Jean Simeon Chardin (Paris, 1699-Paris 1779), fue un pintor francés (uno de los mas importantes del siglo XVIII) que puede ser considerado a la distancia, como una especie de “rara avis” dentro del contexto artístico de la Francia dieciochesca, más interesada por la vida cortesana y toda su pompa que por esos detalles mínimos de la vida cotidiana que Chardin tan bien representaba en su pintura.
No se sabe mucho de su educación antes del 6 de febrero de 1724. Es tal vez el único gran artista de su siglo que no haya hecho ni el obligado viaje a Roma ni estudios académicos regulares. Se interesa sobre todoa la pintura de género holandesa y flamenca del siglo XVII. Se sabe que fue alumno de Pierre-Jacques Cazes (pintor de paisajes históricos) y que siguió de Noël Nicolas Coypel. El 6 de febrero de 1724 fue admitido en la Academia de Saint-Luc con el título de Maestro, al que renunció en 1729.
Si algunos críticos han lamentado su inaptitud en pintar temas más “nobles” (como mencionamos en la introducción), otros como el influyente Diderot, han sido sensibles a la magia de su pincel: “¡Nada se entiende de esta magia! {…} Es como un velo de vapor que se hubiera extendido por el lienzo {…}Acérquese, todo se enturbia, se achata y desaparece; aléjese, todo se vuelve a crear y se reproduce.”
Algo que se le achaca a la pintura de Chardin es su falta de imaginación (algo discutible), por lo que fue difícil encontrar otro género más«rentable». El retrato era también una opción, aunque difícil… Famosas son sus palabras:
“Si un retrato fuera tan fácil de hacer como una salchicha…”
Los orígenes burgueses de Chardin se pueden encontrar en la atmósfera íntima y acogedora de sus interiores domésticos que exaltan la virtud del trabajo y la economía. Las costumbres cotidianas, los gestos repetitivos,los sentimientos ligeros, alternan con naturalezas muertas hechas con cosas banales, poco rebuscadas.
En 1737 Chardin aprovecha la creación de una importante institución, la de los “Salones de pintura y escultura“, aquellas exposiciones anuales que ponían en contacto a los artistas y al público, en las que se presentaban las más recientes creaciones en el dominio del arte figurativo,para presentar a su vez, al menos siete cuadros, logrando un gran éxito, además de los favores del rey, Luis XV. Desde entonces Chardin se convierte en uno de los protagonistas de los Salones, para los cuales va a desempeñar varios cargos, así como en la Academia de Artes.
Con el paso de los años su pintura comienza a evocar la escuela holandesa de naturalezas muertas de manera más vivida: la luz de muchas de sus obras rivalizan con las de otro maestro holandés, Vermeer. Alojado en el Louvre a partir de 1757 y hasta su muerte, Chardin continuó perfeccionando su técnica personal, a través de una elección de colores muy luminosos con tonalidades más ligeras, lo cual corresponde a una mayor interiorización de su inspiración.
Su pintura fue espejo de una sencillez tanto técnica como temática, sencillez que supo encontrar en las situaciones y en los objetos más comunes y cotidianos, encontrando belleza en los lugares más impensados,cualidad que no muchos artistas poseen y que hacen de su obra un mojón ineludible a la hora de comprender la pintura francesa del siglo XVIII .