Actor por decisión y futbolista por herencia, Thiago Batistuta es una de las caras nuevas de la escena nacional. Luego de su paso por televisión como novio de Lali Espósito en “Solamente vos”, brilla en teatro.
Aunque vivió siempre en el Olimpo donde residen los dioses, fue bachero en Australia y rebotó en su ingreso al IUNA. Portador de uno de los apellidos más emblemáticos de la historia del fútbol argentino y mundial, Thiago Batistuta no tiene nada de la personalidad que podrían tener los “hijos de…”. Humilde, tranquilo, pensante y centrado, decidió por la actuación, cuando el fútbol le abría las puertas de las inferiores de Arsenal de Sarandí. Fichó para el staff de Ideas del Sur y con la serie “Consentidos” inició una carrera que lo llevó por el teatro y también por la televisión cuando hizo de Sebastián en “Solamente vos” junto a Lali Espósito, Adrián Suar y Natalia Oreiro. Hoy protagoniza la obra teatral “Justo esta noche” junto a Micaela Lapegüe, soñando con un futuro en cine. Random habló con un chico que con veintiséis años y teniendo la Wild Card en su apellido, eligió el machete y el sudor para hacer su propio camino.
-Me acuerdo mucho de mi época de la escuela. Tengo muy lindos recuerdos de mi infancia. La pasé mucho mejor en ese momento que después. Sabía quién era mi papá, de hecho se debatía en la escuela por el partido del fin de semana, quién había hechos los goles y si estaba la figurita de mi viejo, yo la quería. Italia es un país muy futbolero, cada ciudad es un mundo aparte y en el 97 cuando nací, mi papá era el ídolo máximo de la ciudad.
-¿Cómo contrarrestabas esa euforia?
-Es que para mí era natural porque nací con esa atmósfera. Tengo imágenes de estar con mi mamá viendo películas. Si me pongo a pensar, viendo “Flubber” de Robin Williams. Porque era muy difícil ir a pasear por la ciudad. Y mi mamá fue mi gran motivadora en cuanto al cine y a la actuación. Y con el tiempo me puse más curioso y quería saber más sobre lo que había detrás de esas películas. Nunca aproveché mi apellido para nada que tenga que ver con el cine en Italia. Sí desfilé, pero más por un juego que por una motivación personal.
-Los cambios de ciudades entre el 2000 y la vuelta a Reconquista habrá sido un impedimento para tu realización personal…
-Sí, durante muchos años estuvimos yendo y viniendo por todo el mundo. De Florencia a Roma donde estuvimos tres años, después mi papá se fue a Turín y los íbamos a visitar entre semana; después nos mudamos a Qatar y por último a Perth en Australia. Todo ese tiempo más que estar con mi familia no podía hacer, hasta que nos volvimos a Reconquista y ahí todos empezamos a visualizar el futuro de cada uno. Yo tenía dos objetivos claros, o jugar al futbol o la actuación. Y me era más presente el fútbol y me decidí por eso. Llegué a jugar en las inferiores de Arsenal de Sarandí, club al que llegué con el apellido de mi mamá Fernández.
-¿Era una presión para vos continuar los pasos de tu padre?
-Al contrario, durante toda mi vida el fútbol fue una pasión y no lo tomaba como una presión. Si bien sabía que era el hijo de Gabriel Batistuta, yo me presentaba en todos lados como Thiago Fernández. Por el contrario, la presión en mi casa era para que no me dedicara al fútbol. Porque tanto mi padre como mi madre nos decían, a nosotros cuatro (sus hijos), que al tener más posibilidades que ellos que cuando comenzaron no tenían nada, las aprovecháramos, en el buen sentido, no. De probar de todo: deporte, clases de guitarra, lo que queramos. Mis padres en ese sentido, siempre tuvieron una apertura genial.
-Pero para el fútbol tu apellido era ideal…
-Sí, pero no quería que crean que estaba ahí por ser el hijo de mi padre. Estuve cuatro o cinco meses en la pensión de Arsenal. Igual creo que todos sabían pero yo me manejaba con Fernández, era mi bandera (sonríe). Jugaba de delantero, al pasar el tiempo me fui tirando para abajo y ahora juego de cinco, ya retirado de la actividad (risas).
-¿No te convenció?
-La verdad era que no marcaba la diferencia, aunque tenía mis cualidades. Soy muy rápido, tengo mucha potencia en la pegaba pero ni en pedo era como mi papá. Lo que sucedió fue también que al momento de fichar con Arsenal, entro en la tira “Consentidos”. Tenía diecisiete años, que para el futbol ya es una edad avanzada pero que para la vida es nada. Y me gustaban más las grabaciones que los entrenamientos. Veía que todos se iban después a cenar y se hacían esas reuniones y yo me tenía que ir a dormir para entrenar al día siguiente, hasta que dejé y me dediqué por completo a la actuación. En mi casa lo tomaron bien.
-Imagino que al venirte a Buenos Aires a vivir solo, tu vida cambió radicalmente…
-No sentí mucho el cambio de vivir con mi familia a vivir solo, porque si bien nunca nos faltó nada, no vivimos nunca en una burbuja. Cada uno tenía que hacer cosas en la casa, ir a pagar los servicios y demás. Cero castillo de cristal. Nos ayudó mucho haber conocido muchas culturas. Cuando estuvimos en Australia, yo tenía catorce años y todos a esa edad ya trabajan. Mis viejos siempre nos daban todo pero si quería los botines que estaban de moda y que no necesitaba pero los quería igual, tenía que trabajar para comprármelos. Yo trabajo desde los catorce. En Perth (Australia), lo primero que hice fue trabajar de bachero en una pizzería. Empecé a escalar y pasé a ser el que armaba las cajas de las pizzas, y así, hasta ser el que ponía la pizza en el horno. Y en Australia era un nadie. Ni diciendo que era Batistuta me conocían.
-Debe ser grande el impacto al vivir en muchas ciudades del primer mundo y llegar a Buenos Aires, donde la hostilidad está a la orden del día…
-La verdad que no. Nosotros dos veces por año volvíamos a Reconquista, por vacaciones y por las fiestas. Entonces nunca dejamos de estar vinculados con Argentina y con nuestra familia de acá. Es más, estando en cualquier ciudad, siempre sentíamos la necesidad de volver. Amo Argentina y aunque haya cosas que mejorar, la prefiero a cualquier otro país. Existen cosas de la familia y de los amigos, que en otras partes del primer mundo no existen.
-¿Debés ser el orgullo familiar por lo bien que te está yendo en tu profesión?
-Ahora estamos en buenas relaciones (se ríe), porque cuando hice el ingreso al IUNA, me rebotaron y eso derivó en una discusión muy grande en mi casa porque decían que no me había preparado lo suficiente. El tema es que en mi familia no hay un gran conocimiento del arte entonces es muy subjetivo lo del ingreso. Yo había estudiado teatro pero el nivel ahí es muy alto. El examen es un monólogo y no llené las expectativas de los profesores. Ya en mi segunda oportunidad entré y cursé tres años pero por trabajo tuve que abandonar. Cuestión que también generó enojos. Pero conocí a mi novia, Yael Duschatzky, con quien actualmente estamos conviviendo. Así que el saldo fue positivo (sonríe).
-Lo que no recordaba es que habías estado en “Los Grimaldi” con Nazarena Vélez y Muscari…
-Sí, hice unos treinta capítulos en “Solamente vos” y ahí me vio Nazarena Vélez que era la productora. Y como Gastón Soffritti no podía salir de gira, me convocó a mí para ese personaje. No conocía a nadie. Ni a Muscari, menos a Nazarena Vélez. Estaban también Rodolfo Ranni, Georgina Barbarossa, Jay Mammón y Barbie Vélez. Y se hizo un súper laburo. Fui con muchos prejuicios, porque venía de IUNA y entendí que es una tontería menospreciarlos porque estamos todos en la misma. Puede gustar o no, pero es teatro. Después estuve unas temporadas conduciendo “Combate” en Canal 9, también una hermosa experiencia.
-Ahora estás con “Justo esta noche”.
-Sí, llegué por mi amigo Nicolás Figueroa. Venimos ensayando desde agosto del año pasado porque se iba a estrenar en diciembre pero después quisimos un buen teatro y encontramos el LUDÉ que estaba disponible desde enero. A la obra se sumó Micaela Lapegüe, dirige Nicolás Yannicelli y se armó un hermoso grupo. Yo venía de mucho tiempo sin actuar y el guión lo compré desde el primer minuto. Soy Baco, un flaco que ama el reggae, a Bob Marley y al Bahiano, pero sin llegar al cliché de fumón. No tiene filtros ni se preocupa por nada. Y la gracia está que convive con Simón, mi amigo Nicolás Figueroa, que es lo opuesto. Súper prolijo y de todo hace un conflicto.
-¿Tus sueños? Tachamos la Copa del Mundo y la Copa América…
-Mi sueño recurrente siempre fue ganar un Oscar. Con el tiempo mi concepción de los premios cambió y ahora te diría que me gustaría filmar una película en el exterior.-