EL 28 de Agosto ocurrió un hecho sin precedente en la provincia de La Rioja. Ese día, mientras en todo el país la taquilla -y los records- se derrumbaban ante los Relatos Salvajes de Damián Szifrón, la pequeña provincia del noroeste asistía al estreno “comercial” de una película dirigida, interpretada y producida allí mismo por riojanos. El Bumbún, del director Fernando Bermúdez, consiguió que por primera vez en la historia los locales pudieran pagar una entrada para consumir una cinta que los refleja y los representa de muchas maneras. ¿El resultado? un fin de semana a sala llena en cada una de sus proyecciones.
“Estoy nervioso por el estreno, ojalá que salga bien”, rumiaba Bermúdez el día anterior. A las salas las habían conseguido por pura insistencia personal a los administradores de las mismas, pero al cineasta le preocupaba el escaso espacio -solo una función diaria, y a las 20 hs- y la competencia desproporcionada con el Hollywood de cada día y el mastodonte de Szifrón. Eso, nada más y nada menos, es el amor de un padre por su criatura. Dos semanas atrás, su película había sido vista por más de 100 personas en su verdadero estreno: en el festival de cortometrajes ImageneSociales, organizado por la Secretaría de cultura de La Rioja. Al evento acudió casi toda la comunidad audiovisual riojana, sobre todo jóvenes amateurs que vivieron el estreno como algo fundacional, como si al esfuerzo de esta película le fueran a seguir en fila india sus propios sueños de pantalla grande. Ese día los realizadores junto con algunos actores, subieron al escenario del Teatro Víctor María Cáceres para hacer una presentación adeudad por más de ocho años; cuando las luces se apagaron se podía sentir la electricidad del público a la espera de lo tanto tiempo ansiado.
LA DÉCADA DEL BUMBÚN
Diseccionando un poco el camino que condujo al primer largometraje exclusivamente riojano a su exitoso estreno, nos encontramos con historia de retrasos, accidentes, penurias varias que pintan el cuadro de lo duro que es hacer cine en el interior profundo de Argentina, lejos de las urbes y el dinero del un ya de por sí escaso público de Cine Nacional.
Desde los primeros pasos del director para asegurar el cuento en el que se basó la película, El Bumbún bien puede haber tardado una década en ver el horizonte de su propia tierra.
– Revista Random: ¿Cuando arrancaste con el proyecto de la película?
Fernando Bermúdez: Hace muchísimos años, cuando yo estaba estudiando cine en Córdoba y buscando ideas para escribir algo. Un día fui a ver la obra “El Bumbún” que Manuel Chiesa -NdelR: legendario director teatral en La Rioja- había adaptado de un cuento de Carmen Agüero Vera, y recuerdo haber pensado que era una historia que tenía un perfil muy cinematográfico, más allá de la puesta escena magnífica que Chiesa imprimía en sus obras. Así fue como empecé a investigar y me contacté con la autora que estaba viviendo en Córdoba -NdelR: la escritora Carmen Agüero Vera falleció en Córdoba en abril de 2014, a pocos meses del estreno-.
– RR: ¿Te costó conseguir los derechos?
FB: Para nada. Carmen Agüero Vera estaba fascinada con la idea de que se llevara una de sus historias al cine, así que me cedió los derechos y yo dejé lo que estaba haciendo para adentrarme en este nuevo proyecto.
– RR: Adaptar desde la literatura tiene sus grandes desafíos y no siempre funciona ¿Con que te encontraste en esa etapa?
FB: No, no fue nada fácil. Desde el primer momento yo sabía que iba a ser una adaptación libre del cuento: tomé la idea central de una niña que es criada desde el nacimiento como varón, y desde allí empecé a trabajar la historia. Hay muchos personajes que fueron inventados con la función de darle más acción a la trama.
– RR: ¿Lo trabajaste solo al guión?
FB: Al principio sí, pero a medida que proseguía empecé a ver cosas que no me cerraban. Yo tenía muy claro el principio y el final de la historia, pero en el medio tenía problemas. Así que contraté a dos guionistas: Leticia Castro y Gabriel Weinstein, egresados de la escuela de cine de San Antonio de los Baños -Cuba- donde yo había hecho un posgrado.
– RR: Ahí fue cuando se encontraron con el Gleyzer que se hacía por primera vez (NdelR: el concurso Raymundo Gleyzer del INCAA se hizo por primera vez en 2006)
FB: Claro, a finales de 2005 escuchamos de la convocatoria para este certamen que tenía la particularidad -en ese entonces- de dividir a los ganadores en cada región del país por separado. Tuvimos la suerte de ganar el primer premio de la región Nuevo Cuyo y aplicar para una calificación del INCAA.
El premio Gleyzer, en el que ganaron en Cuyo y consiguieron un segundo lugar nacional, fue el puntapié de una accidentada producción, un largo viaje en el que no fue menor el casting de los personajes. Con un guión lleno de personalidades complejas y diversas, ninguna le ganaba a la de “Bumbún”, una niña del interior riojano que fue criada como varón para apaciguar la vergüenza de un padre rudo y violento. El rol tenía que ser interpretado por alguien de La Rioja, y no debía ser una actriz de lustre cuya presencia opacara el personaje; pero al mismo tiempo tenía que lidiar con un personaje que iba descubriendo su identidad en medio de tragedias, abusos y miedos. Así encontraron a Silvina Páez y suyas se hicieron las carnes de la protagonista a la que supo imprimir una carga emocional especial, con toda la tragedia encima, con todos los anhelos a flor de piel. El papel le marcó el rumbo de su vida, como explico ella misma la noche del estreno: Perdió el trabajo ocasional que tenía pero ganó la vocación actoral y una promesa de trascendencia que se hacía realidad esa noche.
El rol del padre, por otro lado, quedó en manos de Daniel Valenzuela, un actor de mucha experiencia que compuso a un patriarca vicioso y autoritario, cuya personalidad se ve acentuada por el machismo de su entorno. Un villano alrededor de cuya presencia la película encuentra un ancla poderosa.
La pluralidad de personajes ricos en su individualidad llevó a una gran crisis de post producción: al ver el primer corte, Bermúdez no podía comprender por qué había tanta desproporción entre algunos de los personajes que terminaban opacando a, por ejemplo, “Bumbún”, esto significó un retraso importante y minó el ánimo agotado de los realizadores, que debieron revisar el guión de arriba abajo para encontrar el problema. Mientras tanto el tiempo pasaba y al final del rodaje en 2008 se le fueron acumulando años. Fue la necesidad de cumplir con todos, el equipo, los actores, el INCAA y con él mismo, lo que finalmente impulsó a Bermúdez a buscar una solución: se contacto con un montajista de Buenos Aires, Andrés Tambornino, quien confección un corte diferente que trajo paz y conformidad en todos. Como simple muestra del tiempo que tardaron, cuando salían de mezclar el sonido final en Buenos Aires, entraba en ese mismo estudio Metegol de Campanella.
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FESTIVALEROS
Con film terminado todavía quedaba un paso previo al estreno que se debía encarar: nada menos que llevar la creación por cuanto festival fuera posible, un trabajo de hormiga realizado por Horacio Hurban, el agente de ventas español encargado de ese tour promocional.
La película tuvo la suerte de quedar en competencia en Málaga y en San Sebastián (no el gran festival sino uno con temática de DD.HH. que se hace un poco antes), siguió luego por Bélgica y arribó a Moscú antes de Agosto. Todo un camino que le deparó a la película riojana grandes elogios y construyó una gran anticipación para su estreno local. En el futuro le corresponderá participar en el Festival Internacional de Montreal, Canadá, un logro enorme que solo puede apuntalar lo ya alcanzado.
Pero antes el estreno local. Para no desentonar se realizó en el marco del mayor festival audiovisual de la provincia, el humilde pero brioso Festival Latinoamericano de Cortos ImageneSociales, realizado por la Secretaría de Cultura de La Rioja. El estreno de El Bumbún marco la apertura de un evento sumamente especial que incluyó no solo la proyección de este hito cinematográfico riojano, sino que batió record de asistencia, pudo realizarse en la recientemente liberada Universidad de La Rioja y, para coronar, contó por primera vez con una selección de cortos locales. Fueron seis producciones totalmente independientes y riojanas que permitieron la creación de una sección especial dentro del festival: la “Bien Nuestro”. Como si la larga espera por el Bumbún hubiera apadrinado una camada joven y dispuesta a crear y difundir cine en la provincia.