Coral Gabaglio. Mujer actriz, Mujer Pasión

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Dejó su Paraguay natal para ir en busca de un sueño. Alumna casi vitalicia de Norman Briski, la actriz Coral Gabaglio dejó huella este año, en la pantalla de canal trece, con su entrañable personaje en Noche y Día, junto a Facundo Arana.

Lleva recorrido un largo camino de esfuerzo y dedicación, que la sorprende hoy, a los 35 años, con oportunidades muy anheladas. Su dulce acento paraguayo la destaca del resto y hasta la hace renegar un poco.  Es fresca, inteligente, mega extrovertida, alegre y con empuje. Conocé más de esta cálida artista que pronto, dará mucho más que hablar.


 -¿Cuándo y cómo fue que te diste cuenta que lo tuyo era la actuación? ¿O sos de esas personas que desde chico tuvo bien clara su vocación?

-Yo creo que me di cuenta a los 15 años más o menos. Nosotros hacíamos Olimpíadas de Teatro en el colegio, en Paraguay. Yo me acercaba y participaba pero ayudando. Como el resto de mis compañeras mucho no se animaban para actuar o armar las obras, entonces empecé a organizar las cosas yo. Ayudaba y dirigía a mis compañeros, hasta que yo terminaba haciendo los protagónicos. Eran obras de teatro popular en Paraguay. Y llamábamos a los mejores representantes de teatro del país, a los mejores profesores y actrices. Era un festival muy grande, donde nos evaluaban y había premios en distintas categorías. ¡Yo el primer año me gané el premio de mejor actriz! Entonces, a partir de ahí participé siempre y en todos gané el premio más importante. Ahí dije: “evidentemente esto es lo mío”. Además uno de los profesores que me vio actuando me becó a los 16 años. En Paraguay es muy raro hacer arte, y menos en mi época. Era complicado meterse en ese ambiente, era muy juzgado, se creía que había gente rara. Así que aproveché la oportunidad y empecé a estudiar.

Fotos: Santiago Carrera
Fotos: Santiago Carrera

-Eras muy chica y parecía ser un desafío. ¿Cómo lo tomó tu familia? ¿Te apoyaron?

-Siempre. Me acuerdo la primera vez que era rarísimo y mi familia me llevó al teatro y me dejó en la puerta. Era extraño para todos. Cada tanto me decían: “dejá eso, que no te da plata”. Pero nada más. En general siempre me apoyaron y por suerte, nunca tuve pleito por este tema, que yo recuerde.

-Y hoy que pasó el tiempo, ¿qué lugar ocupa la actuación en tu vida?

-Hay algo demasiado apasionado al respecto. Norman Briski, mi maestro, siempre nos dice en las clases que si esta es nuestra verdadera profesión tenemos que pensar en cuantas horas del día uno le dedica a esto para ser bueno. Son las horas de vuelo que uno tiene. Por ejemplo, al principio yo sólo iba a las clases y listo. Hasta ahí llegaba mi compromiso. Pero de a poco la actuación y el teatro fueron tomando toda mi vida. Voy a casa y leo teatro, tengo funciones a la noche. Todo mi día está tomado por la actuación y estoy contenta y satisfecha por eso.

-Entonces, claramente no te imaginás haciendo otra cosa.

-Olvidate! No, no. Es verdad que esta es una profesión que a veces se pone difícil porque no hay siempre una continuidad laboral. Y mi marido (Federico Ibarra) también es actor, así que cada tanto se hace complicado. Entonces pensás en que hay que hacer otra cosa. Hace poco por ejemplo, empecé a hacer lámparas y mesas decoradas. Haga lo que haga tiene que ser algo que me guste porque si no me pongo a llorar, me deprimo, entro en pozos. Algo que hice en cine, por ejemplo, y que fue distinto pero a la vez tuvo relación directa con la actuación fue coachear a actores. Necesitaban entrenar a aquellos que hacían de paraguayos y no les salía muy bien. Entonces tuve la posibilidad de prepararlos y guiarlos para que su acento se acerque lo más posible al verdadero paraguayo. Con la directora Lucía Puenzo pude trabajar así. A ella le encantaba cómo yo hablaba pero le daba grande para el personaje de la película, entonces me contrató para coachear a los actores. A Luis Ziembrowski también lo ayudé con la construcción de un personaje que era formoseño. Esas experiencias me acercaron más al cine y me nutrieron muchísimo.

-También incursionaste en la conducción televisiva, haciendo un programa de formato call tv ¿Cómo fue esa experiencia y qué pusiste de la actriz para llevarla adelante?

-Sí! Lo hice como 3 años. Desde ya que me costó menos gracias a que puse a la actriz ante todo. Pero esa etapa en mi vida también está relacionada con una inserción mía en una nueva sociedad, porque recién había llegado al país desde el Paraguay. Entonces uno pone toda la garra, cedes muchas cosas. Lo importante para mi en esa etapa era insertarme en la sociedad argentina de alguna manera, y tener con qué mantenerme para poder estudiar teatro. Todo al final tiene que ver con la actuación para mi.

Fotos: Santiago Carrera
Fotos: Santiago Carrera

-Nos contabas que empezaste tu carrera en Paraguay y un día te viniste a la Argentina a probar suerte. ¿Qué diferencias hay entre ser actriz en Paraguay y en Argentina?

-En Paraguay sucede que no tenés apoyo del gobierno y no tenés apoyo de nadie. Lo que es normal en cualquier país, por ser un hecho artístico, es tres veces más complicado allá. No te dan subsidios ni apoyo de ningún tipo. Esa es la maravilla que sucede acá en Buenos Aires. Vos decís “quiero hacer una obra de teatro” y tenés herramientas por todos lados. Si querés, lo hacés. En Paraguay por ejemplo si no sabés escribir y querés hacer un curso, ¡no hay a dónde ir! Ahora tal vez hay un poco más pero cuando yo me fui de allá (hace 11 años) no había posibilidades. No hay bibliografía, no hay material, no hay una historia del teatro paraguayo. Quieren hacer una buena obra y no encuentran, terminan haciendo cosas que uno les manda de autores argentinos. ¡Allá flashean con las obras argentinas! Sí hay tal vez teatro popular en guaraní, pero no hay dramaturgias nuevas ni un auge teatral.

-Entonces imagino que estos fueron motivos importantes para venirte…

-Sin duda. Allá era todo muy lento y era demasiado esfuerzo. Y para nada. Por ejemplo ensayás un montón de tiempo y después sólo hacés 5 funciones. No podés hacer una temporada larga porque no hay público, que es el otro lado de la cuestión. Yo vine por un año nomás. Vendí mi auto y la idea era estar acá hasta gastar la plata de esa venta. Y al poco tiempo de llegar, me salió lo de las conducciones del call tv. Ahí fue que decidí quedarme, porque vi las posibilidades de mantenerme y seguir entrenándome como actriz. ¡Si no conseguía un laburo, me iba a tener que volver rajando a Paraguay!

-Ya pasaron varios años, ¿tus expectativas se cumplieron pronto?

-Sí, definitivamente. Yo pensaba estar poco tiempo y de golpe todo salió mejor de lo esperado. Conseguí trabajo, me hice muchos amigos y pude empezar a capacitarme como actriz. ¡Fue una fiesta para mi! Pasé de no tener mucho en Paraguay a venir acá y tener de todo. Buenos Aires era ideal para cumplir esos sueños.

-Contanos más sobre tus trabajos. ¿En qué proyectos pudiste desarrollarte?

-Por suerte hice muchas cosas y muy variadas. Hice cortos que tuvieron mucho éxito. Para la TV Pública hice la serie Memoria de una Muchacha Peronista dirigida por Omar Quiroga y Alejandra Rubino, donde hice el personaje de una secretaria muy simpática y bastante entrometida. A la serie le fue muy bien y para mi fue maravillosa. Lo interesante es cómo llegué a ellos. Fueron a verme al teatro a una de las obras en las que todavía actúo (Ya no pienso en Matambre ni le Temo al Vacío) y les gustó lo que vieron, entonces me convocaron. ¡Una locura!
Y retomando lo de los trabajos, bueno…Noche y Día, de Polka fue un sueño y un logro muy importante para mi.

-Ya vamos a ahondar más en Noche y Día. Pero antes hablame de tu gran maestro en la actuación: Norman Briski. ¿Cómo fue que llegaste a él y cómo es ese vínculo tan especial?

-Ya venía entrenando con varios. Hacia tiempo que me daban ganas de probar con alguien grosso. Yo acá llegué muy a ciegas y probé de todo. Pasé por el Centro Cultural Rojas, por el Teatro San Martín y ambas fueron experiencias buenas. Pero con mi novio, queríamos animarnos y empezar con alguno de los grandes maestros de teatro que tanto escuchábamos nombrar. Hicimos un listado con nombres que sacamos de Internet y cuando llegamos a Norman dijimos “este es un hdp”. ¡Entonces vamos con ese! (risas) Buscábamos disciplina y creíamos que ese era el mejor lugar. ¡Las que pasé ahí, Dios mío! Porque uno sufre una transformación con Norman, te analiza mucho. Yo estaba con miles de cosas y saliendo de una adolescencia tardía, seguía viviendo con mi mamá al venir acá, porque vinimos juntas del Paraguay. Así que Norman fue todo un cambio, un sacudón.

-Me imagino. Tiene fama de ser bravo y muy exigente. ¿Qué es lo que más te marcó de sus enseñanzas?

-Él tiene una manera de trabajar que a mi me cambió la forma de ver el rol teatral. Te enseña que el rol es la verdad. Está lo Stanislavskiano que te enseña que vos sos el rol y es por eso que hay que tener cuidado con el rol que se elige porque uno es realmente esa persona. Hay que ser responsable por lo que va a pasar. Te atraviesa mucho esa posición, incluso psicológicamente. Por otro lado están quienes siguen la escuela del “como si”. Entonces el actor hace como si fuese ese personaje. Esto lo aleja de la veracidad, se nota y no es creíble. Norman también hincha con no intoxicarse en la televisión con el “como si”. La tele tiene ritmos y velocidades que llevan a que el actor muchas veces caiga en eso. Él te enseña casi científicamente el teatro. Te da tu texto, lo estudiás a la perfección, frase por frase, le buscás la estructura psicológica del personaje, lo que quiere decir con cada frase, el verdadero significado de su accionar. Cuando se hace todo este trabajo, se viven cosas distintas, se siente distinto y te pasan cosas nuevas. Esa es la gran diferencia de entrenar con Norman. Es mucho estudio, mucho esfuerzo y uno se involucra muchísimo.

Fotos: Santiago Carrera
Fotos: Santiago Carrera

-Acaban de terminar las grabaciones de Noche y Día (Con Facundo Arana, Canal 13). ¿Cómo fue esta primera experiencia tuya en uno de los canales más vistos, con una tira diaria y bajo la órbita de Polka?

-Fue fantástica. Al principio pensé que me iba a tomar más, desde todo lugar. Estaba con algo de miedo. Empecé yendo dos veces por semana a grabar y ahora mi personaje está mucho más presente en la tira, lo que hizo que terminara grabando todos los días.
Para mi fue todo un regalo, un gran aprendizaje. Me sumó muchísimo y aprendí un montón de cosas de las que no tenía realmente ni idea. Yo como actriz me la pasaba criticando a los actores de tv o a las producciones. Ahora que pasé por esta experiencia me di cuenta lo complejo que es, que no todo es tan fácil de resolver. A veces incluso las cuestiones técnicas, son las que hay y así hay que aceptarlas. Si uno se queja entorpece todo un funcionamiento de trabajo.

-Pensemos un poco ahora, de cara al futuro. ¿Qué es lo que te gustaría que pase con tu carrera?

-En primer lugar que no me encasillen, que es un poco lo que puede llegar a pasar por mi acento. Incluso estoy por empezar algún coacheo para sacarme un poco el Paraguayo. Me gustaría poder hacer algún unitario, algún protagónico o algún proyecto donde se me pueda dar la posibilidad de hacer buenos roles, más comprometidos y dejar un poco de lado la comicidad. Quiero mostrar todo lo que puedo hacer. ¡Amo mi profesión y tengo mucho más para dar!

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