Se encuentra de pie frente a una amplia biblioteca, la luz natural de su balcón ilumina aún más su rostro que centellea con el labial que realza una boca quimérica (¿Es eso lo que propone Marte cuando la noche es totalmente estrellada?). En ocasiones, su mirada connota un dejo de nostalgia, dan ganas de abrazarla y asentir con ella: ¿Dónde está todo lo que hemos perdido? De golpe, gira su cabeza y con una mueca nos propone un desvío, trazar un destino con convicciones.
En el mercado no venden certezas, a lo sumo verosimilitudes, pero Antonella no amedrenta su búsqueda. La ciudad ha cambiado, en parte resulta impenetrable y, como en un relato de Calvino, la opción es buscarse para luego seguirse unos a otros; a la luz de las antorchas hasta que se resuelva el misterio.
“…Cuando cierras los ojos, los hombres te sueñan bajo el puente del tiempo”
Martín Andrade.
Antonella es libre de alguna dicotomía: tiene fama y prestigio internacional pero nula exposición mediática y pantalla televisiva. Una treintena de películas –cuatro de ellas en Cannes como protagonista- en un cuarto de siglo de carrera. Mientras prepara un proyecto cinematográfico basado en textos de su padre –el poeta y dramaturgo Martín Andrade- y continúa con sus clases de actuación, tanto en el Barrio de Monserrat como en la Villa 21, se luce en el papel de Rosa en “La chica que limpia”, flamante serie estrenada este mes en CINE.AR Play con récord absoluto de reproducciones y elogio de crítica y público.
Es inevitable advertir que posee presencia cinematográfica genérica, en cualquier toma y situación se impone su impronta. Si su profesión hubiera sido otra, los poetas la habrían perseguido con metáforas de celuloide. “Cada plano tiene un retazo de Antonella, como las capas de una cebolla que constituyen un todo, cada gesto suyo es la pieza de una alegoría”.
“Divertido, eficaz y condimentado con altas dosis de experimentación estuvo el photo shooting para la revista Random”, escribió la actriz en una red social. Luego hablamos de la sorprendente serie que protagoniza donde destaca la grabación en Córdoba –su hogar de infancia-el equipo de trabajo y la propuesta lograda. “Hay algo en relación a Córdoba que tiene que ver con la percepción, con los sentidos de mi infancia, con lo sensorial más que con cualquier otra cosa. El rodaje fue una experiencia intensa, a lo largo de toda la serie hay toda una intención de búsqueda particular”, expresa.
-¿Qué hizo que decidieras volver a un ciclo porque sos un hueso duro de convencer?
-Honestamente me habían convocado para varias cosas en tevé y me decían que tenían una visión cinematográfica en la estética, etc y después en la vorágine de los rodajes esa intención de valorarla se les va un poco al carajo, es lo habitual. En este caso fue bastante al contrario porque si bien, se habló que querían hacer algo con mucho empeño en la calidad, en ningún momento se fueron de mambo en la soberbia de la propuesta. Sin embargo, a medida que se desarrollaba el rodaje se iba haciendo evidente que estábamos haciendo algo de una calidad muy alta que tranquilamente se podía comparar con un proyecto cinematográfico. Desde el detalle de la trama policial a el nivel de todo el elenco porque estuve muy sostenida. Es descollante el trabajo de todo el elenco cordobés además de Beatriz Spelzini que es una genia y cinco alumnos míos de la Villa 21 que entraron casteados.
-Adivino que el guion te atrapó…
-Me devoré los guiones y vi que venía muy en serio, porque con los policiales hay que tener cuidado, uno los lee como artista y como espectador y en general cuesta que estén bien construidos, que la información se revele cuando se tenga que revelar, que se mantenga el misterio, que sea verosímil, atractivo y no predecible. No es fácil y los chicos le pusieron mucho empeño. La trama policial funciona muy bien, además todas esas subtramas que tienen con lo familiar y otras personales que cobran importancia a lo largo de la serie en torno a Rosa.
Mi personaje pasa por estados de ánimo muy complicados, estaba muy en carne viva, concentrada, a veces me tocaban –ya sea por locación-escenas de llanto seguidas y terminaba destrozada.
-Una composición compleja, ¿No?
-Mi personaje pasa por estados de ánimo muy complicados, estaba muy en carne viva, concentrada, a veces me tocaban –ya sea por locación-escenas de llanto seguidas y terminaba destrozada. Fue muy difícil pero lo disfruté desde el punto de vista artístico. Sin adelantar nada de la trama, hay un momento que mi personaje atraviesa una situación muy difícil en relación con su hijo, grabamos una escena muy jugada y me quebré, se cortó la toma y me largué a llorar desconsolada. No es algo que me pase habitualmente, en general entro y salgo de los estados de ánimo y consiste en eso mi habilidad como actriz, considero que ese es mi trabajo, pero en ese momento, las imágenes que usé o las acciones físicas me llevaron a un lugar muy complicado y me quebré, fue muy zarpado.
-Aunque no lo reflejen las noticias no has parado de laburar, ¿Cuáles son tus motivaciones para aceptar un proyecto?
-Si algo no me interesa es por una serie de condiciones, incluso me han ofrecido cosas lindas y ningún “no” es en detrimento del proyecto. Uno siempre se siente alagada que piensen en una para interpretar un personaje. Me crie haciendo cine, creo que todas las películas del mundo tienen una chica de 20 a 30 años pero no todas tienen una de treinta a cuarenta y mucho menos de 40 y 50. Ya sabía que esto iba a empezar a mermar. Que te sigan convocando igual a pesar que seguís creciendo, que no a todos les va a tocar, en ese sentido soy una agradecida. Estuve poniéndole muchos a las pilas a mis otras facetas de lo profesional, estuve estudiando mucho, preparando el proyecto del chileno Che Sandoval que se llama “Dry Martina” y que escribió para mí. Para este papel tuve que aprender a cantar, participé mucho en el armado del guion, si bien mi rol es el de actriz leí más de diez versiones del guion, estuve muy involucrada haciendo muchas pruebas y viajando para castear actores, etc. Además, muy comprometida con las clases que doy, con mi estudio, con generar proyectos desde los talleres. De hecho estoy por dirigir mi primera película en la que van a actuar alumnos de mi escuela y de la villa 21, un proyecto que desarrollamos en conjunto con los actores y ya tiene una estructura para presentar al INCAA, me estuve moviendo un montón y no es que simplemente me tiré en el diván a decir no.
-Eso te pasa por no ser mediática…
-(Risas) Todavía creen que vivo en Italia.
-¿Por qué será que no es noticia que des talleres en la Villa 21?
-Al inicio de mi carrera me pasaba que decía: “yo acumulando méritos y a nadie le importa”. Como no salía en la tele y no tenía un novio famoso, por ahí tenía cuatro películas en Cannes y no salía en ningún lado, no tengo ni una sola foto publicada de un Festival. De cuatro películas en Cannes estuve en tres como protagonista y nadie sabe, no por alardear pero hubo un momento en mi vida que daban ganas de decir: “che loco, despabílense, cómo puede ser”. Después me di cuenta que evidentemente es noticia otras cosas, esas cosas yo las sentía y me pasaban porque era mi satisfacción, era mi búsqueda artística. Por algo un éxito personal se llama personal y no popular, porque es de uno (risas). Uno se inventa las reglas de ese éxito y lográs lo que vos te proponés, no lo que conforma a los demás. Por ahí no tengo la respuesta masiva que estaría buenísimo y no reniego de ese deseo, pero no fue todo lo que estuve armando todo este tiempo. Ya llegará si toca pero algo se estuvo construyendo que tuvo su peso, lo disfruto y lo agradezco mucho.
Por algo un éxito personal se llama personal y no popular, porque es de uno (risas).
-Hace un tiempo dirigiste y traduciste teatro, también estrenaste en Italia un texto tuyo (Oniria), siempre en desafíos…
-O en quilombos (risas). Soy así pero estuvo bueno despegar desde la responsabilidad, tener que hacer cosas para sobrevivir, ya no dependo más de eso y estuvo bueno hacerlo un montón de años de mi vida porque eso te da un impulso, Todo esto que se gestó fue teniendo que parar la olla desde hace 20 años. Si no tenés como esa espada de Damocles por ahí no te convertís en una persona así. Ahora me saqué la espada de encima y puedo elegir y lo estoy disfrutando un montón, me siento muy afortunada en un momento como este poder estar hablando de un estreno y medio, porque la película en un mes y medio está por ver la luz, dos cosas muy distintas, de resultados potentes para los que fui convocada espontáneamente. Eso es una felicidad increíble.
-¿Cómo es la experiencia de tu taller en la Villa 21?
-En la docencia encontré una vocación profunda, se despertó algo con lo que en algún momento de mi vida me debía cruzar. Sentí una identificación muy grande con la actividad, no es sólo que aprendí a hacerlo. Me di cuenta que me toca una fibra muy íntima y tiene mucho que ver conmigo, me pone en un lugar de brillo máximo de mi propia personalidad. Siento que realmente doy lo mejor de mí cuando doy clases. Cuando actúo lo intento, es un aprendizaje constante, depende mucho del entorno, del proyecto, del personaje, de mi momento de vida, una serie de cosas. Igual estoy aprendiendo de ser en todos lados como soy en las clases. A veces hasta tiene que ver con la energía, mil veces entré a las clases a las puteadas porque el tránsito, porque un día feo, porque no tenía ganas, bla, bla, bla. En cinco años de talleres jamás me pasó de salir a las puteadas o enojada de una clase. Salgo feliz sea la hora o el lugar. Todas las clases que di en mi vida salí exultante. Es como una inyección de energía copada, destrabé un montón de limitaciones en los procesos creativos, me hizo crecer y aprender muchísimo a mí. Además encuentro maravillosos avances en los alumnos y devoluciones de la gente que viene y se va muy contenta de lo que recibe. Es el mayor premio, crecí mucho como persona haciendo eso. Eso sí, son piletazos permanente porque hay una adrenalina que tenés que seguir todo el tiempo construyendo y creando, combinando de nuevo, sacando ideas de la galera, investigando, desde cuadernos de mi viejo cuando daba clases a sus alumnos en los 70 en Italia y yo adaptándolos a la teoría de fulano de tal, desarrollando ejercicios nuevos. Todo da una vuelta que es fascinante. Además la ilusión ahora de empezar a dirigir. Hay algo del set que me amamanta, lo amo incondicionalmente, en un set renazco. Me despabila y me pone en un lugar agradable.
-Además del taller, ¿Qué otras actividades te nutren?
-El placer cotidiano es muy importante, darse gustos todo el tiempo, conectarse con lo que uno desea, con lo que uno le gusta y no dejarse acostumbrar por la incomodidad cotidiana. Siempre hay algo que mejorar y con los afectos tratar de estar al día. Sin deudas en ningún sentido. Todos los que tenemos que ver con el mundo artístico ese también es nuestro cable a tierra. Todo se retroalimente, tengo una biblioteca sólo de poesía y otra de todo lo demás, eso me entretiene también. Todo forma parte del alimento del placer cotidiano.
Maquillaje: Cris para Estudio Celeste Mud
Peinado: Anita Reynoso para Belén Fiorito
Producción: Silvia Picallo
Indumentaria: Anónimas
Agradecimientos: Sofía Prida