No soy ese tipo de chica / La creadora de la serie Girls nos deleita con su libro

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Lena Dunham, la persona más cool del año para la Revista Time, nos sorprende con “NO SOY ESE TIPO DE CHICA”.

No soy ese tipo de chica es el libro perfecto ¿Qué quieren sus fans? Saber lo que ella opina sobre las cosas que les preocupan, es decir el amor, el sexo, la amistad, el trabajo, los viajes, el aspecto físico, la moda. ¿Qué más quieren sus fans? Saberlo todo sobre su vida. Y estas dos cosas son justamente las que componen el libro. Lena habla de ella, de su infancia, de sus experiencias sexuales, de sus viajes, de sus lecturas, de sus dietas, de sus terapias, de sus padres, de su trabajo actual y de sus primeros (y horribles) trabajos…Cuenta todo lo que sus lectores quieren conocer con absoluta sinceridad, con un inteligente sentido del humor y sin ningún tapujo. No soy ese tipo de chica es, en cierto modo, el opuesto de Sexo en Nueva York: real como la vida misma, honesto y complejo, un universo en el que el chico nunca es el adecuado, las amigas te dicen la verdad, el sexo no siempre es maravilloso y lo que una siente no es necesariamente lo que le gustaría sentir.

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No soy ese tipo de chica es en realidad una colección de ensayos de la autora, escritos en diversas etapas de su vida. Lena se presenta en la introducción como “una chica de 20 años”, pero los artículos que conforman el libro abarcan desde la infancia hasta su actual trabajo en GIRLS. Y es que la autora lleva desde niña documentando compulsivamente su vida. Por eso, el libro es en cierto modo una autobiografía, la historia de alguien que, con menos de 30 años, puede jactarse de tener suficientes experiencias como para presentar unas memorias a tan temprana edad. ¿Y cuál es el propósito de este libro (más allá de seguir amasando millones)? Sencillamente narrar el proceso de transformación que ha experimentado a lo largo de su vida para llegar a convertirse en la mujer que es hoy en día, aún insegura, tremendamente imperfecta, pero capaz de respetarse y valorarse a sí misma en un entorno en el que el resto del mundo se empeña en decirle que no tiene derecho. Hasta cierto punto, No soy ese tipo de chica puede funcionar como un libro de autoayuda orientado a su generación que sin embargo debería leer todo el mundo (hombres y mujeres) para entenderla.

Al igual que su serie, son en cierto modo una provocación, un desafío, un gran fuckyou a todos aquellos que siguen sin entender lo que pretende con su obra

Para ello, Dunham se desnuda una vez más, esta vez de forma figurada. Los relatos incluidos en esta, su primera aventura editorial, están escritos sin tapujos, sin ningún tipo de miedo a la sobreexposición, al qué dirán. Al igual que su serie, son en cierto modo una provocación, un desafío, un gran fuckyou a todos aquellos que siguen sin entender lo que pretende con su obra: contribuir a que vivamos en un mundo en el que lo normal sea que aceptemos socialmente a una mujer que se quiere y se respeta, especialmente si no es un bellezón de piernas largas y (supuestamente) le sobran unos kilos. Así, Dunham nos da la bienvenida a su complicada, desbordante y contradictoria mente de la misma manera que a su vagina, y a cada rincón de su cuerpo, sin temor a mostrarse tal y como es, orgullosa, autoconsciente y brillante. No soy ese tipo de chica es por tanto la crónica de una mujer que ha considerado que su historia, por muy poco extraordinaria que pueda resultar a muchos, y por muy autoflagelante que parezca, es lo suficientemente interesante y valiosa como para ser compartida con el resto del mundo. Y eso es lo que hace que sea tan importante.

El libro está dividido en 5 secciones donde Dunham agrupa sus ensayos por temáticas:

Amor y sexo: Lena empieza el libro directa al grano, contando cómo y cuándo perdió la virginidad. Para el relato de sus primeras experiencias sexuales no escatima en detalles. Cuántas veces puede uno pensar a lo largo de un libro “si yo hubiera escrito esto, me moriría de vergüenza que lo leyera mi familia”. Pero a Dunham poco le importa dejar constancia de su complejo de Electra, o hablar de cuando dormía con su hermana pequeña y se masturbaba pegada a su espalda sin que ésta se diera cuenta. Estos primeros ensayos llegan a adentrarse en terrenos incómodos, incluso escabrosos (su atracción por los tipos despreciables), y los detalles son sorprendentemente gráficos, pero en todo momento al servicio de un estilo siempre divertido. “Estaba segura de que mi himen se había roto al saltar una valla en Brooklyn persiguiendo a un gato que no quería ser rescatado” y en ocasiones sublime : “En un gesto a la igualdad de géneros, ninguno de los dos se corrió”. Pero en esta primera sección, Lena no solo nos relata sus aventuras de alcoba, sino que nos habla en detalle sobre su infancia y adolescencia, caracterizada por la enfermedad mental (hipocondría, TOC), los trastornos alimenticios (tuvo que renunciar al veganismo por su salud), una educación liberal y una autoconsciencia digna de estudio (de pequeña, Lena quedaba embelesada por su propia belleza ante el espejo). Resultan especialmente amenos y enternecedores los pasajes en los que revive sus años de secundaria, cuando su principal referente de comportamiento era Angela Chase, la protagonista de My So-CalledLife, y antes de iniciarse tardíamente en el sexo: “A pesar de todas las películas de caprichosas chicas de secundaria que me gustaba ver, mis años de instituto los dediqué a querer a mis mascotas, escribir poemas de amor clandestinos, y entregando mi cuerpo solo a mis propias fantasías. Y todavía no estaba lista para dejar todo eso atrás”.

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Cuerpo: El cuerpo de Lena Dunham ha generado más conversaciones, artículos de opinión y discusiones acaloradas que cualquier otro “cuerpo famoso” en los últimos años. Y eso es precisamente lo que ella pretendía exponiéndose de esa manera en su serie, desplazar la mirada al cuerpo “real” en oposición al que vemos en el porno o la comedia romántica, y a través de este experimento normalizar el sexo. En esta segunda sección, la autora cuenta sus problemas con la alimentación, cuando le diagnosticaron adenomiosis y le dijeron que tenía el útero desplazado (lo que da paso a una reflexión sobre sus deseos de maternidad). Como decía antes, Dunham nos relata con todo lujo de detalles todo aquello que acontece dentro de su cuerpo, desde su primera regla hasta sus enfermedades de transmisión sexual. Resulta particularmente valioso el capítulo Escenas de sexo, escenas de desnudo y mostrar tu cuerpo en público, recomendado especialmente a los detractores de su exhibicionismo nato, que solo ven en ello un acto de egocentrismo y vanidad. En esta sección también hay cabida para curiosidades que más bien parecen artículos de Buzzfeed, como 15 cosas que he aprendido de mi madre o Qué hay en mi bolso.
Amistad: Es significativo que ésta sea la sección más corta del libro, y no porque Lena no haya tenido, o no tenga amigos, sino porque queda patente así cuáles es su prioridad número 1 a partir de los 20: el trabajo. Sin embargo, Dunham tiene historias de sobra sobre la amistad, en especial junto a su mejor amiga desde la infancia, Audrey, hija de una de sus psicólogas, con la que coincidió en la universidad años después de dejar la terapia. En esta parte del libro destacan sin embargo dos ensayos que no tienen que ver con la amistad de manera estricta: su primera y única experiencia cuasi-lésbica (atención a la fijación de Lena con las lesbianas a lo largo de todo el libro) y la preciosa relación que mantiene con su hermana pequeña, Grace (que resulta ser lesbiana, he ahí la clave). El retrato en palabras que la autora hace de su hermana es uno de los pasajes más inspirados de No soy ese tipo de chica, un texto que resuma amor, respeto y admiración. Amistad cierra con una oda a uno de los mejores amigos de Lena, Nueva York, su ciudad natal.

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