Dolores Cáceres es una artista visual cordobesa que se especializa, desde hace más de diez años, en arte público, con una obra que tienen como punto de partida la investigación histórica, social y política.
Entre sus obras, la más personal es sin dudas la que inicia en el 2001 bajo el nombre Dolores de Argentina, en la que, trazando una línea autorreferencial, utiliza su nombre como soporte de piezas cuyo eje central es la memoria. Esta obra en proceso comenzó en la III Bienal del MERCOSUR de Porto Alegre, donde se tradujo en la narración cronológica de los dolores de la Argentina desde su nacimiento, relatado en una sucesión de hechos históricos tomados desde los medios masivos de comunicación, y más tarde se presentó otra versión en la 9 Bienal de La Habana, donde realizó una instalación de paneles en metal negro donde narró cronológicamente los dolores sufridos por Argentina enfrentados a sillas también metálicas que llevaban impreso el plano de la ciudad de Buenos Aires.
En Córdoba, la obra de Dolores Cáceres es conocida aún para quienes no conocen su nombre, por que tiene la habilidad de elegir espacios y medios emblemáticos para realizar sus acciones. Este es el caso de “El proyecto de Arte Publico NO” con el que ocupó los megaespacios publicitarios de la ciudad con carteles en los que exploró los rastros que deja esta palabra. “Los NO que coartaron nuestros proyectos. NO como alambrado constante. Aquellos que se imprimieron en nuestra memoria para construir un mundo de constantes modelos de lo imposible, de los que negaron nuestra identidad, los que sirvieron para coartar las libertades, los que nutrieron nuestra resistencia.”
En 2008, el recordado año de la disputa entre el campo y el gobierno, la artista inicia el “Proyecto Que Soy” en el Museo de Bellas Artes Emilio Caraffa de Córdoba, una obra cuyo work in progress consistía en sembrar los jardines del museo con una plantación de soja, en una acción colectiva. El resultado de este trabajo, en el que colaboraron más de 10 artistas, fue la cosecha a los 130 días, en el medio de un clima político de tensión que funcionaba como catalizador de la obra, porque generaba un sinnúmero de subjetividades.
Sobre este tipo de acciones Dolores dice: “Cuando un artista decide construir una pieza de Arte Público piensa en interactuar con una ciudad. Su práctica artística consiste en fijar la atención de sus habitantes. De esta manera el artista señala; contribuye a investigar ciertos aspectos complejos de la realidad; denuncia las contradicciones internas de la contemporaneidad; pone, una vez más, el arte al servicio del pensamiento, convirtiéndose en un actor social implicado”.
Y qué mejor manera de señalar una problemática que apuntando, literalmente, a algo tan icónico como al reloj Cucú de Carlos Paz. Esta acción, que formó parte del “Proyecto Cucú (trilogía)”, denuncia la caza indiscriminada de la Zenaida Auriculata, palomas de los bosques nativos de las Sierras de Córdoba, actividad que se desarrolla como parte de un circuito turístico que además deja más de 600 toneladas de plomo por año y una alta contaminación ambiental.
“Cuando un artista decide construir una pieza de Arte Público piensa en interactuar con una ciudad. Su práctica artística consiste en fijar la atención de sus habitantes. De esta manera el artista señala; contribuye a investigar ciertos aspectos complejos de la realidad; denuncia las contradicciones internas de la contemporaneidad; pone, una vez más, el arte al servicio del pensamiento, convirtiéndose en un actor social implicado”.
En 2011 realiza la muestra “Contralugares” en el Centro Cultural España Córdoba donde presenta “Rosa neón”, “Mea culpa” y “Cuarto de hotel”, tres instalaciones del período anterior a la práctica pública, “donde la presentación de la propia realidad cuestiona el objeto artístico tradicional de la época y se aboga por la expansión de los límites de la práctica del arte”. Además, para esta muestra, a través de la obra “Zona de exclusión”, un muro levantado en el primer patio del CCEC, la artista indagaba sobre el concepto de cierre, eliminación, expulsión y el impacto de estas edificaciones en la construcción de la realidad del mundo contemporáneo. Sobre este trabajo Dolores dice: “El concepto habla de un cierre, un dejar fuera de un lugar a alguien. Una forma de disfunción de la sociedad moderna. Mis intereses actuales, susceptibles de descripción bajo las ideas de arte público intentan recomponer el territorio donde el arte pueda ejercer, nuevamente, una función que rehabilite el pacto social. Subrayo el limite imponiendo artificialmente nuevos límites, transformo un lugar en otro”. Recientemente presentó “Poéticas del Cielo” una muestra que reúne sus nuevos trabajos donde “el cielo, la naturaleza, la literatura y el movimiento construyen un mapa de lenguajes que constelan usando un sólo elemento: la luz”.
En esta serie de trabajos, que se presentaron en la galería cordobesa The White Lodge, Dolores Cáceres retoma el neón como materia prima y trabaja desde la luz para explorar el orden oculto y los laberintos que conectan un punto con otro. “Me interesa el acto de hacer que la obra exista. Pongo las cosas en conjunto y utilizo la memoria para construir. ¿Cuántos cielos ví?¿Cuantas estrellas conté? Me gustaría que este trabajo sea conocido por una manera de mirar desde mi interior junto a la búsqueda continua de la belleza, como una forma de la inteligencia, como un lugar donde encuentro mi propia calma.”
La muestra consta de cinco instalaciones y una serie de foto¬performances en un cuerpo de obra preparado para el espacio de la Galería. Aquí presentamos una corta entrevista en la que quisimos revelar el ánimo de su trabajo y el carácter de su obra:
¿Cuáles son tus referentes o influencias?
Siento una gran influencia por la literatura y la naturaleza. Los jardines, los cielos, la historia argentina también me inspira, el pasado como una forma de entendernos hoy.
¿Cuál es tu proceso de trabajo?
Los temas que elijo se refieren siempre a la realidad, son siempre temas que nos atraviesan como comunidad. Los materiales siempre aparecen a partir del tema, son una respuesta, algo que vuelve a cobrar sentido desde otro lugar y señalando otra cosa.
Tu obra más allá de tener una fuerte carga estética tiene una potencia conceptual. ¿Cómo encontrás ese equilibrio?
Eso es algo que no podría separar nunca, el equilibrio es natural, creo que nadie debería desatender la belleza en su vida, no sólo los artistas.
Cuando trabajas en intervenciones urbanas, ¿qué devolución recibís del público? ¿Qué espacios te gusta o preferís intervenir?
Cuando sucedió la muestra de la soja en el Museo Caraffa, recibí todo tipo de devoluciones, de las buenas y de las otras. Incluso de gente que no sabía que estaban hablando con la artista de la obra.Me gustan los espacios menos convencionales en relación al mercado sobre todo: una cartelera publicitaria, vía pública, publicidad callejera, etc. Son los espacios pensados para la comercialización de mercancías pero jamás para un expresión artística. Esos son los que me interesan.
¿En qué estás trabajando ahora y cuáles son tus próximas exhibiciones?
He sido seleccionada para representar al país en la bienal de La Habana 2015, así que estoy preparando esa obra que consistirá en intervenir un cartel publicitario que ya existe en la ciudad con una leyenda mía.