Gianni de Gennaro: “Siempre hay un escalón más para subir.”

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Fotos: Gentileza Volcom

Cuando la pasión por una disciplina confluye con los años de juventud y descubrimiento, se forma una sinergia imparable, que hace de esa unión, un amor incondicional para toda la vida. Así fue para este grande del skate, Gianni de Gennaro, quien desde que abrazó este deporte en su adolescencia, no paró jamás. Y no piensa parar. Conocé más de su vida y su carrera, en esta entrevista exclusiva para revista random.

-¿Qué ponés al llenar un formulario cuando te preguntan por tu profesión?

-Pongo claramente, deportista.

-¿Cómo y cuándo empezó tu pasión por el skate?

-Comenzó a los 12 años cuando mi papá, con un regalo que me hizo mi papá en Navidad, ahí en la antigua imprenta en Maure y Migueletes, en Belgrano. Esto fue a fines de los ochenta, más o menos en el ochenta y siete. Nos compró una skate de juguete a mi hermano y a mí, ahí arrancamos y no nos bajamos más. Nosotros siempre nos dedicamos al deporte, fuimos muy influenciados por nuestros padres para que hagamos deporte, y este fue el que no los hizo felices, pero el que elegimos (risas). Es una pasión más que nada. Después se va convirtiendo en muchas otras cosas, pero más que nada es la pasión.

-¿Cómo fue ese momento en el que sentiste que dejaba de ser un juego o una práctica amateur, y pasó a ser un deporte profesional para tu vida?

Uno va con los amigos viendo el nivel de skate. Yo estaba andando cada vez mejor. Pero sentí que esto iba más en serio a nivel profesional, cuando tuve mi primer sponsor. Igual lo de profesional es entre comillas, porque en esa época no recibíamos sueldos ni nada. En sponsor te podía dar una tablita o una bermuda. Ahí empecé a decir “wow”. Además, paralelamente yo tenía una bandita de hardcore, grababa disco, toqué en Obras, en Cemento, en un montón de lugares. Al mismo tiempo hacía skate. Cuando a los 18 más o menos, me ofrecieron tener mi primer sponsor, me empecé a involucrar en algo más profesional, a correr en más campeonatos. Digamos que yo hice toda la carrera desde abajo, porque corrí campeonatos desde el nivel principiantes (le siguen amateur y profesional). Así se fue dando y gracias a ese primer sponsor, decidí quedarme más en esto y abandoné un poco la música, porque no se podía hacer las dos cosas a la vez. Había que elegir y me quedé con mi “amiguita” (señala la skate).

-Tus viejos estaban re contentos, ¿no? Entre la skate y el hardcore…

-(Risas) Sí, aparte no era música clásica. Además eran dos cosas bastante nuevas en la Argentina. La música punk/hardcore y el skate. Pero bueno, finalmente dio sus frutos. Hoy por hoy, disfrutan de mi carrera, me ven viajar mucho, vivo de esto hace veintipico de años. Todo se fue dando. Es un camino largo, con muchas cosas en el medio, pero yo sigo con la misma ilusión que cuando empecé a los 12 años. Yo me levanto a la mañana con las mismas ganas de patinar en el aquel entonces. No se me va nunca. A la noche sueño con las pruebas que voy a hacer al otro día. Es medio una locura, por eso estoy solo (risas).

-¿Qué le aporta este deporte al pibe que está empezando?

-Lo esencial para mi es la amistad. Es un llamador muy bueno. Más en mi época que éramos todos medio los loquitos. Hoy ya es más popular en cierta forma, pero en mi época, éramos un loquito de Avellaneda, un loquito de Quilmes. Y nos juntábamos todos los loquitos y hoy es una gran amistad. Algunos siguieron otros caminos, pero la mayoría, el “core” fuerte, seguimos siendo amigos. Creo que lo esencial es la amistad y la perseverancia que tiene este deporte que es muy difícil, más allá de todos los prejuicios que ya conllevaba hacer este deporte. Eras un “grandote con patineta”, o te decían “andá a buscarte un mina”, y eso por ahí sigue pasando. Entonces la perseverancia también está ahí, en seguir adelante a pesar de todos los que te tiran para abajo. Y además por supuesto, en lo deportivo que es muy, muy difícil. Es uno de los deportes más difíciles. No tiene reglas, no tiene “afuera”, “outside”, “penal”. Lo podés practicar en la calle o en un skatepark gigante. No tiene freno. No hay horario. No hace falta juntar doce amigos para el partido.

-Y también es un desafío constante, que te enseña a seguir a pesar de los golpes. Hay que levantarse y seguir…

-El skate es eso. Es golpearse, levantarse y seguir. Por eso no va a ser nunca un deporte super popular, porque es muy difícil. Cuando lo ve en un video, editado, parece que todo es más fácil. Lograr todo eso llevó un tiempo gigante. Todos los días no me sale, aquello que practiqué todos los días. Siempre es levantarte y volver a empezar.

-Hablemos de esos golpes. ¿Hubo lesiones graves?

-Sí, golpes hubo un montón. Tengo una operación de hombro, de tobillo, tuve luxaciones. Tengo los dos escafoides rotos y como un niño, me saqué antes los yesos. Es un deporte de mucho impacto y con el tiempo cada vez más porque te vas poniendo más grande. Pero a mí no me duele nada. Creo que practicándolo todos los días, con la misma garra del comienzo, lográs que no te duela nada. Además ya aprendés a caerte también. A veces parece un re golpe, pero vos das vueltas como un ninja y caes bien. Pensá que hace más de 30 años que hago todos los días lo mismo. Desde los 12 años hasta hoy hice todos los días lo mismo. Qué aburrido, ¿no? (Risas).

Fotos: Gentileza Volcom

“Yo estoy feliz por todo lo que pasó en mi carrera, porque los comienzos fueron más duros, con mucho prejuicio por romper, y creo que al final cuando seguís para adelante con tu pasión, el tiempo te la razón.”

-A pesar de que elegiste el skate, no te desvinculaste del todo de la música. Contame más de Skate Guitar, y cómo lograste fusionar aquellas dos pasiones que en algún momento se vieron casi enfrentadas…

-Mi historia con la guitarra empieza casi al mismo tiempo que el skate. Mi mamá a los 13 años más o menos me regala una guitarra criolla. A través de revistas que llegaban de afuera, yo fui copándome con bandas de otros países. Nunca me gustó el rock de acá. Es como que yo no era de acá, mi mente siempre estuvo en otro lado. Había bandas de California que me gustaban, y yo quería tocar como ellos. Así que me empecé a instruir para tocar así. A mi mamá la volvía loca, en casa tocándo a todo lo que da Megadeht o algo más punk como Exploited. Yo empecé a tener una banda a los 18 años y para la edad que teníamos nos fue muy bien. Viajábamos mucho y mi idea siempre fue mixear la música con el skate. Que con el skate se pueda hacer algo musical. Hace unos años con mi amigo Ezequiel Galazzo que es un amigo lutier, yo con la idea y él con las manos, empezamos a diagramar lo que ahora es Skate Guitar, que es un proyecto que está creciendo mucho. Es una guitarra eléctrica que está hecha con dos skates. Es un proyecto argentino, aunque tanto el rock y el skate son más gringos. Me suelen decir cuando las ven los gringos, “qué loco que no lo hayamos hecho acá”. La verdad es que suenan muy bien. Pueden meterse en skateguitar.com y van a ver mucho más. Está buenísimo, es la unión de dos pasiones. No hay nada más lindo que andar en skate escuchando música y a la vez generando música con el ruido de las ruedas en el cemente, que también es música. Es como un “om”.

-Sos parte de la FAMILY VOLCOM. ¿Cómo llegó la marca a tu vida?

-Gracias a mi carrera pude viajar mucho y tuve la suerte de ir a USA en el año ´96/´97. Un amigo argentino trabajaba allá en VOLCOM, en lo que es el depósito. Yo conocía la marca porque obviamente veía las publicidades en las revistas y porque mis corredores preferidos, mis referentes, eran sponsoreados por VOLCOM. Me copaba la idiosincrasia que tenía, esto de mezclar rock, quilombo, surf, skate. Eso me llamaba mucho la atención porque no era lo clásico. Así que gracias a mi amigo pude ir a las oficinas, conocer el lugar y empezar a conocer más a la marca por dentro. Pero desde ese momento hasta ahora pasaron 20 años. Y llegó este año, el 2018, con esta sorpresa de ser parte de la family. Creo que tiene que ver con la insistencia de uno, de hacer lo que te apasiona. Y eso te va llevando inconscientemente a que las cosas lleguen. Para mi ahora formar parte de esta familia, es un incentivo deportivo muy grande.

Fotos: Gentileza Volcom

-Toda familia tiene sus valores, sus propias creencias y banderas por las que luchar. ¿Cuáles son para vos, los valores que transmite VOLCOM?

-Creo que transmiten aquellos que yo soñaba de chico. La amistad, la locura, el ir para adelante. Por eso con mi personalidad va perfecto. Es una especie de hermandad que está por todo el mundo. Que una marca te acompañe en tu pasión, con los mismos valores, la misma manera de ver la vida, mucho más allá de apoyarte económicamente para estar en un campeonato, para mi es increíble y te da más fuerzas. Yo estoy feliz por todo lo que pasó en mi carrera, porque los comienzos fueron más duros, con mucho prejuicio por romper, y creo que al final cuando seguís para adelante con tu pasión, el tiempo te la razón. Y ahora también estoy feliz de ser parte de la Family VOLCOM. Siempre hay algo más en la carrera, un escalón más para subir. Esto es lo que amo, lo que me gusta. Yo sigo acá.

Fotos: Gentileza Volcom

 

Agradecimientos:
Fernando Hermida, Guillermo Pérez, Family VOLCOM

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