Expresar a través de un imaginario personal, parece ser la clave para entender la obra de la artista plástica y escultora Luciana Martinez.
Nacida en Córdoba en 1981, es creadora del proyecto Doblemi, una divertida línea de art toys a pedido y de númerosos bichos, cosos y muñecos llenos de gestos, detalles y facciones que generan en nosotros, sus espectadores, la pregunta ¿Qué es real? Charlamos con ella para conocer como fue representar al museo Genaro Pérez en mercado de arte, la feria de arte contemporáneo de Córdoba y para ahondar más en su imaginario, tocarlo, explorarlo y entenderlo en primera persona.
-¿Cómo y cuándo empezaste a ser una artista independiente y qué te movió a tomar esa decisión?
-Fue un proceso largo, que tuvo que ver con un momento de mi vida donde no encajaba con nada. Tenía un trabajo horrible y trataba desesperadamente de pegarla con una muestra.
Cuando toque fondo y me sincere conmigo, entendí que tenía que dejar de hacer para los demás, y conectarme con lo que más me divertía: hacer “muñecos”. Les digo así, porque viví muchos años convencida de que eso no era arte. Empecé en el año 2011 con poca fe, a promocionarlos para la venta (de verdad pensaba que nadie iba a comprarlos) y así fue como nació DOBLEMI, mi marca de artoys por encargo , que también es mi medio de vida. Solucionados los problemas económicos ( jaja) hace un tiempo empecé a mostrar mis otros “ bichos” con mi nombre real. Gracias a ellos conocí a un montón de gente y posibilidades diferentes , como la fotografia y las animaciones.
-¿Cómo concebís tu obra?
-Trato de que funcionen como un disparador para que cada uno imagine de eso lo que quiera. Que cuenten las historias que cada uno quiera escuchar.
-Lo humano, lo animal y lo natural parecen ser constantes en tu arte. ¿Es espontáneo ó hay alguna razón que te conecte con esos tres universos?
-Trabajé con figura humana durante mucho tiempo, la escuela de artes me marco muchísimo.. Teníamos clases de figura humana todos los días.
Fue como mezclar todas las cosas que me gustan y generar una estética relacionada a la fantasía y a los personajes que no existen, pero que por ahí están. Soy muy observadora de los gestos, las miradas, las posturas de las personas y los animales. Mis perros son mis grandes musas. A veces veo de pasada a alguien en la calle y se me queda marcada alguna expresión de la cara. Miro mucho a los ancianos. Tienen miles de formas y colores. A la hora de hacer, me concentro en las expresiones de los ojos. Ese es el punto más fuerte de interés en la obra, y creo que también es lo que los humaniza. Intento que las caras cuenten algo sin decir nada. No son muy gestuales, casi siempre están quietos. Pero dicen cosas con los ojos. Como los perros.
-¿Cómo es la experiencia de hacer retratos articulados y cómo es cargarse de una historia personal ajena para representarlos?
-Ante todo, es una experiencia super divertida. La mayoría de los muñecos que hago para DOBLEMI son de personas que no conozco, por lo que debo estar muy atenta a la mirada que tiene el que los encarga sobre esa persona. Todos vienen con una idea muy clara de lo que se imaginan, y en cada detalle que piden, hay un porque y una historia detrás. Doblemi es básicamente un trabajo de retrato por encargo donde soy una especie de interprete de lo que el otro proyecta. Pero por otra parte, intento buscar una especie de “equilibrio“ en la imagen, para que el que lo recibe también este conforme con como fue representado. Husmeo bastante entre las fotos de sus perfiles, descubro por ahí que música escuchan, que sonrisa ponen para la cámara, cual es su remera favorita, y con todo eso diseño el personaje. Ante todo intento que el resultado del trabajo los conecte con la risa y la diversión.
-Tus plataformas de exposición son virtuales ¿Creés paradójicamente que te conectan más con las personas que los canales de arte tradicionales como las galerías por ejemplo?
-Lo virtual, tiene la ventaja de llegar a cientos de personas de diferentes lugares con y sin conocimientos de arte. Siento que se genera un espacio más relajado para que nos expresemos sin vergüenzas, para preguntar, para sentirnos parte aunque no estemos invitados. Incluso si no entendemos el idioma, ponemos un <3 <3 <3 . No hay necesidad de caretearla.
Se desdibujan los límites y las posturas, y es en ese sentido, un espacio más sincero. Te gusta, no te gusta, comentas, no comentas. Compartís. Compras. Las galerías posibilitan el encuentro físico, lo palpable, un aspecto que es fundamental y maravilloso, pero tengo la sensación de que la actividad todavía está orientado a entendidos y profesionales de arte. En ese sentido, creo que la virtualidad, multiplica los encuentros. En lo personal, no tuvo que ver con tomar un camino u otro, sino con utilizar los medios que tenía a mi alcance para mostrar. No pasaba nada y no quería esperar una “oportunidad” Lo virtual es más libre, ya que no hay especulaciones, ni parámetros para determinar que sí y que no, ni intereses agregados por sobre lo que se muestra. No excluyo ninguna posibilidad, pero no trabajo para exponer en galerías. Trabajo, todos los días, y muestro todo lo que puedo. Si la galería me invita, buenísimo.
-¿Sentiste que haber representado al Museo Genaro Perez, te consolidó como artista plástica y escultora?
-La invitación por parte del museo fue una hermosa sorpresa para mí y para muchos. No sé muy bien que es consolidarse, pero si estoy segura de que sirvió para que me conozca mucha gente. Fueron unos días muy movilizadores, se generó una conexión muy linda entre las obras y los que pasaron a visitar. Jamás me lo imagine, sobretodo porque en las ferias de arte se manejan intereses que tienen que ver más con la parte comercial. Sé que suena extraño, pero cada uno se inventó un cuento y me lo conto. Tal vez tiene que ver con que mis obras parecen tener más que ver con personajes de películas, que con esculturas. Pasó gente de todas las edades a sacarse fotos y hasta le escribieron un poema a una obra. Fue alucinante!