Hasta que un mítico reducto los puso cara a cara, por una vereda caminaba una talentosa Elena Roger – aplaudida de pie en Londres y en Nueva York- y, por la otra, un tal Daniel Pipi Piazzolla que con su sexteto Escalandrum de igual modo cosechaba elogios foráneos de diversa índole. Por exquisitez artística deberían ser profetas en su tierra en mayor medida de lo que son, sabemos por estos lares que pocas veces se fusiona la fama con lo cualitativo. No obstante, si de fusiones magistrales se trata, la de Piazzolla con Roger es indudablemente antológica. La génesis se dio en un marco adecuado para los grandes encuentros, así como Ava Gardner, Marlene Dietrich o Marilyn coincidían en el Birdland neoyorquino, algunos como Charlie Parker, Miles Davis o John Coltraine se subían al escenario. Hace algunos años los que regalaban sonidos eran los Escalandrum que presentaban el disco Piazzolla por Piazzolla. Esa noche Paquito Rivera los acompañó en un par de temas y entre el público se encontraba Roger acompañada junto a su marido. Lo que sigue lo cuenta Pipi Piazzolla.
Escribe: Victoria Agulla Tagle
Después del show se dio buenísima onda, Elena me invitó a ver Evita que estaba protagonizando en Broadway, fuimos a ver la obra, a camarines, se dio un buen momento. Ella conocía a Martín Pantyer–que es nuestro clarinete bajo- y había una onda muy amena. Unos años después nos convocaron para tocar en el Museo MAR en Mar del Plata con Escalandrum y a Elena, por otro lado, también para tocar el mismo día. Justo ella tenía a su banda tocando Priscila en Buenos Aires y no contaba con una, entonces su productor le dijo si se animaba a cantar con nosotros. Contestó sí, con la condición de hacer Piazzolla. Así arrancó la cosa, fue muy loco porque le mandábamos los audios y practicábamos los temas a la distancia en Buenos Aires. Nos conocimos musicalmente arriba del escenario en la prueba de sonido. Pasamos todos los temas y salió bárbaro de una, a la noche el show fue impresionante. Nos preguntábamos cómo podía ser si apenas nos conocíamos, pero así comenzó la cosa.
“En Córdoba tenemos hinchada, gente que nos quiere, la verdad es que ir a tocar a Córdoba es como hacerlo en casa, me pone muy contento, tengo muchos amigos, eso me pone muy feliz. En cuanto al concierto en sí no tenemos una manera automática, nuestra búsqueda siempre es tocar cosas nuevas y es lo que intentamos en cada show en vivo.”
Por estos días realizan gira nacional e internacional para presentar su primer disco “3001”. El imperdible show tendrá lugar el 12 de Mayo en Quality Espacio. “3001” es el primer disco en colaboración de la cantante y la agrupación liderada por Piazzolla. En este impresionante trabajo, los artistas recorren canciones emblemáticas de la obra de Astor con un sonido actual y original. Entre los temas presentes en 3001 se destacan las interpretaciones de “Balada para un loco”, “Los pájaros perdidos”, “Balada para mi muerte”, “Chiquilín de Bachín”, “La bicicleta blanca”, “Vuelvo al sur”, entre otras. Escalandrum lleva quince años de trayectoria con su formación original, más de cuarenta países recorridos y siete discos editados. Se los considera verdaderos embajadores de la música argentina en el mundo, poseen un gran reconocimiento de prensa y público, tanto por su original sonoridad como por su poderosa actitud en el vivo. Los integrantes son aclamados músicos, de alta inspiración y sólida formación, con importantes carreras en su haber. El grupo fue distinguido con numerosos premios, entre ellos el Premio Konex de Platino como Mejor Grupo de Jazz de la década-2005-2015.
-¿Por qué creés se dio esa química y compatibilidad artística?
-Surgió de manera muy casual que todos estemos pasando por la misma etapa. Una etapa de búsqueda, de hacer cosas nuevas, de madurez, de tener cierto control sobre lo que hacés. Es un conjunto de intenciones que tenemos todos y, en este caso, en la música está bueno. Cosas que suenan diferente, interpretaciones distintas. Hay las que son propias y las que son la esencia de la obra que hay mantener, pero siempre con un punto de vista propio, diferente y original. A nivel personal hay muchas cosas que se juegan cuando uno está en un grupo. Lo personal también está parejo, hay una simbiosis profesional y personal, es un placer porque se dio todo. No siempre sucede.
-La grabación del disco fluyó y lo grabaron en un día y medio. ¿Cómo fue el momento cuando sintieron que estaba terminado?
-Lo más hermoso de esa grabación de un día y medio es que cuando escuchábamos el tema que acabábamos de grabar festejábamos como si estuviéramos haciendo un gol, no te pasa siempre. Fue tremendo. Grabamos encima en estudios ION con Osvaldo Acedo presente en un lugar donde mi abuelo Astor había grabado muchísimos discos, grabamos todos juntos, con Elena cantando al mismo tiempo que nosotros. Y sirvió prácticamente todo lo que se grabó –algo usamos de referencia- pero se sentía muy cómoda y pudimos hacer todo junto. Fue una experiencia increíble. No pensábamos que íbamos a tocarlo tan rápido, con tanta buena onda y tan conformes con lo que pasó.
-¿Cuáles son las claves de la vigencia del sexteto?
-Nosotros nos llevamos muy bien, tenemos las mismas miradas musicales y sabemos muy bien que nos gusta del otro, lo que toca, como hacer para que tu compañero suene mejor. Hay mucho respeto por eso, no hay problema de egos, si a alguien le molesta algo no lo encaramos por ese lado. Nos conocemos desde hace casi veinte años y nunca tuvimos problemas. Eso es algo bastante inédito que se dio y se va dando. Cuando está por aparecer algún problemita trato de poner paños fríos y darle para adelante. Soy un tipo que me gusta la paz y la buena onda. Cuando no la hay, prefiero estar en otro lugar.
-El público que los sigue no sólo es propio del jazz, ¿cómo lograron incorporar adeptos diversos?
-Es un sonido que Escalandrum trabajó a lo largo de los años y hace que vos sientas que la música te pertenece, a pesar que los que la estén tocando puedan tener una mirada musical diferente. Siempre con la raíz argentina de fondo y fue algo que nos costó mucho. Nos fue fácil lograrlo, lo buscamos y creo que ahora lo encontramos. Se nota que es un grupo de acá y por eso la gente acompaña. Antes era más bien para una elite tocar jazz, pero lo apropiamos por suerte.
-Asimismo, el jazz gana espacios pero ¿sentís que tienen menos oportunidades de tocar en relación a otros géneros?
-Pasa que el jazz es una música que no tiene un modo definido y te ofrece la libertad de hacer lo que quieras. Para un artista es muy importante hacer lo que quieras. Cosa que en casi toda la música popular que tenemos acá no siempre se puede hacer lo que quieres. Que el tema tiene que durar tantos minutos, que tiene que sonar así, poner a tal cantante para que el hit pegue; son conceptos que el jazz no maneja. El Jazz es libertad, hay muchos músicos que por ahí no tienen oportunidades y encuentran la forma de meter sus composiciones, incluir los estilos que se le canten. Hasta incluso tocar folclore, bienvenidos sean.
“Cada concierto, cada nuevo país, cada invitado en cada show siempre actúan para seguir evolucionando. Soy creyente que voy a mejorar si toco.”
-¿Cuáles fueron los momentos claves de tu carrera?
-Cada concierto, cada nuevo país, cada invitado en cada show siempre actúan para seguir evolucionando. Soy creyente que voy a mejorar si toco. Intento tocando cada día ser mejor. Entreno todos los días y muchísimas horas.
-¿De qué vertientes te nutrís?
-Los diferentes libros que voy encontrando, las influencias, todo el tiempo voy buscando nuevas expresiones, bateristas, músicos y discos nuevos. Todos me instan a seguir practicando, te dan ganas de buscar sonidos nuevos. El sonido que buscaba creo que lo encontré y ahora quiero tocar mejor, la parte más difícil la conseguí que es encontrar el sonido. Estoy muy conforme con el set, con la forma de encarar el instrumento y hay que seguir trabajando para que cada vez suene mejor. La idea es seguir trabajando y poder seguir viviendo de la música. Dentro de lo posible con Escalandrum, que nos siga yendo así de bien.