice, ha dejado una huella en la moda sin precedente alguno, porque la frialdad que muchas veces este concepto suele aparejar esta vez fue descartado de raíz porque cada pieza que se vistió y cada color que se eligió, tiene un gran significado y un mensaje, ya que los dos nuevos líderes profesan a voz alta sus ideales ambientalistas, feministas y antirracistas.
Es por esto que en el memorial por las víctimas del coronavirus que sirvió de antesala de la esperada investidura, Kamala Harris se cubrió con un abrigo camel de Pyer Moss, la firma del diseñador afroamericano Kerby Jean-Raymond, reconocido por su activismo antirracista y que coloca sus raíces afroamericanas en el centro de su discurso artístico. Mucho antes del resurgir del movimiento Black Lives Matter el pasado año, el creativo neoyorquino aprovechaba la plataforma que le brindaba la moda para visibilizar la brutalidad policial contra la población negra: en 2015, proyectó un cortometraje de denuncia antes de su desfile y perdió numerosos puntos de venta. Un dato que refleja cómo ha cambiado el panorama en apenas cinco años en lo que al posicionamiento político de la moda se refiere.
En la víspera de la toma de posesión, Jill Biden, profesora casada con el nuevo presidente de los Estados Unidos, apostó por un abrigo de Jonathan Cohen, un joven diseñador estadounidense que asegura que creció entre etiquetas como “mexicano”, “judío” y “gay”, rasgos de su identidad que ahora celebra a través de su moda. Este mismo diseñador, ha sido uno de los primeros en tener una producción cada vez más responsable y respetuosa con el medio ambiente. Además, el color de la pieza también tenía una razón de ser: al ser morada, se ha interpretado como el tono resultante al mezclar azul (demócratas) y rojo (republicanos). Un mensaje
sutil que refuerza la idea de unidad que busca Joe Biden.
Pero Joe Biden también hizo lo propio con su vestuario. En su toma de posesión, Biden ha elegido un traje de la firma estadounidense por antonomasia: Ralph Lauren. Si bien esta marca ha estado presente en la Casa Blanca ya sea con administraciones demócratas o republicanas (ha vestido a Michelle Obama, Nancy Reagan, George Walker Bush y Melania Trump), representa a la perfección el espíritu político del nuevo líder: progresista moderado. De hecho, esta firma ha evolucionado hacia la inclusión con los años. Pese a que en la mente de muchas personas siga representando el estilo de vida clásico estadounidense, en los últimos tiempos ha adoptado una política más diversa tanto en sus campañas (mediante los castings de los modelos) como en sus colecciones, con una cápsula especial para el día del Orgullo LGTB en beneficio de la Stonewall Community Foundation. Un compromiso que dio sus primeros pasos en 1990, cuando financió la marcha por la visibilidad del VIH en Nueva York. “Ahora es el momento de unirnos con amor y entendimiento”, ha compartido la marca del caballo en sus redes sociales en una imagen con la bandera estadounidense.
También en el acto de investidura, donde han actuado Lady Gaga y Jennifer Lopez (cuyos orígenes, italianos y puertorriqueños respectivamente, no serán casualidad), Kamala Harris ha escogido un traje morado –de nuevo este color está presente– de Christopher John Rogers. Este diseñador ganó el premio CFDA/Vogue Fashion Fund de 2019, algo así como los Oscars de la moda, y combina dos luchas: la antirracista y la LGTB. “Soy de Louisiana, negro y gay”, ha dicho en más de una ocasión. Tras haber visto sus diseños en personalidades como Rihanna y Cardi B, ahora pasa a la historia por vestir a la primera vicepresidenta de los Estados Unidos en su juramento. Sus zapatos (esta vez no eran unas Converse como en la portada reciente de Vogue USA) eran de Sergio Hudson, el mismo diseñador afroamericano que vestía los pies de Michelle Obama en este día. Para esta ocasión, el collar de perlas de Harris era obra del joyero de ascendencia puertorriqueña Wilfredo Rosado, gran amigo de Andy Warhol. Y, de nuevo, Jill Biden ha demostrado que sus elecciones de moda no son triviales. En su caso, apostaba por un traje de Markarian, marca de una joven emprendedora neoyorquina, Alexandra O’Neill.
Esta constelación de marcas no hacen más que demostrar que el compromiso del binomio Biden-Harris con la diversidad va más allá de las palabras. Al menos, por ahora, dan un paso adelante en cuestión de representación. No es suficiente, pero es un buen comienzo. Del mismo modo, desde el sistema de la moda estadounidense se celebra que sus nuevos representantes políticos hayan apostado por diseñadores nacionales.