“La Azcarate”, tal como se la conoce a la comediante y conductora colombiana, por sus destacadas presentaciones en teatros, monólogos y shows de televisión, es la host de la producción original de E! “¿Hay que Ver para Querer?”, un show de citas de 13 episodios que rompe las reglas de la atracción, al hacer que sus participantes se conozcan primero antes de descubrir si existe atracción física.
Con esa máxima principesca de Saint-Exupéry que “lo esencial es invisible a los ojos”, el programa plantea descubrir si es posible que dos personas se enamoren sin haberse visto a la cara nunca antes. Por ejemplo, en cada episodio, una chica tiene la oportunidad de conocer el mundo y la vida cotidiana de tres jóvenes que, por medio de una cámara que llevan en el pecho, conversan con ella, le muestran sus actividades diarias, sus hobbies, e incluso su familia y amigos. El detalle más importante es que la participante nunca podrá verlos. En compañía de La Azcarate, en una segunda fase, y después de compartir un día entero, la participante tendrá que tomar una decisión basada sólo en lo que le diga su corazón y elegir a uno de ellos. El dilema que se responderá cuando los ve es si realmente ¿Hay que ver para querer?
“quizás la decisión más importante que he tomado ha sido siempre realizar lo que a mí me hace feliz.”
Con revista Random conversamos con Alejandra –este año se presentó por primera vez como comediante en el Festival de Viña del Mar y se llevó dos gaviotas- que actualmente reside en México donde además es locutora, actriz e ícono de moda. Con su verborragia marca registrada nos contó sobre su percepción de este original envío.
-Con la experiencia del formato, ¿Cuánto modifica la percepción previa cuando se conoce de frente a la persona?
-Voy a ser muy honesta en la respuesta, antes de hacer este programa estaba absolutamente convencida que no era viable –al menos para mí- establecer una relación con una persona que no hubiera visto. Nunca fui de citas a ciegas, nunca le dije a mis amigas que me presentaran gente, no era de esas movidas; ahora en la realización de este programa me ha sorprendido. Es impresionante cuando uno conoce a la gente en sus aspectos –no diría íntimos pero sí- interiores, sus hobbies, sus gustos, su entorno, su espacio, su familia, hasta su mascota, sin tener el prejuicio del aspecto físico. Obviamente la imaginación empieza a volar, con todos esos ingredientes que uno alcanza a ver se va dibujando una imagen en tu mente que rara vez coincide al final del programa con lo que diseñó tu cabeza. Respondiendo entonces a tu pregunta, hoy puedo decirte que creo que no, hay que observar para amar, por tanto hay que ver para creer.
-Has dicho que la vida es una cadena de decisiones, ¿En cuánto ayudaste a que las decisiones de las parejas sean acertadas? ¿Cuáles fueron las decisiones claves de tu vida?
-Mi rol como conductora en cuanto al tema de la decisión no ha sido importante porque tanto ella como yo estamos en la misma nebulosa de confusión, en ningún momento veo a los participantes, es parte del formato y las reglas de juego porque sino de conocerlos se podría dar que estuviera más inclinada a que una determinada personalidad no sea completa para la chica y entonces de algún modo intervendría, y no tendría magia el programa. Como yo estoy jugando el juego igual que ella, soy muy subjetiva a la hora de mis sugerencias y mis análisis en la colaboración con ella para guiarla un poco a la hora de tomar la decisión. Tanto es así que hay decisiones frente a personajes que si fueran para mí yo no los hubiera admitido, porque todo depende de los gustos y de los intereses de cada uno y que se ajusten a lo que busca. En términos generales, ha sido muy acertado lo que les ha sucedido. En cuanto a mí, esa es una frase de cabecera, quizás la decisión más importante que he tomado –en el espectro de decisiones importantes- ha sido siempre realizar lo que a mí me hace feliz, viendo lo que yo quiero, restándole el criterio a los terceros, más bien teniendo en claro que soy la protagonista en la decisión de querer pasarla bien.
-Hoy que los métodos de seducción están arriba de la mesa, en historias de instagram, selfies, etcéteras, ¿Cómo se hace para perdurar tanto tiempo con una persona? ¿Enamorándose de los defectos?
-Es algo muy personal. Creo que hay que aceptar muy bien de entrada a la persona, y ahora me refiero a no verla, antes no lo consideraba pero ahora sí. Primero hay que aceptar lo que no te gusta, porque en un matrimonio o en una convivencia uno tiene que aprender a negociar con el defecto, porque uno se enamora de los defectos, lo que no me gusta de mi marido no me gustó desde el principio, pero son defectos con los que puedo negociar. Ahora si hay defectos que de entrada definitivamente no pueden liar, lo mejor es retirarse. El error que cometen las personas siempre es creer que por amor la otra persona va a cambiar.
-La típica de: “yo a este la o lo cambio”…
-Eso no sucede, nadie cambia, uno lo hace si decide cambiar, pero a uno no lo cambia nadie. Primero hay que ser conscientes de eso. Y segundo, algo que hemos aplicado mi esposo y yo, ha sido un contexto de libertad, no hablo de relaciones abiertas ni poliamor ni tríos ni octágonos ni nada exótico, que no nos gusta (risas) y ahora está tan de moda. Lo que digo es libertad de pensamiento, de esencia, de acción, realización laboral y de tiempo y espacio. En ese orden creo que la libertad es lo que más ata. En este programa he aprendido al toparme con participantes de 23 0 25 años o que confiesan a cámara que han terminado, por ejemplo, una relación porque tal le dio like a una foto, a ese límite. Con esto de tantas aplicaciones para ligar como Tinder, por ejemplo, creo que se ha perdido el romance, el encanto, es difícil en este nuevo sistema de relaciones manejar las viejas usanzas.
“en un matrimonio o en una convivencia uno tiene que aprender a negociar con el defecto”
-¿Entonces?
-Me gusta la tradición, creo en el amor, creo en la pareja. He tratado de ayudarles con este mensaje, tipo la hermana mayor que habla desde la experiencia porque lo he vivido, aunque si bien puedo hablar de tal cosa, en la práctica cada uno es un mundo independiente respecto al otro. Todo puede pasar.