La artista más prestigiosa de España se luce con su disco “Caos”. Pop furioso, una voz de ensueño y una belleza catalogada por fuera de la lógica musical
La voz femenina más importante de España de los últimos años llegó a la Argentina para conquistarnos definitivamente. Se trata de María Lucía Sánchez Benítez, hija del emblemático artista flamenco Pepe de Lucía y sobrina del paradigmático Paco de Lucía, quien a sus 34 años no deja de batir records en su tierra con giras soldout y canciones que hacen de su voz, cintas inolvidables. Tal vez nosotros la recordemos por su “Aprendiz” o “Toda”, sin embargo ella es la intérprete de “Ahora tú” y de recordados duetos como “Vuelvo a verte” junto a Pablo Alborán y “Que nadie” junto a Manuel Carrasco. Ahora es el turno de “Caos”, su nuevo disco, donde la bella española muestra su versión más rockera, oscura y desesperada. Entre su nueva gira -la cual la tendrá en más de cuarenta ciudades en su país natal- y el jurado de “La Voz 4”, vino de promoción y charlamos con ella.
-El Palacio de Deportes de Madrid es como el Luna Park en nuestro país. Y sos la única artista femenina de España que logró por segunda gira consecutiva llenarlo cuatro veces…
Me hace muy feliz. Y es una sensación inexplicable vivirlo. Ya el primer Palacio que hice fue inmenso. Jamás pensé que podía llenarlo cuatro veces. Es toda una vida encima de los escenarios, estar trabajando desde pequeña y ver eso, vivir eso, sentir eso; me llenó el alma. Luego de la gira “Sí” hace ya dos años, volvimos con el tour “Caos” y ya hicimos tres y ahora vamos nuevamente por el cuarto que ya está casi todo vendido. En Barcelona con el Palau Sant Jordi viví algo parecido.
-Tus fans quienes se hacen llamar “Maluleros” son como talibanes tuyos, como decimos aquí en Argentina.
Mis fans son increíbles. Recibo mucho cariño de parte de ellos en las redes sociales, en los directos, cuando me reciben en los aeropuertos. Es algo que me llega muy profundo. Y definitivamente ellos son mi motor y los que me obligan a superarme y a dar lo mejor siempre. Por eso es cada vez más difícil hacer un disco, armar un show y planear una gira. Porque siempre quiero estar a la altura de todo ese cariño. Los siento incondicionales. Y Twitter, que es algo que está a flor de piel, me lo hace sentir con más fuerza.
-Venís de dos discos fuertes como “Guerra fría” y “Sí” y cuando te pensamos en la gloria, por qué plantear el concepto de caos…
“Caos” es por esa inseguridad y esas ganas de siempre querer dar un poquito más. Fue el proceso creativo más largo de toda mi carrera. El que más caos me ha generado en mi cerebro. Para encaminarlo, para ponerlo en pie. Es como tú dices, venía de dos discos que marcaron mi vida y la verdad es que estaba en un estado de confusión absoluto. Sabía lo que quería pero no sabía cómo encaminarlo. Y eso me angustiaba mucho. Fue un caos de una forma muy optimista.
-¿Un año sabático o solamente con el programa “La Voz” es algo que no entra en tu presente?
En absoluto. Nunca me relajo. Es al revés. La sensación es de querer siempre dar más. Soy de pensar que siempre puede haber un plus. Cuando terminamos el tour “Sí”, sabíamos que lo siguiente tenía que ser superador y tardamos mucho en armarlo porque no me conformaba con lo que planeábamos. En esta gira quería más ciudades, más posibilidades para que nadie se quede afuera. Y por ello también mi viaje a Argentina. Además de México, que sería como mi segundo país.
-En “La Voz 4” estás junto a Alejandro Sanz, Melendi y Carrasco. ¿Le debés agregar horas al día?
Es un poco agotador todo junto, no lo voy a negar; pero tampoco me gusta rechazar propuestas que disfruto. Elegí siempre participar del programa “La Voz” porque es un formato que me lo creo y que me gusta mucho. Entender que esas personas tienen una plataforma increíble donde mostrarse y que de ellos depende la posibilidad de comenzar una carrera artística, me motiva. Hay otros Talents Shows que parecen de verdad y después no pasa nada y acá no. Los que ganaron ya llevan dos discos y eso hace que saque tiempo de donde no lo tengo para estar ahí y ayudar con mi experiencia.
-En tu caos pleno, te vemos más guerrera, en las antípodas de la imagen delicada, desnuda y pura del disco “Sí”.
Es que cada disco muestra un poco de mi vida en ese momento. Es importante ser coherente con lo que una canta. Ser realista para que creas lo que te estoy cantando. Si no me lo creo yo, se nota. Yo me encamino, es natural, según me fluya. Y voy necesitando diferentes sensaciones. Para esta etapa quería más guitarras, más rock, más electrónica.
-Por más diferentes que sean tus etapas, en tus conciertos hay temas que no pueden faltar…
Cuando pones un concierto en pie es muy difícil elegir el repertorio exacto. Debe llevarte por todas partes en un recorrido que no baje en ningún momento. Y trato de elegir esas canciones que a lo largo de la vida se sintieron más, se vivieron y aceptaron más, y que sabes que no pueden faltar. Tener ese feedback con el público es la clave para que disfrutemos por igual. Aunque también sé que es imposible conformar a todos. Para ello debería hacer un concierto de tres días.
-A mi gusto, tu mejor canción, de esas que están en el Olimpo de las versiones en español, es “Sabes bien” y nunca te la escuché cantar en vivo.
(Sonríe) Es que no todas las canciones en directo viven igual o se sienten igual. Las canciones tienen su propia vida y hay algunas que prefieren estar en otros lugares que arriba de un escenario. Que son más tímidas y prefieren guardarse.
-Te deben llegar miles de canciones para que cantes.
Muchísimas. Y eso está bueno porque entiendo que hay autores que quieren que le ponga mi voz a sus sentimientos. Muchas canciones me gustan cuando las leo y las escucho. Y decir “no sé quién es el autor pero es mía” me hace feliz. Me termino quedando con las que siento que salieron de mis entrañas. Y otras tantas canciones surgen de sentarme con mis compañeros y decir: “Vamos a hablar de esto”.
-Así como el record del Palacio de Deportes, tenés muchos premios…
Los premios son ese puntito de ilusión, ese empujoncito de emoción. Ese reconocimiento que a todos nos encanta y nos hace feliz. Y aunque suene a tópico y a populista, el mejor premio es que luego de dieciocho años, pueda seguir editando discos, haciendo conciertos y la gente quiera venir a pasarla bien. Lo otro es una forma simbólica, pero el verdadero premio es el vivo.
-En Argentina, aún te recuerdan por “Aprendiz”, canción que ya tiene casi dieciocho años. ¿Pasado el tiempo, te esperabas todo esto?
No, para nada. Sinceramente no me esperaba ni lo que sucedió con “Aprendiz”. Fue más un juego que otra cosa. Yo tenía quince años cuando arranqué. Me decía: “Juguemos a que canto”. Pero el disco “Aprendiz” vendió casi un millón de copias. No entendía nada. Tampoco era mi objetivo ni mi sueño. Yo cantaba en casa. Vengo de una familia tan grande, tan icónica, inmensa de músicos que no podía ni plantearme cantar. Lo que sí era que yo cantaba con ellos. Era consciente de quienes estaban en mi living, pero para mí era normal.
-Por ejemplo, una cena en tu casa podía ser junto a tu papá Pepe de Lucía, tu tío Paco de Lucía y tal vez se sumaba un Alejandro Sanz o algún otro.
Sí, absolutamente sí. Podría agregarte, por ejemplo, que en mi comunión estuvieron Lola Flores y su hija Rosario, Rocío Jurado, Raphael. A Miguel Bosé lo conozco desde pequeña. Pero no tiene nada que ver estar en el living de mi casa tomando algo con Rocío Jurado, que estar cantando con ella en un escenario. Ahí arriba despliegan un aura imposible de alcanzar. Y están donde están por ese aura, ellos son puro carisma. En el escenario me hago pequeña porque lo que desprenden ellos es tan grandioso (se sonroja).
-Para mí, muchos duetos en tu caso son de igual a igual…
No, para nada. Aunque haga duetos con personas a las que conozco de toda la vida, en el escenario se imponen ellos. Con Raphael sucedió eso en la versión de “Que sabe nadie”. Él vio cómo me cambiaban los pañales pero sobre el escenario, soy consciente de que estoy cantando con una institución de España. Vuelvo al caso de Rocío Jurado; cantar con ella me paralizó, yo estaba morada (sonríe).
-¿Sufriste el prejuicio por tu apellido?
El prejuicio es algo del que siempre me mantuve en paralelo por respeto. Mi familia tiene un vínculo con la música de toda la vida y un respeto ganado que yo no podía aparecer de una con ese apellido. Y aunque los productores querían que lo utilice, me negué rotundamente. Es más, durante el primer tiempo nadie sabía quién era mi tío o mi padre. Ojo, yo no renegaba de eso, al revés, estoy orgullosa de mi sangre, pero sentía que lo más sensato era que si salía bien, no era por mi apellido y si salía mal, no dañaba esa historia.
-¿Cuándo entendiste que iba en serio?
La primera vez que me subo en un escenario por un festival de una radio y había más de veinte mil personas. Estaba histérica antes y cuando subí, me sentí bien, como cuando cantaba en el living de mi casa. Ahí me di cuenta que eso era lo mío.
-¿Malú por dentro?
Vivo en Madrid y dentro del poco tiempo que tengo para mí, llevo una vida muy normal. Paso mis días con mis animales, tengo tres perras y un gato. Cuando me voy de gira quedan en casa y las extraño. Tienen una señora que los cuida, mi madre también me ayuda con ellos. Soy de estar en mi casa.
-¿Cómo salís de tanta locura?
Hay un parque cerca de casa que van mis vecinos con sus mascotas y nos juntamos todos a pasar la tarde. Me gusta disfrutar de esas cotidianidades de la vida. Si quiero desaparecer me quedo en casa, me encanta mi cueva. Y depende del día o de lo que necesito, escucho de todo. Me pongo Iron Maiden o Metallica a todo volumen o si no, escucho flamenco o la radio. No llevo una vida muy diferente a la de cualquier otra persona.
-Escuché la versión de “Aprendiz” cantada por Alejandro Sanz y algo no me cerró…
Es que Alejandro podrá ser su autor, pero la original es la mía, la de él es una copia (risas).