La isla de Cuba es uno de los destinos más visitados por sus playas paradisiacas, sin embargo su capital tiene peso por sí sola, ¡y qué peso! Te hace volver 50 años atrás, con sus edificios y autos antiguos, sus calles llenas de música y más de una historia sobre la revolución cubana.
SÍ. La idea es encontrarle la magia esos lugares a los que ofrecemos un poco de resistencia. A veces la ciudad es sólo el lugar de paso para nuestras vacaciones cinco estrellas en un cayo all inclusive. Y no hay nada que contraste más con el all inclusive que La Habana. Se pueden combinar a la perfección, pero definitivamente serán dos experiencias totalmente diferentes las que nos llevaremos de cada lugar. En La Habana, la sensación permanente es la de “volver a lo básico”, a lo anterior, a la gente jugando con agua en el calor, a tomarse un traguito en la vereda. La falta de tecnología o escasa internet termina siendo lo que más nos hace conectar con el viaje. En especial cuando tu celular no funciona en lo absoluto y termina quedándose en el fondo de la valija durante toda la estadía.
En general, la imagen que vemos en Habana es totalmente diferente a lo que vemos a diario. No hay negocios, kioscos, ni grandes supermercados. No hay cadenas americanas de fast food, y no se consiguen las bebidas cola a las que estamos acostumbrados. Sólo encontramos algunas tiendas o puestos para turistas, con suvenires y productos típicos. También hay algunos grandes almacenes con muy pocos productos y góndolas vacías. Y hasta las farmacias parecen no tener casi artículos a la venta. Los autos que circulan son de los años 50 y 60, al igual que los buses y hasta los aviones para vuelos de cabotaje. Los carteles, los bares, los hoteles, los muebles, todo antiguo, pero colorido como no falta en el Caribe.
Sin ser hipócritas, hay muchas situaciones que nos producen tristeza, y hay una sed permanente en los cubanos por salir a conocer el mundo que da impotencia. Un estado de pobreza diferente al que estamos acostumbrados. Se vive con poco, pero la delincuencia y la inseguridad no son muy comunes. Como seguramente habrán escuchado, en las calles muchas personas siguen a los extranjeros pidiéndoles dinero u objetos. Es una realidad y pueden ser muy insistentes. Generalmente piden cosas a las que no tienen acceso o son muy caras para ellos, como lapiceras, jabones, desodorantes, perfumes, etc.
La vida del cubano transcurre en gran parte en la calle. Y los atardeceres en el Malecón, muralla de 8 km que bordea la ciudad. Si bien es un paso obligado para los turistas, los locales también lo frecuentan, está plagado de grupos de adolescentes, de familias en las noches de calor, o disfrutando del mar (y las piedras) en el día.
Al caminar por La Habana Vieja o Centro, la atmosfera es de película, hay música por doquier, percusión, guitarras, gente bailando. La música está en su sangre, de eso no hay duda.
La pintura es otra de las formas más comunes de expresión de los cubanos, en la calle, pintando lienzos pueden encontrar artistas maravillosos, obras a todo color, casi todas de imágenes cotidianas cubanas y caribeñas.
La vida del cubano transcurre en gran parte en la calle. Y los atardeceres en el Malecón, muralla de 8 km que bordea la ciudad. Si bien es un paso obligado para los turistas, los locales también lo frecuentan, está plagado de grupos de adolescentes, de familias en las noches de calor, o disfrutando del mar (y las piedras) en el día.
Para comer los lugares más recomendados son los paladares, que son casas familiares, donde se puede ir a comer la verdadera comida casera por muy bajo precio. Frijoles, bifes de cerdo, picadillo, arroz, guisados, etc. La atención es maravillosa, son realmente muy cálidos.
Los platos de mariscos y pescados también son muy buenos y a buen precio en cualquier restaurante. Los lugares que se exceden en los precios son los más renombrados, como “La bodeguita del medio” o el show del Tropicana. Ese tipo de lugares estás atestados de turistas dispuestos a pagar lo que sea, por lo que se aprovechan.
La bebida de la isla es, por supuesto, el ron. Y los tragos más famosos son a base del mismo. El mejor: La piña colada más exquisita que puedan probar (que no se parece en nada a la de botella). También el ron con cola, los mojitos y los daiquiris. Al igual que los jugos naturales, éstos últimos son riquísimos. No utilizan envasados, ni extractos, todo es pulpa y fruta fresca.
En cuanto a hospedarse depende un poco de cada viajero. Hay casas particulares que están autorizadas a rentar sus habitaciones, hay pequeños hostales y hospedajes, y hay hoteles grandes y lujosos. Yo recomiendo hospedarse cerca del Paseo del Prado, que desemboca en el Malecón, y podés ir caminando al Capitolio, a las callecitas de puestos de artesanías, al museo de la industria, etc. Además de ser muy pintoresco el paseo mismo.
La noche en Habana en general termina muy temprano en la semana. Cenan por la tarde, y a la 1AM no encontrás muchos lugares abiertos, sólo alguna discoteca o algún que otro bar. Los sábados se ve más movimiento, en especial en la tarde noche, que locales y turistas salen a dar la vuelta obligada.
El domingo hay que reservar un rato para pasar por el callejón de Hamel, rincón donde se mezclan la música, la pintura, la espiritualidad, hasta la religión misma. La energía de esta pequeña calle, llena de percusionistas y sus paredes intervenidas con pinturas, objetos y frases la hacen imperdible. Ideal para comer algo o tomarse un trago, o un jugo natural en los pequeños rincones y patios del callejón y seguir camino.
La noche en Habana en general termina muy temprano en la semana. Cenan por la tarde, y a la 1AM no encontrás muchos lugares abiertos, sólo alguna discoteca o algún que otro bar. Los sábados se ve más movimiento, en especial en la tarde noche, que locales y turistas salen a dar la vuelta obligada.
Con respecto a los lugares de interés turístico más visitados, podés hacerlos por tu cuenta, o con un tour, o a la “cubana”, que son personas que te vas encontrando (algún mozo, alguien recomendado del hotel, algún taxista) que ofrece su coche para llevarte a recorrer La Habana por un precio por hora. Es una buena forma de conocer un poco de la historia contada por un lugareño. Generalmente te llevan a la Plaza de la Revolución, a la casa del Che, el cementerio Colón, la casa del Ron, museo de la Industria, etc.
Si Cuba está entre tus planes, no dejes de hacerlo. Aún si a algunas personas les ha resultado chocante o no les ha gustado tanto, quizás no sea tu caso. La isla es así, contradictoria, fascinante. De playas increíbles (realmente asombrosas) como las de Cayo Largo del Sur a la simpleza y calidez de La Habana. De la historia de Santa Clara a los complejos turísticos de Varadero. Vale la pena la experiencia, de principio a fin.